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Cabello tiene al país por cárcel I Opinión I Enrique Meléndez

Para evitar algún desacuerdo diplomático el propio gobierno de Alberto Fernández le habría “soplado” a la jueza Mariela Alejandra Giménez, sobre la intentona “turística” de Cabello.

Enrique Meléndez

         Lo sucedido con Diosdado Cabello en Argentina; donde ya le dijeron que ni en fotografía se presente por allá, a riesgo de que le “pongan los ganchos”, demuestra que esta gente tiene hoy en día el país por cárcel; no pasemos por alto que sobre él pesa la recompensa de diez millones de dólares; que ofrecen por su persona; que más bien esa jueza, que le advirtió que si pisa Argentina, enseguida va a prisión; para ser entregado a la DEA, fue indulgente con él; puesto que otra de su especie, se hace la desentendida; deja que el tercio llegue a la tierra de los gauchos, y procede a entregarlo a dicho organismo policial, para ganarse esa millonada.

         Que aquí salta a la vista el otro detalle: ¿quién sopló el hecho, de que el tercio se pensaba dar una vuelta de incógnito por allá? Lo primero que uno supone, es en alguien de su entorno; partiendo de la circunstancia de que en el seno del oficialismo la pelea es a muerte: un enemigo interno, que le quiere chalequear este viaje de placer; puesto que no va en misión de Estado, sino “en voyage de noces”, como se dice en francés; teniendo presente que ya su figura no tiene el alto perfil, que llegó a ostentar, cuando entonces era presidente de la Asamblea Nacional (AN), años atrás, y, en ese sentido, hasta se llegó a pensar en Nicolás Maduro; tratando de negociarlo, a ese respecto, con la DEA.

         Este fue un hombre que le ladró a Chávez en su cueva; que le arrancó de las manos el Poder Legislativo; cuando aquél tenía ya cuadrado el escenario, para que repitiera en la presidencia de la AN Fernando Soto Rojas, el famoso ex guerrillero de la década de 1960; por supuesto, impuesto por el sector militar en una jugada de cuadres, donde a Chávez no le quedó más que ceder. ¿Sentía Chávez debilidad por él? Siempre se recuerda aquel piropo que le lanzó éste, de que tenía unos ojos muy lindos, y de donde entonces en las columnas de opinión se le tuvo por el señor de “los ojos lindos”. Quizás el mejor retrato de lo que sería su situación en el seno del oficialismo lo reflejó Mario Silva, en aquella famosa infidencia, que tuvo con un agente del G-2 cubano; infidencia que filtró Ismael García a las redes sociales, y donde hablaba de la amenaza que representaba este hombre, en términos de poder, y la prueba está en que no se le quiso reconocer como sustituto de Hugo Chávez, tal como lo establece la Constitución, en su condición de presidente de la AN, una vez fallecido éste, precisamente, porque no se sabía qué podía hacer; lo que demuestra que, en su caso, prevaleció el criterio cubano, por encima del militar, que fue el que impuso a Maduro. Incluso, se lo hizo ver Julio Borges, cuando fue sometido a golpes por un gigantón, que entró con una hueste al recinto parlamentario, instigada por el propio Cabello en son de atropello, y le dijo que éste era su peor enemigo; porque quien quedaba mal parado era Maduro, que era la imagen del gobierno, y no Cabello.

         Es decir, fue de terror su paso por la presidencia de la AN, sobre todo, porque su gestión estuvo marcada por la desmesura, como la que llevaba a cabo, cuando incitaba a esas huestes a entrar al recinto parlamentario, y desatar esa violencia entre sus homólogos; además de la persecución sobre éstos, cuyo caso más emblemático fue el de María Corina Machado, a quien le allanó la inmunidad parlamentaria, porque le dio le gana. Claro, aquí entraba el hecho de la venganza; que estaba pendiente en el oficialismo, a raíz de que Machado le había dicho ladrón a Chávez en su propia cara (expropiar, sin indemnizar, es robar). Pero es que, además, esta diputada “mantuana” le resultaba sumamente incómoda; partiendo de la cantidad de prejuicios, que abriga una conciencia como la suya frente a esta gente.

De modo que al tercio se le temía, como lo hacía ver Silva, porque tenía un plan concebido a la manera de Juan Vicente Gómez, cuando se fue su compadre Cipriano a operarse un riñón en Alemania, y entonces a la semana comenzó a cuadrar con sus amigos la formación del nuevo gobierno; mientras hacía preso a fulano y a zutano, e incitaba al pueblo llano a que saquearan sus respectivas casas; habiendo sido fulano y zutano hasta estonces los más allegados a aquél, y que es lo que se conoce como un golpe de palacio; lo que implicó que esta gente no respetara la Constitución y asumiera Maduro la presidencia; al tiempo que se lanzaba para unas elecciones, que se harían un mes y pico después.

¿Qué decir de aquellos afiches, que aparecieron en los puentes de la avenida Libertador de Caracas, y en los que se proclamaba a Diosdado presidente? Era el año 2012, en plena campaña electoral, y el pobre Chávez andaba reventado en medio de los trajines de la misma. ¿Se sabía que se iba a morir? El hecho es que en un principio se pensó que se trataba del G-2 cubano; porque de inmediato Cabello reaccionó y condenó esta acción; además de que sería una forma de aguarle la fiesta, con respecto a esa aspiración suya a asumir la presidencia, una vez consumada la muerte de Chávez. Pero también se pensó que podría ser él mismo; tratando de hacer valer por anticipado su reconocimiento, como tal, en tanto que presidente de la AN.

Lo otro que hace pensar, en lo que se refiere a la jueza argentina, es la circunstancia, de que pudo haber sido el propio gobierno de Alberto Fernández el soplón de la intentona “turística” de Cabello, y esto para evitar algún desacuerdo diplomático; sobre todo, porque en suelo argentino de inmediato la DEA lo iba a reclamar, y una vez en sus manos, aquello se iba a ver como una traición del gobierno de Fernández al gobierno de Maduro. Así esta situación nos muestra que el cerco internacional se le estrecha más a esta gente; porque, además, se dijo que no sólo la advertencia es para Cabello, sino también para Maduro y compañía.

melendezo.enrique@gmail.com

EL AUTOR es escritor y periodista egresado de la Universidad Central de Venezuela y del Instituto de Estudios Superiores de América Latina, IHEAL – Universidad París III. Especializado en economía y política. Redactor del periódico La Razón.

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