El atraso ideológico y mental de la dirección del régimen no es nuevo, existe desde sus inicios
Luis Fuenmayor Toro
Aunque algunos afirman que no se debería hablar de izquierdas y derechas en los tiempos que vivimos, los primeros en hacerlo son precisamente quienes hacen la recomendación. Por su parte, nuestro gobierno también es amante de esa terminología, por lo que mantiene en consecuencia los vocablos socialismo y revolución, sin que realmente tengan mucho que ver con lo que en el pasado representaron. De la inexistencia de revolución en el país ya escribí hace poco. Le di al término la connotación de cambio cualitativo y no simplemente formal o de nombre, para hacerle entender a los fanáticos de lado y lado, que la Venezuela de hoy no difiere de la de ayer sino en términos cuantitativos, por lo que no se puede hablar de revolución. Si hubieran acabado con la corrupción y no existiera el peculado de todo tipo, diríamos que en este aspecto hubo un cambio revolucionario. Pero, la corrupción sigue existiendo lo mismo que el peculado, por lo que la diferencia con el pasado es sólo cuantitativa.
El atraso ideológico y mental de la dirección del régimen no es nuevo, existe desde sus inicios. Chávez era muy atrasado e ignorante, como buena parte de los militares, pese a tener la virtud de empaparse de cualquier tema en forma rápida y completa. Una conversación con un experto en una materia cualquiera, le permitía hablar y discutir sobre el tema casi como un especialista. Sin embargo, su atraso era demasiado grande como para superarlo sólo por esta vía, y sus allegados, amigos o funcionarios de alto nivel, habían sido definidos más por sus lealtades incondicionales y el amor que le profesaran, que por el brillo cerebral y cognoscitivo que tuvieran. Chávez llegó a definir nuestro sistema económico como “socialismo petrolero”, lo que ya nos dice casi todo sobre los saberes del Comandante Presidente, como ordenó a la administración pública y al Psuv que lo llamara.
Pero el complejo izquierdista va más allá, pues deforma todos los aspectos de la vida cotidiana. Para ellos su principal amor son los pobres, según pregonan, algo en lo cual se parecen a los católicos, aunque esto no significa que asuman una vida ni siquiera austera, para no hablar de las privaciones que seducen a algunos religiosos. Pero esa supuesta cercanía con la pobreza, en gente que no tiene claras las “leyes” que rigen la distribución de las riquezas generadas por la sociedad, los lleva a confundir la pobreza con la virtud y, con este primitivismo, a considerar a quienes no son pobres como canallas inmorales, culpables de la miseria existente y enemigos de la revolución que reivindica a los de abajo. Los pobres, incluyen para los chavecistas, lo que Marx llamó el lumpen proletariado: rateros, ladrones, asaltantes, asesinos, traficantes de todo tipo, secuestradores, violadores, pordioseros, gente de mal vivir y delincuentes en general, que merecen un trato especial por ser de los de abajo.
Esta distorsión explica la actitud permisiva del Gobierno con los bachaqueros, quienes actúan a plena luz del día y no son perseguidos como acaparadores ni especuladores, pues ello queda reservado para gerentes de auto mercados y comercios, “verdaderos enemigos de los de abajo”. Explica que nuestros gobernantes no se reúnan con los profesores universitarios, pero que sí lo hagan con los delincuentes que controlan las cárceles, a quienes se les permite toda clase de privilegios y la posibilidad de seguir dirigiendo el tráfico de drogas, el robo de vehículos y los secuestros. Explica por qué Chávez los llamó “mis buenandros” y que una ministro se retratara abrazada con un pran acusado de los más retorcidos delitos. Es la causa de que haya una política de creación de “zonas de paz”, áreas extensas de barrios y ciudades donde reina la impunidad del delito para goce de las bandas delictivas existentes, y que sólo son enfrentadas cuando retan armadamente al poder del Estado.
En la economía se refleja también esta ideologización gubernamental, ese profundo atraso. Las ideas de desarrollo están indisolublemente ligadas a los de abajo, a los miserables, a los ignorantes. Los gallineros verticales, la ruta de la empanada, los cultivos en las ciudades, una cooperativa por aquí, un consejo comunal por allá, los bodegueros como ejemplo de los comerciantes, el discurso a favor de las artesanías, la sustitución del intercambio monetario por el trueque, el banco de la mujer, las areperas socialistas. A los economistas amigos preparados, que no se identifican con la MUD y que más que críticas dan consejos, no se les presta ninguna atención porque ellos estudiaron, algunos incluso en el exterior, mientras los de abajo no pudieron ni siquiera terminar la primaria. Ésa es la visión del Presidente, de sus ministros, del resto del alto gobierno, de los profesores universitarios que aún los siguen y apoyan, suerte de fanáticos que se auto castraron cerebralmente.
Los funcionarios públicos que nombran son gente sin preparación formal ninguna. La mejor credencial es no tener credenciales. En la UBV, recién creada, colocaron como Rector a un egresado universitario de pocos años de graduado, que no era profesor, no tenía doctorado ni un simple postgrado y a medio tiempo de dedicación. Es una clara demostración de la concepción universitaria gubernamental y de lo que serían estas nuevas instituciones universitarias. La Universidad de los Trabajadores (¿?), una carrera de medicina de pomposo nombre pero sin profesores ni laboratorios, unos estudios de ingeniería petrolera lejos de la industria del mismo nombre y sin profesores, ni bibliotecas, ni laboratorios. Pésimos sueldos a los docentes y al personal de salud, destrucción de la planta productora de hemoderivados “Quimbiotec” del IVIC, desaparición del laboratorio de medicamentos del Ministerio de Salud, pero pleno impulso a la brujería y a los paleros.
El atraso gubernamental mantiene el subdesarrollo del país.