A estas alturas y faltando cuatro meses para la contienda, el régimen perdió la fe de un pueblo
Rubén Osorio Canales
Quien diga que esto ya se acabó, que este régimen tienen sus días contados, no entiende que lo que aquí hay es un régimen dictatorial populista, al que solo le interesa el poder y el goce de sus prebendas a las cuales se suma su miedo a perderlas. Ojalá que lo que vamos a dilucidar en diciembre 6, si es que se da la consulta, sea escoger entre unos diputados que quieren llegar a la AN con la intención de ponerle orden al caos continuado que ha promovido el régimen y otros que lo fomentan; ojalá se tratase de o votar por diputados que creen en la democracia o por otros que no sólo no creen en ella sino que trabajan para que desaparezca; ojalá que solo se tratase de escoger entre quienes creen en el diálogo y la inclusión o votar por quienes consideran que el diálogo es un invento del diablo y por lo tanto lo combaten sin importar sus consecuencias. Ojalá fuese solamente eso porque de ser así estamos en grado de asegurar que la aventura castro comunista en Venezuela aparentando utilizar los métodos de la democracia ha llegado a su fin. Sin embargo sería engañoso no considerar la intención manifiesta del régimen de no reconocer un triunfo opositor el día 6 d tal como lo han expresado tanto el presidente Maduro como el ala militar que lo acompaña. Eso de decir que de ganar la oposición estallará una guerra a muerte y que él sería el primero en salir a librarla, no es una bravuconada sin importancia, es un vulgar chantaje que pone en evidencia la ausencia de cualquier sentimiento democrático y remarca la conducta abominable de toda dictadura, los despropósitos a veces pueriles de las denuncias del heredero, la conducta autocrática del presidente de la AN, la complicidad y apoyo total e irrestricto del TSJ a todas esta maraña de tejidos visiblemente inconstitucionales que rigen en el país, las posturas irreductibles y fraudulentas del CNE en su negativa a permitir observadores internacionales que no sean los invitados por el régimen, el tono miserable y profundamente abyecto que el régimen le imprime a la campaña “electoral” con acusaciones calumniosas sin ningún fundamento y el desproporcionado lenguaje de los protagonistas de un régimen que una vez más nos muestra sus muy perversas intenciones. Y es que a nadie se le escapa que si a algo este régimen le tiene terror es a perder el control legislativo. De suceder ese milagro, el régimen en todos sus estratos piensa y teme que podrían ser descubiertos en sus engaños, que tendrían que rendir cuenta de sus despropósitos a lo largo de estos dieciséis años y pagar las consecuencias que ello traería. Todos, desde aquellos que se han desempeñado como presidentes, ministros, presidentes de empresas del estado tanto de las constituidas institucionalmente, como las que fueron producto de las inhabilitaciones, y todo aquel funcionariado que contribuyó con acción u omisión temen pasar por las investigaciones a las que desde hace dieciséis años se han negado en la AN abusando como lo han hecho de su mayoría fraudulenta. Ese solo temor se convierte en esta hora, en un ejercicio de complicidad compartida capaz de darle un palo a la lámpara y de una vez asumir lo que hasta ahora se obstinan en negar a pesar de los hechos y es que este régimen es pura y llanamente una dictadura y como si fuese poco militar. Porque hay algo que también salta a la vista y es que desde su comportamiento hasta sus enunciados y denominaciones de las cosas este régimen fue militar, ordenado e impuesto por un militar y respaldado por el componente militar y ese hecho, unido a lo anteriormente expuesto nos lleva a afirmar que el escenario es más que complejo, peligroso y que a estas alturas, así las encuestas nos digan que el régimen por primera vez en estos dieciséis años está en una asombrosa y teóricamente irreversible desventaja, sería un acto de pueril insensatez, cualquier triunfalismo porque de semejante régimen se puede esperar cualquier cosa menos corrección, respeto a las normas, comportamiento democrático y estados de reflexión que lo conduzca a reconocer en todos sus errores, abusos e insensateces, las causas de su derrota. Qué pasaré de aquí al 6D, no es fácil saberlo, pero lo que sí se sabe es que a estas alturas y faltando cuatro meses para la contienda, el régimen perdió la fe de un pueblo.