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Diálogo y negociación I Opinión I Absalón Méndez Cegarra

Deben sentarse a negociar, no a dialogar, la escogencia de los sectores negociadores no puede ser selectiva, excluyente, ni discrecional

Absalón Méndez Cegarra

La política y los negocios mantienen casi siempre un lado oscuro que no permite adentrarse en él. Es el lado que facilita el engaño, como sucede con la letra pequeña de los contratos, en especial los de adhesión y los contratos de seguros.

Cuando los gobiernos o los empresarios, por ejemplo,  entran en situaciones difíciles de gobernabilidad se acude al expediente del diálogo. El diálogo no se da en condiciones normales.  Surge como necesidad, presionado por circunstancias.

El Diccionario de la Lengua Española, dice del diálogo lo siguiente: “Plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan  sus ideas o afectos”. Este significado de la palabra diálogo hace pensar en una conversación entre amigos sobre algún tópico en el que puede haber posiciones contrapuestas, las cuales son  expuestas de manera franca, abierta,  sin condiciones previas. En el diálogo puede haber resultados o no y, sí los hay, los mismos no obligan a los dialogantes y, menos aun, a terceros.

El diálogo, así entendido, es una pérdida de tiempo. Una mentira. Un ganar tiempo para lograr un fin oculto.  Y, ese es el tipo de diálogo que gusta a los políticos en Venezuela.

El presidente de la República es un  abanderado del diálogo distractor, el  que no conduce a ninguna parte. Varias veces lo hemos tenido en Venezuela. Algunos países de la comunidad internacional, incluyendo, EE.UU. están ejerciendo presión para que se reanude el diálogo oposición-gobierno, en la ciudad de México.  El gobierno nacional establece como condición que reanudará el diálogo, pero con todos los sectores, sin especificar lo qué significa todos los sectores. Una forma elegante  de evadir el compromiso, pues, a decir verdad, qué interés puede tener Nicolás Maduro en sentarse alrededor de una mesa a hablar con Juan Guaidó, Henrique Capriles, María Corina Machado, Henry Falcón,  Oscar Figuera, Pedro Euse, Pablo Medina, Antonio Ledezma, entre otros. Maduro no tiene nada que dialogar con ninguno de ellos. Maduro está sobrado. Para él, en Venezuela,  no hay crisis de gobernabilidad. Venezuela está muy bien. Es merecedora del Premio nobel de Ciencias Económicas. Y, ese merecimiento,  lo ha obtenido solita, sin ayuda de nadie y, muy a pesar de las sanciones económicas.

El diálogo, bien entendido, puede ser la puerta de entrada a la negociación; pero, la negociación es otra cosa muy distinta, se negocia sobre algo y a partir de algo. Negociar no es conversar. La negociación es un proceso y la misma requiere preparación, disposición de los negociadores y conocimiento sobre lo que se negocia. 

El gobierno de Nicolás Maduro requiere negociar, no dialogar; y, para ello, debe haber una agenda de los temas objeto de negociación y selección de negociadores.

La revista mensual editada y publicada por Editora y Comercializadora de contenidos, A.S., bajo el texto: 12 Claves de Éxito. El Poder de la Negociación. Año 1.  302. Medellín-Colombia, informa e ilustra muy bien, de manera sencilla, como se lleva a cabo una negociación de cualquier tipo, al respecto señala, en primer término, que las condiciones para una buena negociación son: a) “Aunque suene obvio, que el tema por tratar sea negociable. b) Que las partes que intervengan sean flexibles y estén dispuestas a realizar algunas concesiones”. En segundo término, desarrolla, las fases de una negociación y dichas  fases son:” 1. Preparación y planificación. 2. Establecer una orientación inicial en la negociación y una relación con el otro negociador. 3. Establecer las proposiciones iniciales. 4. Intercambiar información. 5. Acercar las posiciones diferentes. 6. Cerrar la negociación”.  Acto seguido, se describe la metodología de la negociación, tomada  de la propuesta de Harvard Negotiation Project, a saber: a) Crear un clima relajado y de mutua colaboración. b) Hacer una lista con todas las soluciones posibles, propuestas por ambas partes. c) Verificar concienzudamente los pros y contra de cada solución encontrada para cada una de las partes y eliminar aquellas que, al menos para un interviniente, no sean satisfactorias. d) Establecer un procedimiento objetivo para valorar de manera óptima las que queden”.

Venezuela y el gobierno nacional, así como lo que suele llamarse oposición, están muy lejos de querer entrar en un proceso de negociación como el citado.

 Lo expuesto teórica y metodológicamente sobre negociación, lo cual es urgente y necesario en la nación venezolana, amerita de voluntad y firmeza de todos los sectores que hacen vida en el país.  Pero, estos sectores deben sentarse a negociar, no a dialogar. Por otra parte, la escogencia de los sectores negociadores no puede ser selectiva, excluyente, ni discrecional, pues, los resultados de una negociación comprometen a un colectivo, a la sociedad entera. El ejemplo de Colombia con los acuerdos de paz es revelador de lo que significa una negociación  y la complejidad  que encierra la misma  y los efectos que causan   sus resultados en el conglomerado social.

En Venezuela, se impone una negociación verdadera sobre los principales problemas del país antes de caer definitivamente en el abismo.

@absalonmendez1

EL AUTOR es abogado y licenciado en trabajo social. Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. MSc en Administración Privada, doctor en Ciencias Sociales. Ha participado en la redacción de la Ley Orgánica del Sistema de los Seguros Sociales, Ley de Vivienda y Hábitat, Ley del Régimen Prestacional de Salud, Ley del Régimen Prestacional de Empleo, entre otras.

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