Las fuerzas que de alguna forma adversan al chavismo también lucen agotadas y cansadas al punto de ceder posiciones a un régimen que quizás de otra forma solo necesitaría un empujón para venirse abajo.
Humberto González Briceño I OPINIÓN
Nuevamente el régimen chavista parece entrar en una etapa de crisis y agotamiento. Hay confrontaciones entre poderosos grupos del régimen como lo demuestra la defenestración de Tareck El Aissami. Hay malestar en las Fuerzas Armadas chavistas como lo evidencia la ausencia de Nicolás Maduro de los desfiles y actos militares por razones de seguridad. La cúpula del régimen envía a Diosdado Cabello a Cuba para tratar asuntos que no se pueden hablar por teléfono. Y la crisis económica cuya mejor expresión es el colapso de la industria petrolera deja al gobierno sin recursos y hace estragos en la moral de las clientelas chavistas, civiles y militares.
Sin duda el régimen chavista luce estructuralmente agotado mostrando los signos de una inminente implosión producto de sus debilidades internas. Sin embargo, las fuerzas que de alguna forma adversan al chavismo también lucen agotadas y cansadas al punto de ceder posiciones a un régimen que quizás de otra forma solo necesitaría un empujón para venirse abajo. En lo interno la falsa oposición está ocupada en insistir con necedad en negociar minúsculas concesiones del régimen y engolosinada en hacerse parte del nuevo fraude electoral del chavismo.
En un momento que podría ser decisivo como el que hoy se vive la falsa oposición no tiene una propuesta para recuperar la república más que insulsos slogans y catálogos de promesas electorales. La desconexión de todos los candidatos de la falsa oposición que participan en la Primaria con la calle es abismal como lo demuestra el desinterés de la gente en votar y el empeño en continuar abandonando el país. Tampoco esta falsa oposición ha podido articular un planteamiento hacia las diferentes facciones de las Fuerzas Armadas chavistas que es en definitiva donde se decidirá el futuro de lo que queda de Venezuela.
En lo internacional la coalición de países que habían sancionado al régimen chavista se ha resquebrajado y siguiendo el ejemplo de los Estados Unidos todos han emprendido un proceso de replantear sus relaciones con Venezuela y aliviar unas sanciones que nunca fueron aplicadas en todo su rigor.
Varios países han anunciado el levantamiento de sus sanciones al Estado chavista. Los Estados Unidos no oculta que la Venezuela chavista se ha convertido en un suplidor confiable de petróleo y nuevamente los petrodólares regresan a chorros a las arcas del régimen.
Una tiranía como la chavista necesita dinero para poner en la calle, alimentar a sus clientelas y crear una ilusión de mejoría para tapar su propia incompetencia. Por eso contrario a lo que algunos analistas han sugerido el chavismo estuvo considerando posponer o suspender las elecciones con la excusa de las sanciones. La tesis era que mientras haya sanciones no pueden haber elecciones. De allí la campana “Elecciones libres, pero libres de sanciones”.
Pero este plan alterno ha cambiado con la nueva dinámica donde una serie de circunstancias le vuelven a presentar al chavismo una nueva oportunidad para sobrevivir como régimen. Por razones distintas tanto la llamada Comunidad Internacional como la falsa oposición vuelven a lanzarle un salvavidas al régimen justo cuando más lo necesita.
Sin sanciones económicas, con nuevos flujos de dólares por petróleo y ayuda humanitaria, y con una oposición hincada en la tesis electoral al chavismo solo le queda ocuparse de liquidar cualquier intento de rebelión interna para continuar cómodamente en el poder, al menos en el futuro inmediato. Con esa certeza los voceros del régimen se han animado en los últimos días a sugerir con más intención el adelanto de las elecciones para este año ya que las condiciones hoy lucen inmejorables para ellos ante la inhibición, debilidad e incapacidad de sus adversarios.
Sin embargo, lo fundamental de la crisis política se mantiene igual. Todo esto son mejoras o paliativos temporales que le ayudarán al régimen a cruzar del 2023 al 2024 para llegar con un renovado plantel burocrático en el 2025. La economía seguirá destrozada. La industria petrolera destruida. La gente huyendo de Venezuela y los militares desertando. Y las instituciones en las cuales se soporta el estado chavista devoradas por la gangrena de la corrupción.
De todas ellas solo importa que ocurrirá en las Fuerzas Armadas donde una o varias facciones tendrán que asumir la realidad de perecer con el régimen o librarse de él para sobrevivir.