Los científicos venezolanos conforman la segunda nacionalidad de latinoamericanos con mayor presencia en proyectos internacionales. Pero representan a instituciones foráneas porque, paradójicamente, Venezuela es el segundo país de la región que en los últimos años no ha firmado convenios oficiales de cooperación científica, al igual que Bolivia
Gabriela Rojas
En laboratorios y salones universitarios de muchas partes del mundo la presencia de científicos venezolanos es una constante en las ecuaciones. Una larga lista de físicos, químicos, matemáticos y biólogos han formado parte de investigaciones que son hitos en el desarrollo de la humanidad.
Quizá uno de los ejemplos más difundidos recientemente es la participación de 13 venezolanos en el equipo de 1.500 científicos que hallaron el Bosón de Higgs, también conocido como la “Partícula de Dios”, la investigación más importante de la física moderna en los últimos 30 años, llevada a cabo en el Cern (Organización Europea para la Investigación Nuclear –Cern- por sus siglas en francés) donde la presencia de estudiantes criollos es continua y fructífera.
Esta generación ronda los 30 años de edad. Son parte de un recurso humano de altísimo nivel formado en universidades venezolanas que se consolidan en distintas áreas ante la comunidad científica internacional. Aunque la nacionalidad es el factor común que los une, sus trabajos representan a otros países ya que dependen de las instituciones foráneas que financian sus proyectos porque Venezuela no tiene acuerdos oficiales de cooperación con el Cern, lo que dificulta el intercambio institucional y el acceso a uno de los principales centros de generación de conocimiento del mundo.
Claudio Mendoza, investigador y profesor del Centro de Física del Ivic, señala que el proceso científico se hace en la arena internacional: “lo normal es que los investigadores jóvenes salgan a formarse en Europa y Estados Unidos, el problema es que no están regresando”. Mendoza ha sido el mentor de muchos de estos estudiantes y su preocupación se fundamenta en las difíciles condiciones que encontrarán al regreso.
“Mis estudiantes se van aceptados por excelentes universidades porque son suficientemente buenos para desarrollar grandes proyectos pero cómo hacemos para que regresen ¿qué les ofrecemos?”, y enumera los problemas presupuestarios que enfrentan las universidades nacionales, el bajo nivel salarial de los docentes, la falta de recursos para el financiamiento, a lo que se suman las dificultades para viajar al exterior y obtener divisas.
“Aquí la situación es atípica. La necesidad de captar recurso científico es muy agresiva. En Venezuela pueden cobrar 100$ contra 4.000$ que les ofrece Colombia. La competitividad en los países de la región es cada vez más fuerte pero Venezuela va al revés porque lo que hace es regalarlo”, asegura el docente e investigador del Ivic.
Arturo Sánchez Pineda, físico que trabaja en desarrollo de software en la sede del Cern (Ginebra, Suiza), asegura que “en proporción de nacionalidad somos más venezolanos que otros países que tienen el convenio firmado”.
Sánchez precisa que regresar es complicado: “no porque Venezuela esté mal es que aún hay cosas por hacer. Nacimos y crecimos en un momento universal único y hay que estar cerca de lo que ocurre en los espacios donde se genera el conocimiento”.
[quote_center]»Hay una tendencia en Venezuela a considerar que la ciencia debe ser utilitaria y no es así»[/quote_center]
La capacidad de estar en contacto continuo con estos procesos es fundamental para cada uno de ellos, y por tanto se convierte en una condición necesaria para orientar sus carreras. Reina Camacho, física de altas energías también en el Cern, agrega: “la ciencia es colaborativa y es necesario ver las técnicas que utilizan afuera; la comunidad científica debe estar en constante formación”.
En ese esfuerzo por mantener la calidad de la formación está Claudio Mendoza junto a Luis Núñez, investigador y docente de la ULA y de la Universidad Industrial de Santander residenciado en Colombia, quienes conformaron un triángulo de alianza con José Ocariz, profesor venezolano de física residenciado en París, quien también ha trabajado en proyectos del Cern. Cada uno desde su área identifica la potencialidad de estudiantes venezolanos y se convierten en una especie de scouts, captadores de talento.
“La academia necesita muchos vínculos internacionales para que los estudiantes accedan a otro nivel de formación porque individualmente es muy difícil lograrlo”, apunta Núñez, quien viaja continuamente entre Colombia y Venezuela para mantenerse como tutor y guía de estudiantes de la ULA.
Acuerdo de cooperación
Desde hace 10 años han surgido varias iniciativas para lograr el acuerdo oficial entre el Estado venezolano y el Cern. Para ese entonces pocos países de América Latina habían firmado el acuerdo, solo Brasil y México. Pero a la fecha casi todos los países latinoamericanos han logrado establecer oficialmente este convenio, menos Venezuela y Bolivia.
José Ocariz explica que el Cern es un organismo de estatuto internacional que establece relaciones con los países pero sus interlocutores son las agencias de ciencia de cada Estado, que en este caso sería el Ministerio de Ciencia y Tecnología o el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit). El mayor acercamiento ocurrió entre 2009 y 2011: “los planteamientos fueron muy bien recibidos y la atención fue positiva pero hasta la fecha no se ha concretado”.
Pero las iniciativas no cesan. Hace dos años, Arturo Sánchez vino a Venezuela invitado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología para revisar los programas que ambas instituciones pudieran tener en común e intercambiar papeles para mantener el vínculo. Este contacto significó un importante acercamiento pero perdió continuidad y se fue enfriando. Sánchez destaca que nuevamente se están reactivando los esfuerzos.
Hace pocas semanas, una representación de físicos entre los que se encuentra Reina Camacho, entabló contacto con la embajada de Venezuela en Suiza para presentar un seminario que les permitió dar a conocer el trabajo que están haciendo y los proyectos en los que están involucrados para impulsar desde distintas vías la posibilidad de concretar el acuerdo.
“La importancia de este acuerdo es que con el Cern se pueden lograr contribuciones de conocimiento, tecnología de punta y eso siempre va a ser beneficioso para el país. Por ejemplo, Venezuela podría mandar a estudiar personas en áreas como la física médica, o de partículas, donde hay una gama gigantesca de proyectos. Habría intercambio en muchas áreas, desarrollo de ingeniería y tecnologías de información y pueden usar laboratorios de alta tecnología que van a fortalecer a la comunidad científica venezolana”, explica Camacho.
Homero Martínez, físico de altas energías que trabaja en Trieste, Italia, agrega que nada más la posibilidad de que la gente del Cern vaya al país a desarrollar proyectos lo convierte en un área de crecimiento: “una oportunidad que están aprovechando otros países como Ecuador, donde continuamente realizan campamentos científicos que reciben investigadores de todas partes del mundo”.
Mientras, la lista de científicos venezolanos que trabajan fuera de nuestras fronteras se extiende. Por ejemplo, la matemática Adriana Salerno es profesora asistente del Bates College, en Maine; Néstor Guillen es profesor asistente del departamento de Matemática y Estadística de la Universidad de Massachusetts; o el matemático Gustavo Ponce, quien trabaja en la Universidad de California. Los químicos e ingenieros Winder González, Judilka Bermúdez, Daniel Franco, Andrea Camacho, Jesús Vásquez y Gabriela Acosta trabajan para la Universidad de Padova, Italia, en actividades relacionadas con física nuclear. O los biólogos Rodolfo Jaffee, quien ha hecho estudios con abejas y está en postdoctorado en Sao Paulo, Brasil; Patricia Salerno que es jefa de laboratorio en Fort Collins, EEUU y tiene un trabajo sobre biodiversidad en los tepuis; Claudia Moccia que desarrolla investigación en una empresa farmacéutica en Berlín, Alemania; Marianna Domínguez quien trabaja en Hawai; o Gabriela Eiris que desarrolla proyectos de ciencia ambiental, está en Perth, Australia.
[quote_center]»La necesidad de captar recurso científico es muy agresiva. En Venezuela pueden cobrar 100$ contra 4.000$ que les ofrece Colombia»[/quote_center]
“Hay una tendencia en Venezuela a considerar que la ciencia debe ser utilitaria y no es así. En ninguna universidad del mundo la ciencia se califica como útil o inútil. Ciertamente hay problemas locales que deben ser atendidos y lo hemos hecho pero la ciencia no puede ser prioridad solo si tiene una utilidad primaria. Estamos hablando de personas que están respondiendo preguntas universales, temas globales que dictan el desarrollo de la humanidad”, enfatiza Claudio Mendoza, investigador del Ivic desde hace más de 20 años.
Si quieres contactar a la autora de esta historia, escribe a gabriela@larazon.net