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La UCV: 15 universidades en una

La presencialidad de estudiantes, profesores, empleados y obreros se marchó, al parecer, para siempre. Todo, ahora, es a distancia.

Absalón Méndez Cegarra

La Universidad Central de Venezuela (UCV) es una corporación que suele semejarse a los institutos autónomos, inclusive, hay autores y organismos que la confunden impropiamente. La UCV, mantiene su carácter corporativo desde su acta fundacional, hace más de trecientos años. La UCV, es una institución colonial, muy anterior a la República.

En la actualidad, la UCV, es una institución pública, reglada, sometida al ordenamiento jurídico de la nación y, por lo tanto, regida por normas jurídicas impuestas y por normas jurídicas internas, creadas por la propia institución, en ejercicio de sus facultades autonómicas.

La UCV, como institución, es una sola, dotada de personalidad jurídica propia; pero, en la práctica, en la realidad y operativamente, es una suma de universidades que comparten un espacio geográfico: la Ciudad Universitaria de Caracas o “Campus Universitario” y su prolongación en Maracay, Estado Aragua.

Lo afirmado, estamos seguros, molestará muchos intereses y, algunos miembros de la comunidad universitaria dirán que apuntamos al fraccionamiento de la UCV. No nos anima en lo más mínimo esa posición, al contrario, se trata de hacer un llamado a la unidad e integralidad corporativa.

Con frecuencia suele decirse que la realidad es más terca que la teoría; por consiguiente, la realidad se impone. Una cosa es lo que señala el ordenamiento jurídico universitario y, otra, muy distinta, lo que hacen las personas (órganos administrativos individuales) llamadas a aplicar dicho ordenamiento. Aquí, encontramos, no solo contradicciones, sino, lo más grave, abierta e impune violación de las normas jurídicas que rigen la institución.

La UCV, luce como una institución anárquica, caótica, ingobernable, movida por la inercia del transcurrir del tiempo, muchas veces, vacía, sin vida. La pandemia del Covid-19, partió en dos la historia del mundo; pero, en la UCV hizo estragos difíciles de superar.  De la noche a la mañana, la UCV cambió radicalmente. La presencialidad de estudiantes, profesores, empleados y obreros se marchó, al parecer, para siempre. Todo, ahora, es a distancia. Hay una despersonalización casi total, con todo lo que ella entraña en materia de incumplimiento de obligaciones laborales. Son muy pocos los profesores que han vuelto a las aulas, la matrícula estudiantil ha disminuido poderosamente, empleados y obreros, por ordenes sindicales, algo inexplicable, en el mejor de los casos, hacen presencia dos ratos a la semana. La escasa vida de la universidad descansa sobre muy pocos héroes y, en efecto, son héroes, los que con los mismos salarios o menos de los percibidos por quienes no asisten al trabajo, acuden diariamente a cumplir con sus obligaciones, alentados por el interés de no ver una UCV cerrada plenamente.  El éxodo estudiantil es marcado. Los estudiantes que se quedan deben disputarse profesores, secciones y aulas, para poder inscribir y cursar una o dos asignaturas de las ofertadas periódicamente en la programación académica de Facultades y Escuelas. Sencillamente, no hay para más. Y, el movimiento estudiantil, otrora aguerrido, hoy, es silente, resignado.

La UCV, formalmente, es una sola institución, prácticamente, son no menos de 15 universidades, a saber: 11 Facultades y 4 dependencias rectorales, no incluimos en la cuenta a  las dependencias centrales, los núcleos, estaciones experimentales, institutos, empresas, fundaciones,  porque, al fin y al cabo, esos organismos descentralizados están adscritos a las Facultades o a los rectorados y secretaría.

La UCV, organizativa y funcionalmente, es un remedo del sistema feudal, con gobiernos y reglas propias en cada feudo. Y, hablamos de feudos, para no hablar de conucos, toda vez que los gobiernos feudales, hacen de la suyas, como el río en conuco, es decir, lo que les viene en gana, sin importar las consecuencias, inclusive, de carácter patrimonial para la institución, todo bajo un manto de complicidad, impunidad e irresponsabilidad.

Muy recientemente hemos conocido de varias situaciones sucedidas en los feudos conocidos como Órganos Centrales, Facultades y Escuelas.  En momentos que toda la comunidad universitaria, entusiasmada por las elecciones universitarias, esperaba conocer el estado ruinoso o no de la institución, después de 15 años de gobierno universitario legal, transitorio e interino, nada ha sucedido. El equipo rectoral luce disperso, no integrado, sin una política universitaria coherente y expresa, que sirva de reconstitución y reconstrucción del cuerpo universitario. Buena parte de los universitarios teníamos la firme esperanza que el Consejo Universitario y el nuevo equipo rectoral, previo diagnóstico institucional, decretaría el estado de emergencia universitaria. Total, equivocación. Lo prioritario ha sido el reparto del poder y gobierno universitario. Inventar estructuras organizativas no previstas legal y reglamentariamente y violentar otras existentes con el propósito de crear nuevos cargos o  evitar el nombramiento de algunas personas, al parecer, no del agrado de ciertas autoridades.   Los Consejos de Facultad, por su parte, actuando al margen de la Ley y Reglamentos Universitarios, intervienen cátedras y destituyen arbitrariamente jefes de cátedra y de departamentos, coordinadores y responsables de programas de postgrado; se inventan procedimientos contrarios a los reglamentos  para interferir el derecho al ascenso de los profesores, hacen concesiones graciosas para pagar facturas electorales sin importar las consecuencias académicas para la institución, difieren el conocer sobre materias  académicas sustantivas, prefiriendo perder el tiempo en superficialidades. Los Consejos de Escuela, hacen lo propio y menosprecian la programación académica elaborada por cátedras y departamentos, sustituyen profesores, dejan a profesores sin carga horaria y modifican las condiciones generales de trabajo, sin importar la situación de los alumnos, al fin y al cabo, éstos tampoco muestran interés por el asunto. En fin, las promesas electorales, como es costumbre, se han diluido, preferible el hacer uso intensivo y extensivo de las redes sociales, figurar. Cosas como rescatar la nómina universitaria, mejorar la seguridad social de los trabajadores universitarios, las condiciones generales de trabajo, que incluya un salario suficiente para la satisfacción de las necesidades, el cupo universitario, el derecho a estudiar, etc., queda para después.  Hoy, como ayer, tenemos una UCV y 15 o más universidades en una.  Misterio difícil de entender y desentrañar.  

@absalonmendez1

EL AUTOR es abogado y licenciado en trabajo social. Profesor de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la UCV. MSc en Administración Privada, doctor en Ciencias Sociales. Ha participado en la redacción de la Ley Orgánica del Sistema de los Seguros Sociales, Ley de Vivienda y Hábitat, Ley del Régimen Prestacional de Salud, Ley del Régimen Prestacional de Empleo, entre otras.

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