¿Quién gana la guerra económica? Nadie lo sabe. Pero si se evalúa la batalla de poder en el comercio exterior queda claro que el Estado desplazó a la empresa privada para convertirse en el mayor importador del país
Margaret López
Cuando se voltea a mirar la bolsa plástica del supermercado para alertar si se vende harina de maíz o desodorante cerca, nadie parece estar muy claro en saber quiénes se disputan la llamada “guerra económica”. Un ejército se presenta por número de cédula ante la caja para adquirir los productos a precios bajos, pero allí tampoco se libra el enfrentamiento. La escasez es el edificio derruido después de las bombas. La escasez ni siquiera es el fortín de refugio. La escasez es la consecuencia visible de la contienda.
“Fedecámaras y sus aliados nos han declarado la guerra económica y yo la he aceptado”, dijo el fallecido presidente Hugo Chávez el 3 de junio de 2010, cuando se giraba el timón de un modelo económico sustentado en la renta petrolera y con las importaciones como protagonista. ¿Quiénes empuñan el fusil? ¿Quiénes llevan el escudo? ¿Quién gana? Ninguna de las repuestas parece clara, salvo que el Estado se convierte hoy en el nuevo mayor importador del país.
Debajo de las acusaciones al contrabando fronterizo, el acaparamiento, la cúpula empresarial e incluso los Estados Unidos, pocos parecen reconocer el cambio que ocurre en la mirada global de los puertos. Miguel Pérez Abad, el presidente de la Federación de Industriales, Pequeños, Medianos y Artesanos de Venezuela (Fedeindustria) y la experta en comercio exterior Aura Marina Palermo, sin embargo, coinciden en que el país avanza hacia una fórmula nueva para la empresa privada.
La pregunta es directa y sencilla: ¿Cómo define la guerra económica? “La ruptura de un modelo que ya no funciona en términos del sector privado. Nosotros nos acostumbramos a una manera de producir y eso quedó atrás. Tenemos que cambiar la manera en que se ha venido produciendo en Venezuela”, responde Pérez Abad, quien también ejerce el cargo de Comisionado del Estado Mayor Económico.
[quote_center]Las importaciones gubernamentales de productos terminados se hicieron 18 veces más grandes en una década[/quote_center]
Palermo no cree que el cambio sea nuevo. La directora de AP Consulting Group prefiere, de hecho, recordar que el aparato legal para el control estatal del comercio exterior viene en construcción desde el año 2010 cuando se prohibieron las importaciones con el llamado “dólar permuta”, que se vendía abiertamente a través de las casas de bolsa y funcionaba como una ventana para surtir los anaqueles, en especial, en sectores no prioritarios como electrodomésticos y celulares.
“En 2010 pasamos a un control de cambio absoluto a pesar de que no se sintió. El Estado se hizo de una estructura legal para dirigir las importaciones, las exportaciones y la inversión extranjera. Las empresas no se voltearon a producir en tiempos de una bonanza económica. No se voltearon a exportar y a producir sus propias divisas y ahora vamos rumbo a una economía de planificación centralizada”, dice Palermo cuando se le pregunta por “la guerra económica” que en las calles se vive en forma de fila de tres horas para conseguir cuatro kilos de harina de maíz a la semana.
El avance de las tropas en los puertos
Los números oficiales del Banco Central de Venezuela (BCV) muestran cómo se labró ese camino por el control de las compras en el extranjero. Al cierre de 2002 en medio de una fuerte oposición política al gobierno de Chávez y con un paro de producción de más de dos meses, la importación de bienes finales por parte del Ejecutivo apenas era de 149 millones de dólares. Para 2007 cuando se vivió la primera crisis de desabastecimiento en el país, el gobierno avanzó hasta los $1.749 millones en importaciones de productos terminados.
Cuando Jorge Giordani, el entonces Ministro de Planificación, le cerró la puerta en 2010 al mercado permuta de divisas que se mantuvo como una válvula para que empresarios privados importaran repuestos para maquinarias y artículos sin esperar por la bendición de la Comisión de Administración de Divisas (Cadivi), las importaciones públicas de bienes finales ya eran de $3.245 millones, es decir, la mitad (57,71%) de las privadas que sumaron $5.623 millones ese año.
Hoy probablemente sea el Estado quien esté importando la mayor parte de los bienes de consumo final
— Henkel Garcia U. (@HenkelGarcia) May 14, 2015
Las importaciones gubernamentales de productos terminados se hicieron 18 veces más grandes en una década. Porque hasta el tercer trimestre del año pasado, la última cifra publicada por el BCV, el poder estatal en las compras en el extranjero representó tres cuartos (77,76%) de las importaciones privadas en ese rubro de bienes finales, en otras palabras, de artículos listos para vender.
La apuesta es que para diciembre de este 2015, el gobierno se convierta finalmente en el mayor importador del país al superar a la empresa privada, que según las estimaciones de la firma Ecoanalítica recibe un flujo cercano a 40 millones de dólares diarios por vía del Centro Nacional de Comercio Exterior (Cencoex), el promedio histórico más bajo desde que se instauró el control de cambio.
Las batallas épicas: Telecom Venezuela y el Dakazo
Dos sectores económicos parecen los avances claves de esa línea de guerra donde el gobierno nacional desplaza a la empresa privada: celulares y electrodomésticos. En el primer caso, el poder se tomó en una batalla silenciosa y sin mayor combate. Telecom Venezuela se creó en 2004, pero no fue sino varios años después cuando terminó por centralizar las importaciones del sector.
Los primeros iPhone 3G que Movistar trajo a Venezuela se vendieron en 2008 con enormes colas a sus puertas, que se desvanecieron en la medida en que la compañía española dejó de obtener los dólares directamente de Cadivi y decidir en su propia estrategia cuáles equipos y a qué precio venderlos en el país.
Teléfonos inteligentes, celulares de gama baja, los chips para las líneas, los repuestos, los decodificadores, las tarjetas de suscripción, las antenas satelitales y el resto de los equipos de telecomunicaciones desde hace más de cinco años son comprados y homologados en el país exclusivamente por la empresa estatal Telecom Venezuela.
Movistar y Digitel, al igual que DirecTV e Intercable, aunque sean competidores privados, igual están sujetos a los equipos que la empresa estatal decide traer al país a esa tasa de Bs 12 por dólar, fijada por las subastas del Sistema Complementario de Divisas (Sicad).
Las vitrinas a medio llenar con equipos celulares que llevan un cartel de “no disponible para la venta” se explican, entonces, cuando se revisa la Memoria y Cuenta del Ministerio de Ciencia y Tecnología, que revela que las importaciones de Telecom Venezuela cayeron 63% durante el año pasado.
[quote_center]No todos creen que el Estado pueda centralizar todas las importaciones y menos en todos los ramos[/quote_center]
La batalla en el ramo de los electrodomésticos fue diferente. Un total de 14.388 equipos de línea blanca trajo el gobierno desde China en 2008. Dos años más tarde fue cuando se creó la misión “Mi Casa Bien Equipada” y se concretó la compra de tres millones de lavadoras, secadoras, aires acondicionados y neveras a la empresa china Haier.
En noviembre 2013 se dio el bandazo decisivo. La operación de los fiscalizadores de la Superintendencia de Precios Justos (Sundecop para el momento), que tomó por control y remató los inventarios de los distribuidores privados, terminó por darle el poder central al gobierno nacional que ahora en época de crisis tendrá que decidir si se darán o no algunas divisas para la importación de un pequeño cúmulo de electrodomésticos para la navidad 2015. Sin embargo, no todos creen que el Estado pueda centralizar todas las importaciones y menos en todos los ramos.
“Tal vez el Estado no pueda con todo, porque se le complejiza mucho la operación. Tenemos una propuesta que acabamos de presentar de un conglomerado de insumos de materias primas que lo queremos incorporar a un sistema consolidado de importaciones” aseguró Pérez Abad.
El conglomerado es una fusión de un grupo de pequeñas empresas privadas que en conjunto negocian con los proveedores extranjeros para conseguir mejores precios, pero que reducen sus elementos de competencia en el mercado porque tienen casi siempre los mismos productos y que pudieran igualmente estar bajo el control directo del Estado.
¿Hasta dónde se extenderá el desplazamiento de la empresa privada en las importaciones del país? Nadie lo sabe, pero lo claro es que “ahora en esta coyuntura es que el gobierno puede abrir la caja negra del comercio exterior que está en manos de los empresarios privados”, como repite el sociólogo Luis Salas en cada uno de los foros de “La guerra económica” patrocinado por el Ministerio de Comunicaciones.
Si quiere contactar a la autora de este trabajo escriba a mjlopez60@gmail.com o vía Twitter: @jamsg