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Un encuentro entre la Casa Blanca y Miraflores I Análisis I Oscar Battaglini

De mantenerse el apoyo incondicional que Maduro le ha expresado a Moscú, Occidente le aplicaría a Venezuela las severas sanciones impuestas a Rusia y Vladimir Putin no acepta aliados a medias.

Oscar Battaglini

La invasión guerrerista emprendida contra la República de Ucrania por el autócrata y ex- agente de la Gestapo stalinista (KGB) Vladimir Putin, ha provocado cambios de una gran radicalidad en el contenido y orientación de la política internacional. En particular se ha producido una modificación cualitativa del contexto político y económico que venían siguiendo las relaciones entre los países y los Estados a escala internacional.

Esta nueva situación, cómo es lógico, se observa sobre todo en el carácter antagónico que han tomado las contradicciones que durante los últimos años han enturbiado y perturbado las relaciones políticas y diplomáticas entre la Rusia bajo el poder autocrático de Putin, por un lado, y la Unión Europea, los Estados Unidos, y los países de la Europa del Este que se independizaron de Rusia después de la disolución de la URSS y se incorporaron a la Unión Europea y a la OTAN, por el otro.

La guerra de anexión desatada por Putin contra Ucrania, no sólo ha reavivado y multiplicado el repudio inveterado que siente toda Europa por la política practicada permanentemente por Rusia desde el período de la “Guerra Fría” hasta hoy (la del Este, por la opresión sufrida bajo la dominación stalinista, y la de Occidente por la amenaza y el chantaje de guerra nuclear que ese país siempre ha asomado en su contra), sino que esa guerra ha puesto de relieve dramáticamente, la enorme vulnerabilidad energética (de hidrocarburos en general, petróleo y gas particularmente) de Europa occidental, por su dependencia casi absoluta de Rusia en ese sentido.

Esto de por sí le confiere una debilidad intrínseca a las sanciones económicas y en general la Unión Europea y los Estados Unidos le han aplicado a Rusia en el desarrollo de la guerra anexionista de Putin contra Ucrania. Sobre todo por el riesgo que se corre de que Putin decida, frente a las sanciones de las que es objeto, cortar drásticamente los suministros de energía (petróleo y gas) a Europa occidental. De ahí la urgente e imperiosa necesidad que ésta tiene de hacerse de nuevas fuentes de abastecimiento energético que le permitan afrontar tanto los riesgos implícitos en su dependencia de Rusia, como la puesta en práctica de una estrategia energética que, en el mediano y largo plazo, le permitan solventar tales riesgos.

La realización de elecciones presidenciales libres (con garantías) es condición indispensable para levantar las sanciones a Maduro»

Esta situación es la que, en cierta medida, explica el encuentro que se ha producido entre una misión de la Casa Blanca, Maduro y parte de su entorno palaciego. Es indudable que en la agenda de esa reunión fue ventilado el tema petrolero; pero esa no fue la única cuestión tratada, porque si bien la problemática petrolera creada por la guerra anexionista de Putin, está requiriendo de fuentes alternativas de suministro, Venezuela, por el gran deterioro que hoy exhibe su infraestructura productora de petróleo, no constituye en lo inmediato y e el mediano plazo, una fuente equivalente con capacidad para suplir lo que tanto la Unión Europea como los Estados Unidos, dejarían de recibir de Rusia en materia petrolera y gasífera. Aunado a esto, ya se conocen dos informaciones que, al menos en lo inmediato, cierran cualquier posibilidad de que se reinicien las negociaciones petroleras entre los Estados Unidos y el gobierno de Maduro: 1- El hecho de que el Congreso norteamericano se apresta a aprobar una ley que prohíbe comprarle petróleo a Venezuela e Irán hasta tanto no se abran caminos para la superación de los diferendos que existen con estos dos países; y 2- La ratificación del reconocimiento a Guaidó como presidente interino de Venezuela, hecha por la Casa Blanca inmediatamente después de la reunión con Maduro en Caracas.

De lo expresado hasta aquí se infiere que el sentido de lo tratado y discutido en esa reunión tuvo fundamentalmente un carácter político relacionado con el restablecimiento de las relaciones políticas, económicas, etcétera, entre los dos países; la normalización de la vida política-democrática e institucional del país; el planteamiento sobre la realización de unas elecciones presidenciales libres (con garantías) como condición indispensable para el logro de esos objetivos; el problema de las sanciones y la posibilidad de su eliminación gradual o progresiva; la necesidad de retornar a la mesa de negociación política de Ciudad de México; la guerra de Rusia contra Ucrania y las consecuencias políticas y económicas que esa guerra puede traer para Venezuela, entre ellas:

1-El hecho de que las severas sanciones económicas, financieras, políticas, etc, que le han sido impuestas a Rusia por la Comunidad Internacional, puedan hacerse extensivas a Venezuela, de mantenerse el apoyo incondicional que el gobierno de Maduro le ha expresado a Putin; 2- El efecto negativo que tiene para Venezuela aparecer ante la opinión pública internacional apoyando incondicionalmente la invasión a un país que fue condenada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, y se ha hecho merecedora del repudio del mundo entero.

Al parecer lo tratado en esa reunión ha surtido algún efecto en la posición del gobierno de Maduro.

 La matización que ahora se observa en el lenguaje empleado para referirse al conflicto bélico desatado por Putin, ya no es el mismo que se utilizó para justificar la agresión en contra de Ucrania. Ahora, aunque sin condenarla, se habla de ponerle fin mediante la negociación y otros procedimientos pacíficos “para bien de todos”. Es muy probable que la reunión entre el canciller de Putin y la vicepresidenta de Maduro haya abordado ese cambio de matiz en el lenguaje, dado que Putin no acepta aliados a medias. Lo mismo pasó con Lukashenko, el dictador de Bielorrusia.

Otro resultado favorable de lo tratado en la reunión de Miraflores es la puesta en libertad de dos gerentes norteamericanos de la empresa venezolana Citgo, que habían permanecido injustamente detenidos en Venezuela.

Finalmente debe anotarse como saldo favorable de esa reunión, lo declarado por Maduro sobre la reanudación de las negociaciones políticas entre la oposición y el gobierno en Ciudad de México. En relación con esto, habrá que aplicar aquello de ver para creer.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.

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