El problema con ambos desenlaces es que no hay garantías de avanzar al cambio político que necesita Venezuela.
Conforme se agota el tiempo para inscribir candidatos presidenciales en la farsa electoral del chavismo las opciones que se le presentan a María Corina Machado y los partidos de la PU/MUD se reducen a dos: Negociar la escogencia de un candidato interino o no participar en el proceso.
Si alguien aún tenía dudas sobre la estafa electoral del 2024 el chavismo las ha despejado todas. Desde el CNE chavista han convocado a unas elecciones para el 28 de Julio con un cronograma que es virtualmente imposible de cumplir en desacato a la propia legislación chavista. Esto se suma a la inhabilitación de María Corina Machado, virtual ganadora de una elección si existieran garantías, y ahora la eliminación de las tarjetas electorales de la PU/MUD para postular candidatos.
Sin embargo la arremetida del chavismo para dejar claro que esto es una farsa no termina allí. La persecución y encarcelamiento de dirigentes de Vente Venezuela y otros partidos en los últimos días deja muy claro hasta dónde está dispuesto el chavismo a llegar para retener el poder.
Frente a todos los obstáculos que el régimen chavista le ha puesto a la participación de la PU/MUD estos opositores insisten en que nadie los sacará de la vía electoral. Hay que preguntarse entonces cuál es la razón de ese empeño. El Estado chavista controla todas las instancias del proceso electoral y está haciendo uso de la fuerza de su aparato policial-militar para perpetrar su estafa electoral. En estas condiciones resulta evidente que estamos frente a un resultado cantado de antemano por lo cual no se entiende que la oposición de la MUD siga empecinada en formar parte de esa farsa.
En parte el régimen ha logrado lo que quería. Convocar a una elección con la participación de un sector de la falsa oposición ante el tímido cuestionamiento de países que conforman la llamada comunidad internacional. El resultado de esta operación es absolutamente cuestionable, pero al igual que la elección de 2018 será aceptado en reconocimiento a quien ejerce el poder político y militar realmente existente en Venezuela.
Las absurdas y tramposas condiciones electorales, que tanto María Corina Machado como la PU/MUD han aceptado, sólo admiten dos posibles desarrollos sin que ninguno de ellos conduzca al cambio político.
La primera opción es escoger a un candidato interino que represente a María Corina Machado en esa falsa elección. Esta opción tiene muchos inconvenientes que operan en beneficio del régimen. ¿Cómo escoger ese candidato? ¿Negociado? ¿Impuesto por MCM? ¿Se pueden endosar los votos de María Corina al candidato interino? Y finalmente, ¿qué hacer si también inhabilitan a ese candidato?
La otra opción es que María Corina Machado y los partidos que la apoyan, ante el abuso del régimen chavista, llamen a la gente a pelear en la calle y no votar en el evidente fraude electoral. ¿Hay condiciones objetivas para ir a pelear en la calle? ¿Estarían realmente dispuestos María Corina Machado y la PU/MUD a salirse finalmente de la vía electoral?
Las reuniones de María Corina con Manuel Rosales y otros jerarcas de la falsa oposición sugiere que lo más probable es que tanto MCM como la PU/MUD seguirán ambos en la accidentada y tortuosa vía electoral. Si hay una negociación exitosa sobre el candidato interino y la tarjeta que lo pueda postular María Corina y la PU/MUD seguirán juntos, de lo contrario cada uno iría por su lado.
El problema con ambos desenlaces es que con un candidato interino que le haga el juego a la farsa electoral del chavismo o inclusive llamando desesperadamente a última hora a la abstención no hay garantías de avanzar al cambio político que necesita Venezuela.
Lo que cada vez se revela con mayor nitidez es que la estrategia de votar ciegamente en tiranía es una estrategia fallida porque su desarrollo depende enteramente del régimen chavista. Es necesario pensar una estrategia diferente para expulsar al chavismo del poder. Pero antes será necesario organizar una vanguardia política con la claridad y la capacidad para combinar todos los métodos de lucha sin ser prisioneros del fundamentalismo electoral.
EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.