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El chavismo y la democratización de la mediocridad I Opinión I Humberto González Briceño

No se puede aspirar a más con un régimen que celebra, incentiva y democratiza, la mediocridad  como uno de sus fetiches más preciados.

Humberto González Briceño

El chavismo ha arrastrado al extremo límite su necio empeño en aferrarse al poder.  Poco importa que el precio sea el desmantelamiento material de la República para tan solo dejar unos despojos naufragando en el mar caribe. Lo único que le importa a esa nefasta fauna política llamada chavismo es seguir en el poder para continuar saqueando hasta que literalmente no quede nada.

El daño material que el chavismo le ha propinado a Venezuela ha sido muy bien documentado en medios y redes sociales que muestran a un país sumido en la mendicidad y sin posibilidades inmediatas de recuperación. Sin salarios decentes, sin hospitales, sin electricidad, sin servicios públicos, sin comida, el 95% de los venezolanos solo puede pensar en sobrevivir la pesadilla chavista de cada día.

Este régimen que sigue en el poder aun en contra de la opinión del 95% de su población cuenta con varios factores a su favor. Uno de ellos, sin duda de crítica importancia, es la mutación de las fuerzas armadas nacionales a brazo militar del chavismo. En el plano político ha sido clave para el chavismo contar con una falsa oposición complaciente que le lava la cara al régimen con una apariencia de confrontación que nunca es tal.

Aparte de estos factores el régimen chavista, tal como lo hace el régimen cubano, tiene que buscar formas de reproducir culturalmente su modelo para embrutecer a la población y formar a los nuevos reemplazos para alimentar la burocracia con la que opera. Esta política se expresa en la resuelta acción de destruir la historia nacional para sustituirla por la épica chavista, acabar con Universidades, escuelas y toda forma de educación formal para reemplazarla por propaganda ideológica

Al daño material que el chavismo le ha causado a Venezuela se suma ahora el daño moral como la acumulación de una serie de acciones destinadas a también desmantelar la educación para asegurarse una población que sea sumisa y no ofrezca resistencia a su modelo. Esta política no es nueva y ha sido la línea definitoria del chavismo desde el comienzo. Provocar la partición de las instituciones para sustituirlas por entidades eminentemente chavistas con apariencia de instituciones y que son impuestas al resto de los venezolanos.

El paro petrolero del 2002, por ejemplo, fue usado por el chavismo para reemplazar profesionales y trabajadores de la industria petrolera con las clientelas del PSUV. Veinte años después ya podemos ver los resultados.

Las protestas de los educadores que hoy vemos en toda Venezuela vienen siendo encabezadas y apoyadas por chavistas desengañados, lo cual le ha dado inusitada fuerza a las movilizaciones. Impotente y necio ante la realidad el régimen ha decidido reciclar la estrategia que usó en el 2002 contra la industria petrolera, esta vez para sustituir “legalmente” a los maestros con jóvenes activistas del PSUV.

El propósito de la recientemente aprobada Ley de Participación Estudiantil en el Subsistema de Educación Básica no es otro que tratar de quebrar la protesta nacional de los maestros en huelga con la incorporación de estudiantes de Educación Básica como profesores a dar clase. Esta acción tiene parentesco con otros ejercicios de piratería tales como aprobar estudiantes sin exámenes, certificar médicos en 3 años, titular periodistas a través del INCE o inclusive graduar oficiales exprés en la Academia Militar saltándose lapsos y materias.

No es difícil anticipar el precio que pagará Venezuela por este nuevo acto de improvisación y piratería que ejerce el régimen chavista hoy encabezado por Nicolás Maduro. Los estudiantes y los profesionales formados por el improvisado sistema educativo chavista serán los peores y los más incompetentes. Pero eso sí, también serán los fieles cuidadores del rancho, hasta que la realidad reviente la burbuja. No se puede aspirar a más con un régimen que celebra, incentiva y democratiza, la mediocridad  como uno de sus fetiches más preciados.

 @humbertotweets  

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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