La salida a la calle precedió al voto, creando las condiciones subjetivas con el cambio favorable de la opinión mundial, y ahora el voto conduce a la calle para hacer efectivo el mandato imperativo de salir de Maduro
Jesús Antonio Petit Da Costa
Los sucesos de 2014 y 2015 han venido a confirmar que la estrategia correcta para liberarnos de Cuba y su gobierno títere (la narco-tiranía de la delincuencia organizada) es alternar y combinar todas las formas de lucha, lo que algunos resumieron en el slogan: voto y calle, calle y voto (Remito a mi columna 123: Actuar combinando todas las formas de lucha). Efectivamente la lección hasta 2013 fue que sólo el voto no bastaba. Era necesario combinarlo y complementarlo con calle. La gente votó masivamente ganándose la presidencial, pero fue traicionada por la cobardía de quienes no llamaron a la calle rebelándose contra el fraude con el pretexto de que correría sangre. Entonces se perdió el voto porque no se lo combinó con calle. Y para que no se pierda nunca más hay que tener presente en las actuales circunstancias que no hay en la historia de Venezuela un solo precedente de que una tiranía haya entregado pacíficamente el poder. Menos cabe esperarlo ahora de un gobierno títere de la cubana convertido en narco-tiranía de la delincuencia organizada.
La cobardía de 2013 fue un regalo que le hicieron los colaboracionistas al ilegítimo Maduro, tenido entonces por la comunidad internacional como un demócrata. Nadie podía acusarlo de tirano porque era un presidente electo reconocido por los colaboracionistas que usurpaban el rol de la oposición y como tales fueron a las siguientes elecciones regionales. El regalo fue adornado permitiéndole a Maduro que esconda su partida de nacimiento y las de sus padres, así como el acta de defunción de Chávez con el certificado médico, calificados todos de “asuntos irrelevantes” para eximirse de reclamarlos. Así terminó 2013 como un año negro.
Comenzó 2014 dominado por el colaboracionismo. No hacer nada hasta la próxima elección, igualmente fraudulenta. Entonces cuatro políticos (López, Ledezma, Machado y Ceballos) disintieron proclamando que “la salida está en la calle”. A su llamado respondieron miles de jóvenes que participaron en manifestaciones masivas, reprimidas a sangre y fuego por la Guardia Nacional actuando conjuntamente con las bandas paramilitares llamadas colectivos. Su sacrificio no tuvo éxito inmediato en la caída de la tiranía, como tampoco lo tuvieron la insurgencia estudiantil de 1928 contra Gómez ni la huelga universitaria de 1957 contra Pérez Jiménez. Pero, igual que aquéllas, surtieron el efecto de una carga de profundidad. A “LA SALIDA” se le debe el cambio favorable de la opinión pública mundial ante la cual desenmascaró al gobierno títere de Cuba como una tiranía criminal, violadora de los derechos humanos. Creada la imagen, vino la reacción. La prensa internacional, los demócratas del mundo entero encabezados por los expresidentes iberoamericanos (en primera fila Pastrana, Quiroga y González), premios Nobel como Vargas Llosa, organizaciones internacionales como la Unión Europea y ONG como HRW, condenaron a la tiranía. Entonces montaron una vigilancia estrecha que culminó en la reciente elección parlamentaria, en la cual su presencia fue decisiva para impedir un fraude masivo, porque fraude hubo acompañado como siempre de un ventajismo descarado pero no pudieron torcer la votación en la magnitud acostumbrada.
A la prisión ilegal e injusta de López, Ledezma y Ceballos, que ha tenido repercusión mundial; a la movilización de la señora Machado por América, de las señoras López y Ledezma por el mundo y de la señora Ceballos en el país, a la represión brutal contra los jóvenes presos en sitios como La Tumba cuyos gritos han llegado a los oídos del mundo, se debe que la comunidad internacional se convirtiera en un CNE cuidando los votos de los demócratas. Sin LA SALIDA, que creó las condiciones para la vigilancia mundial y la movilización nacional, no hubiera habido este resultado electoral que ha asombrado. Ahora para defenderlo y sobre todo para que se cumpla el mandato imperativo, que es salir de Maduro, habrá que volver a la calle. Aprendida la lección, el pueblo no puede aceptar la reincidencia en la cobardía de 2013. Si la votación fue antecedida por la calle para crear las condiciones favorables, ahora a la votación debe seguirle la calle para salir de Maduro renovando el lema: Calle y voto, voto y calle. No hay espacio para la cobardía, porque la cobardía es colaboracionista.
P.D. Hagamos votos porque 2016 sea el año en que nos liberemos de Cuba, del comunismo y de la narco-tiranía de la delincuencia organizada, que nos ha traído pobreza y corrupción como nunca antes.