Su drama común esencial es que la mayoría independiente, honesta, laboriosa y solidaria los rechaza por igual. Todas las encuestas conocidas recientemente, así lo arrojan
Manuel Isidro Molina
La estrategia polarizante de los cómplices de la destrucción nacional, está al desnudo: cada día que pasa, menos gente les cree. Se mostraban como condueños del país, mientras lo destrozaban.
Hoy, Venezuela es una sociedad desestructurada, empobrecida y con más de seis millones de compatriotas emigrados al exterior, un gobierno arruinado moral, ética y administrativamente, pero con burócratas civiles y militares pudrimillonarios. Unos más ridículos que otros, saqueadores sifrinos, muy tristes, vergonzosos.
Por eso, la inmensa mayoría de venezolanas y venezolanos no los quiere, los detesta y de mil maneras expresa su decisión de cambio.
La inconformidad frente al gobierno del presidente Nicolás Maduro y del PSUV, es terminante. Peor parado está Diosdado Cabello, primer vicepresidente del partido, director de la fracción parlamentaria y jefe de una de las familias más adineradas de Venezuela.
El archipiélago «opositor»
Sus cómplices -dirigentes opositores fracasados, corruptos, traidores, cobardes y tracaleros- están convertidos en un archipiélago politiquero, con los otrora partidos del sistema divididos y sucesivamente fracturados por motivos pecuniarios y personalista, abrumados por errores, corruptelas y derrotas. Son un amasijo de frustraciones, deslealtades, trampas y politiquería codiciosa. Muy descarados, todos, sin vergüenza alguna, se creen dueños de «la oposición» y predestinados a gobernar Venezuela, por su raigambre política y clasista.
Relación viciosa
Entre estos cómplices -como buenos mafiosos de la politiquería- las relaciones son viciadas: hacen el paro de que se confrontan por el poder, pero negocian de mil maneras a espaldas del pueblo y a beneficio propio, unos para salvar el pellejo y otros por dinero y prebendas burocráticas e institucionales. Lo del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) es una de las más recientes muestras de lo que es capaz el gobierno de Maduro lanzándole pellejos al archipiélago politiquero, para garantizarse estabilidad «institucional». Pasa que la gente está asqueada.
Interés común politiquero
Ese caos putrefacto llamado «gobierno de Maduro» y el archipiélago politiquero (ya no se le puede llamar «opositor») persisten en aparentar que no son responsables de nada, que no son cómplices de la tragedia histórica que han descargado sobre nuestra patria. Así de sinvergüenzas, son.
Su drama común esencial es que la mayoría independiente, honesta, laboriosa y solidaria los rechaza por igual. Todas las encuestas conocidas recientemente, así lo arrojan: Datincorp, Datanálisis, Meganálisis o Delphos, igual lo evidencian, independientemente de sus métodos, muestras y cuestionarios.
Los cómplices de la destrucción nacional coinciden otra vez, en su pretensión de mantener la engañifa de su predominio, que cerca de 70-80 por ciento rechaza. La mayoría aplastante está en su contra, no los quiere.
Ese desprestigio político con y moral no variará hacia 2024, año de la próxima elección presidencial.
Por la reconstrucción integral de Venezuela
Cada día, más compatriotas se suman al esfuerzo histórico por la reconstrucción integral de Venezuela. Desde el corazón de las comunidades estamos articulando el triunfo presidencial alternativo en 2024: el pueblo tiene capacidad, convicciones democráticas y la firme decisión de derrotar simultáneamente a los cómplices de la destrucción nacional, por inmorales, irresponsables, violentos y abusadores del poder. Tiempo suficiente hay, para estructurar el vasto movimiento sociopolítico de cambio solidario, progresista y futurista que requerimos.