El 5 de diciembre de 1958, siendo el profesor universitario de la UCV, Edgar Sanabria, presidente de la Junta de Gobierno, se decretó la Ley de Universidades, que reconoce plenamente la esencia autonómica.
Gustavo Luis Carrera I LETRAS AL MARGEN
Para quienes han vivido la Universidad -en ella, de ella y para ella- el destino de la institución es algo clave en su existencia anímica y doctrinaria. Es mi caso. Por eso, a las puertas de un significativo cambio de Autoridades Rectorales, así como de decanos y de representantes profesorales, en la UCV, sentimos los ucevistas algo así como la emocionada incertidumbre ante una alternativa que puede recuperar el rostro digno y leal de aquella Universidad, en cuya estructuración, en1958, participamos activamente.
AUTONOMÍA. La autonomía es el aire que respira el corpus universitario. Es su oxígeno vital. Y esto no ha de extrañar. Autónomas han sido las Universidades desde su creación, sobre todo a partir del siglo XIII. Y la nuestra, fundada en 1721, durante el reinado de Felipe V, recibe el 4 de octubre de 1781, por Real Cédula del rey Carlos III, la concesión de autonomía, imponiéndose que la Universidad de Caracas tiene el derecho a darse su propia constitución, establecer sus reglamentos, y que el Rector sea electo por el Claustro Universitario. Sucesivos gobiernos, después de la Independencia, respetaron a medias, o ignoraron totalmente, el principio autonómico. Hasta que en 1958, al término de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, el gobierno democrático instauró definitivamente la autonomía universitaria: el 5 de diciembre de ese año, siendo el profesor universitario de la UCV, Edgar Sanabria, presidente de la Junta de Gobierno, se decretó la Ley de Universidades, que reconoce plenamente dicha esencia autonómica.
LIBERTAD DE CÁTEDRA. Así como la autonomía es el oxígeno de la vida universitaria, la libertad de cátedra es el agua indispensable que riega el desarrollo científico y humanístico de la academia, del pensamiento diverso e incesante. Durante 30 años tuve actuación directa y exclusiva en la Universidad Central de Venezuela. Después de la jubilación, seguí en actividades investigativas y en cursos y seminarios de posgrado en el área de Letras, como Director del Instituto de Investigaciones Literarias y como profesor de aula. Por la Facultad de Humanidades pasaron sucesivos decanos, todos de la llamada izquierda política, inclusive algunos eran militantes comunistas, y ninguno dejó de respetar la libertad de cátedra, consagrada como una esencia universitaria. Profesores venidos del extranjero, a raíz de la repatriación post dictadura, y los residentes en el país, conformamos el equipo responsable de la estructuración de la nueva Universidad democrática. Y para nosotros fueron guías inspiradoras, irrenunciables, la autonomía y la libertad de cátedra. Fundamentos de la institución universitaria democrática, progresista y creadora. Principios que deben situarse en el culmen del ideario de la salvación de la Universidad democrática.
DIALÉCTICA UNIVERSITARIA. La Universidad es proyección del concepto de universalidad. Y éste se corresponde con la apertura global a las diversas formas de pensamiento, en el juego libre de las ideas, de las escuelas doctrinarias, de las concepciones filosóficas y científicas. Y ello con independencia absoluta de la forma de gobierno imperante en el país. O sea, que quien dice Universidad, dice pluralidad ideológica absoluta. He allí la que fue nuestra aspiración doctrinaria, aglutinadora de todos los que tiene fe en el funcionamiento creador de ideas -no de repetición de dogmas-, en la confrontación de puntos de vista, de proposiciones en controversia. Es la suma entre la duda como método y la multiplicidad como dimensión renovadora permanente. Es el espíritu universitario legítimo, definidor de la institución denominada la Casa del Saber. Y la sabiduría habita en el recinto de la tolerancia y el libre debate ideológico. Si de alguna manera podemos definir el estatus académico es el de caracterizarlo como el campo conceptual de la dialéctica universitaria. Una tesis confronta la idea contraria, y de allí habrá de surgir una conclusión unificadora de ambas perspectivas, o su cuestionamiento abierto hacia futuras indagaciones. En lo único en lo que el espíritu universitario no acepta vacilaciones ni retardos es en el respeto debido a su esencia democrática. La misma que estructuramos en 1958, y que ahora se impone como un compromiso ineludible para las nuevas autoridades. Del respeto irrestricto de la autonomía, de la libertad de cátedra y del espíritu dialéctico, dependerá el que las nuevas autoridades tengan éxito en salvar la UCV creada en democracia.
VÁLVULA: «La nueva UCV, democrática y pluralista, crítica y universalista, surgida en 1958, establece el compromiso de salvar y fortalecer su esencia de institución creadora de diversidad ideológica. Cuando se habla de espíritu autonómico universitario se da por sentada la independencia de pautas del gobierno de turno, de doctrinas sectarias, de fanatismos obtusos. Son principios que resaltan como compromisos para la salvación de la institución que ha sido, es y será Casa y Símbolo del saber de generaciones de venezolanos. Que en ese sentido se oriente el espíritu de quienes toman el relevo como sus autoridades». glcarrerad@gmail.com