Lo que no hay que perder de vista es que el régimen chavista, ahora controlado en su totalidad por Nicolás Maduro y su camarilla ha provocado nuevamente una anomalía esta vez para liberarse de los compromisos con la familia Chávez
Humberto González Briceño
Con la situación que se ha presentado en el estado Barinas luego del fraude electoral del 21N han regresado envalentonados quienes defienden las salidas electorales y negociadas a reivindicar el voto como la única salida posible frente al desmadre del régimen chavista. Después de todo fue con votos que se derrotó a un bando de la familia Chávez en Barinas, dicen. Y completan el silogismo agregando: “Esto significa que si vamos con una sola propuesta (Referéndum Revocatorio) o con un solo candidato de la oposición (López o Rosales) es posible ganarle al chavismo”. Como este tipo de falacia será de uso cada vez más frecuente en los próximos dos años vale la pena examinarla para entender su perverso propósito.
El argumento de que con votos la falsa oposición ganó las gobernaciones de Barinas, Cojedes, Nueva Esparta y Zulia, además de un generoso puñado de alcaldías, no es más que una variación de la misma falacia que ya antes hemos escuchado. Se trata de un recurso propagandístico que circula muy rápido cuando se usa para demostrar que durante el régimen chavista la falsa oposición también ha ganado elecciones y que cobra más fuerza aún cuando se le coteja con situaciones como el referéndum del 2007 (que Chávez perdió) y las elecciones parlamentarias del 2015 donde el chavismo le otorgó la mayoría nominal de la Asamblea Nacional a la falsa oposición aunque luego, como era de esperar, le arrebató todo el poder. Sobre estos eventos se monta la campaña para vender la ilusión que algún día el chavismo entregará el poder si es derrotado por los votos.
Este tipo de discurso se centra en el tema del fraude electoral y reduce la complejidad de la trama chavista a un mero asunto de “condiciones electorales.” Si tan solo hubiesen más auditorías, cuadernos de votación depurados y actualizados, representación paritaria en las mesas de votación…y si la gente sale a votar entonces se le puede ganar al chavismo. Pero este argumento ignora deliberadamente un fraude de mayor entidad y es el fraude político como rector de todo el proceso cuyo único objetivo es mantener al chavismo en el poder.
El fraude político opera cuando las instancias del propio estado chavista se coordinan y articulan para producir decisiones, basadas en la pseudo legalidad de la constitución de 1999, que corrigen o completan el trabajo no resuelto por el fraude electoral. Esto lo hemos visto varias veces en estas dos décadas de chavismo. Aunque la propuesta de Hugo Chávez en el Referéndum del 2007 salió derrotada todo su contenido fue luego impuesto por vía de decretos presidenciales y sentencias del Tribunal Supremo de Justicia chavista. Quizás el caso más emblemático de una “victoria” de la falsa oposición sea la elección de la Asamblea Nacional del 2015 donde el Consejo Electoral chavista le adjudica la mayoría de los puestos a la falsa oposición y luego los órganos del estado chavista le quitan la mayoría calificada y le montan nada más y nada menos que una Asamblea Nacional Constituyente para que actúe como cuerpo legislativo paralelo y el único reconocido oficialmente.
Para ser consecuentes con esta línea de análisis tenemos entonces que preguntarnos ¿Si el régimen chavista tiene todo el poder material para manufacturar votos a la carta como es que permite resultados aparentemente “adversos” como los de 2007, 2015 y toda la larga lista de gobernaciones y alcaldías que han sido adjudicadas a la falsa oposición en estos veinte años? Estas supuestas anomalías dentro del sistema del régimen político chavista no son azarosas ni casuales, ocurren por diseño y operan como una necesaria válvula que regula y controla la participación de la falsa oposición que acepta engolosinada validar todo el sistema a cambio de que se le otorguen algunas concesiones. A esto hay que agregar el no menos valioso recurso propagandístico que significa decir dentro y fuera de Venezuela que el chavismo también pierde elecciones y por eso hay que seguir votando.
Es probable que la máquina para fabricar resultados electorales no estuviera operando en su habitual nivel de eficiencia y esto produjo resultados inesperados en elecciones importantes como las de 2007 y 2015. Pero estos fueron inmediatamente corregidos por el propio sistema en forma legal, sin aviso y sin protesto.
Aunque el jefe del estado chavista (ayer Hugo Chávez, hoy Nicolás Maduro) es quien controla todos los cables de esa maquinaria a veces como resultado del natural juego de tendencias e intereses dentro del mismo régimen esos cables se cruzan y producen estas anomalías que le dan cierta variedad y color al desértico paisaje chavista. Por ejemplo, la adjudicación de gobernadores y alcaldes a la falsa oposición además de lograr un efecto inclusivo de estos socios del régimen se ha convertido en una forma de ajustar cuentas en lo interno del chavismo. Lo vimos el 21 de noviembre pasado cuando aun teniendo todo el poder para imponer sus candidatos el chavismo resolvió darle la gobernación Zulia a la falsa oposición y sacrificar a Omar Prieto ficha de Diosdado Cabello.
En el Táchira, si hubiesen querido habrían podido hacer ganador por más votos a Fredy Bernal, otra ficha de Diosdado, en lugar de ponerlo como un gobernador que casi pierde. En Barinas han podido ahorrarle la humillación a la familia Chávez y darle todos los votos a Argenis Chávez. ¿Acaso alguien puede dudar que tienen el poder para hacerlo? Nosotros especulamos en estas mismas páginas que podría tratarse de una forma de darle un incentivo al grupo de Leopoldo López para que se integrara por completo al régimen al tiempo de quitarse de encima a toda la familia Chávez.
Lo que no hay que perder de vista es que el régimen chavista, ahora controlado en su totalidad por Nicolás Maduro y su camarilla, ha provocado nuevamente una anomalía esta vez para liberarse de los compromisos con la familia Chávez y argumentar que en este sistema el chavismo también pierde lo cual ayuda a legitimar al régimen. Y pueden tener razón porque si se repiten las elecciones en Barinas el nuevo gobernador no será Argenis Chávez ni un chavista originario vinculado a la familia Chávez, sino muy probablemente una ficha de Nicolás Maduro. Así el relevo del chavismo originario por el madurismo en el seno del régimen sigue su curso apoyado en esos pequeños accidentes electorales que parecieran cosas del destino pero que están fríamente calculados.-