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A un año en La Tumba

Lorent Saleh

Obama y Saleh son los más populares en el lenguaje del Ejecutivo a la hora de buscar culpables de los males del país


Tamara Suju Roa

Yamile Saleh se levanta muy temprano los martes. A las 4:30am la busca el taxi que la lleva al terminal, donde toma el autobús rumbo a Caracas. Va cargada. Lleva ropa limpia, comida, chocolates, dulces, libros o periódicos y la ansiedad que la mayoría de las madres llevan en sus entrañas por saber como están sus hijos, aunque estos sean ya unos hombres y mujeres.

Al llegar a la Plaza Venezuela, se dirige a la sede del SEBIN. Ahí pasa los controles de rigor, la revisión y un custodio la acompaña al ascensor, donde baja…baja…al sótano donde mantienen a su hijo encarcelado desde hace ya un año. Cuatro horas de felicidad, de tristezas, de angustias, de añoranzas. Ese es el tiempo que Yamile puede compartir con su único hijo, Lorent Saleh y con el que ha adoptado como suyo, Gabriel Vallés, que le cuentan cómo ha transcurrido esa semana y preguntan ansiosos qué ha pasado en la superficie, en el país, en el mundo.

Los muchachos hablan de lo que leen, lo que escriben, de lo que ven cuando los sacan al sol. Pero también hablan de su futuro, de lo que harán cuando todo este horror que los mantiene encarcelados se acabe, de sus sueños, del tiempo perdido en una cárcel acusados injustamente, a través de un montaje de un patriota cooperante sin que existiera algún acto de violencia que los incrimine. ¿Recuperar el tiempo? Cómo olvidar los primeros siete meses que estuvieron incomunicados, sufriendo vejámenes y maltratos físicos y psicológicos, reconocidos mundialmente como torturas blancas, con el objetivo de someterlos a extremas presiones y llevarlos al desespero, para luego utilizar su precario estado físico y psicológico para obtener de ellos una declaración que inculpara a líderes y personas de la sociedad civil democrática.

Yamile no olvida que ante estas pretensiones, su hijo dijo que acusar a inocentes era un acto criminal y él no era un criminal. Las lágrimas brotan de los ojos cuando cuenta cómo su hijo ansía ver la noche y la luna. El tiempo en la tumba está suspendido…todo pasa, nada pasa. Recuerdo claramente aquellos días, al finalizar la huelga de hambre que realizaron los jóvenes en el año 2010, frente a la sede de la OEA, entre ellos Lorent Saleh, que fue uno de los líderes de la protesta que llevó a la liberación de nueve presos políticos. Como algunos de ellos, al salir del Helicoide, fueron a donde estaban los huelguistas esperándolos y les decían que tenían años sin ver la noche y sentir el viento cálido y contemplar la luz de la Luna. Quizás no podamos entender lo que esto significa, porque la noche la tenemos a nuestro alcance, y casi ni percibimos su importancia. Pero para quienes están encerrados sin luz ni ventilación natural durante días, meses y años y sólo respiran aire acondicionado y la luz que perciben es artificial, subir por una hora a la superficie y recibir luz natural es sobrecogedor.

Los temores son muchos. El gobierno nacional no ha dejado de nombrarlos. Podríamos decir que Obama y Saleh son los más populares en el lenguaje del Ejecutivo a la hora de buscar culpables de los males del país, y sobre todo, de los montajes burdos y sin fundamento que buscan desacreditar, desarticular y dividir a la oposición democrática. Aún hoy, encerrados donde están, los nombran y culpan de hechos de los cuales no tienen la menor idea.

12 veces han suspendido su audiencia preliminar, que debió haber ocurrido hace 11 meses atrás. Sin acusación formal, sin proceso. La incertidumbre de no saber qué trama el régimen y hasta cuándo estiraran la plastilina es ya un mecanismo de tortura psicológica. Comparten expediente con el Alcalde Antonio Ledezma. La próxima audiencia está fijada para el 22 de Septiembre. El gobierno de Santos entregó a estos dos jóvenes sin concederle el derecho a la defensa, sin que pudieran ser asistidos por un abogado, violando sus derechos humanos y convenios internacionales. Además, se los entregaron en el puente fronterizo al SEBIN, la policía política del Estado. Para ese momento, septiembre del año pasado, ya era conocido por toda la opinión pública cómo ese cuerpo de seguridad había torturado a jóvenes detenidos en las manifestaciones, además de tener a dos presuntos implicados en los asesinatos de Bassil Da Costa y Juan Montoya el 12 de Febrero.

Yamile sale de la tumba apesadumbrada. Abajo, en ese hueco, quedan su dos hijos, el que parió y el que adoptó. En sus hombros lleva el sentir de todas las madres que tienen a sus hijos presos en distintas cárceles venezolanas por exigir sus derechos y defender la democracia.

Desde esta columna, quiero como madre y como venezolana, enviarle un mensaje de fortaleza, admiración y solidaridad a ellas, a todas las mujeres venezolanas que han visto cómo sus hijos han salido a la calle a luchar por una Venezuela mejor, aunque en su mayoría sólo recuerdan estos 16 años de confrontación, de instigación al odio y división por parte de aquellos que llegaron al poder de la mano de la democracia para destruirla y convertir a Venezuela en la cuna de la violencia, el abandono, el atraso y la pobreza. La mayoría de esos jóvenes no han conocido otra Venezuela, pero ahí están, claros, persistentes, mostrándonos cómo los valores de libertad, respeto, justicia y solidaridad, que han aprendido en casa y con sus maestros, forman parte de su aporte para la construcción de la nueva Venezuela que estoy segura llegará pronto. ¡Libertad para todos los presos políticos!

@Tamara_Suju