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La bancarrota del maniqueísmo político I Opinión I Humberto González Briceño

¿Cómo se podría explicar la posición de VOX, haciendo causa común con el gobierno de Pedro Sánchez y el PSOE en su política pro OTAN y en contra de Rusia?

Humberto González Briceño

Desde la época en que Francis Fukuyama publicó su libro “El fin de la historia” se repite con insistencia el estribillo de que estamos frente a una crisis de las ideologías y doctrinas políticas. Tomando como referente la tesis de Fukuyama una cierta élite política y financiera abrazó la idea del globalismo como modelo político que, ante el agotamiento de las ideologías tradicionales para resolver los problemas entonces, ofrece democracia para todos los pueblos como la nueva ideología para gobernar al mundo.

La idea de la democracia como la panacea para resolver los problemas de los pueblos es impuesta en forma global sin respetar historia, cultura o procesos internos a cada estado como la única forma aceptable de modelo político. Y para simplificar el argumento que trata de explicar fenómenos mucho más complejos de la política se apela a la clásica dicotomía maniquea entre el bien y el mal donde la democracia es el bien y todo aquello distinto que se le opone por defecto siempre será el mal. Esto es lo que el filósofo español Gustavo Bueno explicó como fundamentalismo democrático.

Este fundamentalismo democrático, como cualquier otro tipo de fundamentalismo, se explica y se soporta a sí mismo en una forma que hay que aceptarlo sin ninguna discusión desde el principio. Esta doctrina deja claramente establecido que cualquier crimen de guerra cometido por un estado democrático o los abusos cometidos contra sus propios ciudadanos en la política doméstica siempre estarán justificados por ser perpetrados por la democracia. Es cierto que en estos estados democráticos hay una división de poderes que aparentemente funcionan como contrapesos pero esto solo adorna las exposiciones académicas porque no funciona en la realidad. Y como esos mecanismos son insuficientes e inefectivos para resolver los problemas prácticos se dice que la democracia es imperfecta y como tal hay que aceptarla aun a pesar de sus errores. También se habla de corregir el déficit democrático con más democracia aunque nadie pueda explicar cómo se hace eso.

Estas llamadas democracias que operan en realidad como oligarquías en un estado de partidos han adoptado la ideología globalista que al igual que la idea misma de democracia es presentada como el bien supremo que se opone a todo lo que no se le parezca y que representa el mal. Esta visión dicotómica de procesos políticos y sociales complejos resulta funcional a los efectos de la propaganda pero se convierten un verdadero problema cuando los políticos y los estadistas se creen sus propias fabricaciones metafísicas y,  lo que es peor, las usan como insumos para tomar decisiones.

Las ideologías tradicionales y otras nuevas interpretaciones del mundo siguen operando en el terreno de cada estado y a escala mundial, en unos casos con más o menor fuerza. Lo que definitivamente ha estallado es la simplificación dicotómica y maniquea de izquierda y derecha como una forma de explicar la política. Dependiendo de la posición que cada quien escoja emic, una representa el bien y la otra el mal o viceversa. Todo esto reforzado por productos culturales como el cine y la televisión donde las tramas se simplifican a una confrontación entre buenos y malos muy útil para el entretenimiento pero ineficaz para abordar la política.

La mejor evidencia que podemos presentar sobre la bancarrota del maniqueísmo político es precisamente la guerra entre Rusia y Ucrania. Esta confrontación ha obligado a la fuerza un realineamiento mundial de fuerzas políticas y sociales más allá de las simplonas etiquetas de izquierda y derecha. Por ejemplo, ¿cómo se podría explicar en términos de la política, la posición de VOX, partido supuestamente de la derecha española, ahora haciendo causa común con el gobierno de Pedro Sánchez y el PSOE en su política pro OTAN y en contra de Rusia? ¿Cómo se podría explicar el apoyo de regímenes que se denominan a sí mismos como izquierdistas al gobierno de Vladimir Putin calificado como fascista y de derecha? ¿Quién está a la izquierda y quién a la derecha en el conflicto Rusia-Ucrania?

En realidad hay muchas guerras que se están desarrollando en forma simultánea. La confrontación entre la idea de estado nacional vs. globalismo; el cambio de la identidad sexual y las ideologías de género, el desmembramiento de la familia como parte esencial de cualquier estado nacional, por tan solo citar algunas. Estas guerras representan la verdadera confrontación ideológica que la dicotomía izquierda-derecha ya no puede explicar. Ahora habrá que buscar los elementos constitutivos de una política para entenderla, clasificarla y criticarla antes de satanizarla o bendecirla a priori. Podemos reinterpretar a Clausewitz diciendo que las guerras en el sentido militar son la continuación de las contradicciones políticas que no han podido ser resueltas de otra forma.

 @humbertotweets

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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