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El vil asesinato de Eliézer Otaiza

El asesinato de Eliezer Otaiza fue horrendo, cargado de ira, odio o tenebrosa perversión humana, por lo que expresa el grado deplorable de degradación de la violencia incubada en la sociedad venezolana.

Dejando de lado consideraciones sobre la polémica trayectoria pública del presidente del Consejo Municipal del Municipio Bolivariana Libertador (Caracas), indigna la saña con que fue maltratado moral y físicamente, y finalmente asesinado a tiros.

Según la versión de fuentes forenses, la muerte le fue provocada por los dos balazos que le dieron en el pecho, dentro de la camioneta. Previamente, le fracturaron el cráneo a golpes y le propinaron al menos un tiro en la cara. No refiero esto con ánimo amarillista, contrario al respeto de la persona humana y al armónico desenvolvimiento de la sociedad. Lo hago, para ilustrar nuestra indignación, y con ella llegar hasta familiares y amigos de Otaiza con respeto y solidaridad, humano sentimiento de pesar.

Debemos reflexionar profundamente hasta dónde hemos llegado, porque la muerte de Otaiza puede verse dentro del pasmoso drama de las 24.000 vidas segadas por bandas delictivas. De las hipótesis, van quedando dos: 1.- Asesinato por robo, al resistirse ante inmisericordes asesinos armados; y 2.- Asesinato de origen político, mediante contratación de sicarios, al peor estilo del vandalismo colombiano que nos acecha desde hace décadas, ante la indecisión y la irresponsabilidad de quienes nos han gobernado en las últimas cuatro décadas, sin solución de continuidad.

No hay que descartar ninguna de las dos, pero la segunda –según informaciones confidenciales- gana terreno, y eso ya son palabras mayores dentro del drama delictivo descrito. La fiscal general Luisa Ortega Díaz, el presidente Nicolás Maduro y su ministro de Interior y Justicia, Miguel Rodríguez Torres, comparten la máxima responsabilidad en el esclarecimiento total y diáfano de este horrendo crimen, sea cual sea el real y definitivo móvil delictivo.

El Confesionario

VA A GENERAR POLÉMICA el libro del abogado, docente universitario e investigador político y social Vladimir Petit Medina, Chávez y la perversión del Ejército. 243 páginas bien documentadas llevan a unas conclusiones polémicas, que obligan a su lectura analítica. Las indagaciones de VPM abarcan el lapso 1999-2012, por lo que su vigencia es mayor, más allá del tono panfletario de muchos opositores altisonantes. De sus seis conclusiones, destaco: “El liderazgo desplegado por… Chávez sobre el Ejército apuntó a conectar con los integrantes de ese componente, en términos de sus valores y expectativas, lo cual concuerda con la tendencias moderna de comprensión del factor carisma… para convertir al Ejército en un aliado de las ejecutorias presidenciales… Las consecuencias sufridas en el Ejército… en razón del liderazgo… llevan a considerarlo como una actividad ejercida efectivamente pero mala… configurando una suerte de perversión.”

A PUNTO DE MARCHARSE DE VENEZUELA está el laboratorio farmacéutico Novartis (Suiza). Los motivos parecen ser los mismos: imposibilidad de liquidar dólares preferenciales (Cadivi-Cencoex, a Bs. 6,30), a pesar de promesas y compromisos incumplidos por el Gobierno, así como agotamiento de materias primas importadas y el estricto control de precios impuesto, lo que perturba las líneas de producción y la eficiencia competitiva.

TENGO LA IMPRESIÓN de que el presidente Nicolás Maduro no tiene idea del enorme perjuicio que las mafias financieras “chavistas” han causado con su pillaje a la economía venezolana, cuya mayor perturbación radica en los múltiples mecanismos de corrupción, desde la “vacuna” en la asignación y liquidación de dólares preferenciales, hasta los “potes” aduanero y tributario, que prácticamente estrangulan a las empresas y golpean a los consumidores con altos precios y escasez. Además de los desastrosos efectos sobre las líneas de producción y la eficiencia competitiva. Los problemas de nuestra economía no tendrán solución, mientras los mafiosos del chavismo sigan pegados como garrapata en lomo de perro, codiciosos e impunes.

LOS PROBLEMAS DEL CHAVISMO tienen una vertiente muy peligrosa: el control pudrimillonario de áreas del poder. Las bandas que usufructuaron durante 14 años, el liderazgo y la complicidad del difunto presidente Hugo Chávez, ahora se creen “dueños” del “proceso”. Más bien “copropietarios”, al margen de ideales, consignas y promesas. La eclosión será progresiva, pero indetenible porque en su ignorancia, todos se creen más “poderosos” que sus pares y se les fue el referente de autoridad única el 5 de marzo de 2013. Los “comacates” (1992) corrompidos, hoy multi pudrimillonarios, son terribles, todos ladrones, capos de mafias e inescrupulosos. Y así se tratan (y se cuidan, unos de otros). No menos lo son los civiles que han hecho desastres similares desde la alta burocracia. Familias enteras han robado, con sus redes de testaferros. Lo más peligroso de todo es que las diversas mafias (militar-cívicas o cívico-militares) giran en los espacios del poder y ningún respeto guardan por la autoridad del presidente Nicolás Maduro, quien no debe dejar de tomar en cuenta que varios connotados pudrimillonarios militares y civiles, ya están cantando “más que Pavarotti” en la DEA, la CIA y el FBI. Realmente son una vergüenza histórica.

PARECIERA CIERTO –nada se puede asegurar- que Luisa Ortega Díaz no repite en la Fiscalía General de la República. Los ex magistrados de la Sala de Casación Penal del TSJ, Miriam Morandy y Alejandro Angulo Fontivero suenan para sustituirla, pero tampoco se puede asegurar nada.

Y PEDRO CARREÑO no va pa’l baile, a pesar de sus enormes ganas de “coronar” como Contralor General de la República, designación parlamentaria que se transformaría en un verdadero escándalo nacional. Ni chavismo ni oposición estarían en capacidad de justificar algo tan rocambolesco.

 

MANUEL ISIDRO MOLINA

Ex presidente del Colegio Nacional de Periodistas de Venezuela, licenciado en Comunicación Social (UCV), especialista en Ciencias Políticas (USB) y asesor en análisis de entorno político y social.