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Ignorancia, sectarismo y codicia

Estrategia electoral

Hoy sufrimos las acciones de una FANB similar a la betancourista, aunque más corrompida


Luis Fuenmayor Toro

Ignorancia, sectarismo y codicia, son características básicas del gobierno que hemos sufrido desde 1999. Durante los primeros años no fueron tan evidentes y determinantes, pues el grupo político militar dominante no había alcanzado la hegemonía que después conquistaría, gracias a las acciones prejuiciadas y también extremadamente sectarias de la oposición restauradora, agrupada entonces en la llamada Coordinadora Democrática. Ésta logró organizar un movimiento de masas multitudinario, que durante meses llenó las calles y avenidas de Caracas y de las principales ciudades, en gigantescas y muy combativas manifestaciones; logró además, una alianza con fuerzas militares ideológicamente similares. Todo ello sacó del poder nada menos que a Hugo Chávez Frías, el 12 de abril de 2002. Comparto con Federico Villanueva que fue una insurrección, quizás no de los sectores sociales que consideramos pronos a este tipo de insurgencia, pero insurrección al fin.

La actual macolla gobernante, precisamente por su ignorancia y sectarismo y una religiosidad propia de las órdenes eclesiásticas, se dice predestinada, al igual que el difunto Hugo Chávez, para “liberar de la explotación y del imperialismo a Venezuela” y de esa manera construir “un mundo mejor, el del socialismo del siglo XXI”. De nada les sirve la demostración en contrario de la realidad cotidiana; la soberbia, codicia y el disfrute del poder se unen en la producción de una ceguera total. Su “mundo mejor” no tiene alimentos ni otros productos necesarios, sólo tiene largas filas de venezolanos sufridos a la intemperie, atemorizados con la inflación y las acciones del hampa, sin los servicios básicos de electricidad, agua y salud, sin pañales para sus hijos ni medicinas para sus enfermos, desesperados ante salarios ridículamente bajos y aumentos insuficientes que, además, nunca llegan.

Su socialismo sólo les ha dado la “mayor suma de infelicidad imaginable”. Pero no quieren ningún acuerdo para salvar al país; ellos son los salvadores y avanzan hacia el despeñadero sin importarles arrastrar a toda la nación. Esta imposibilidad de un acuerdo que garantice alguna rectificación, la pretensión de eternizarse en el poder contra la voluntad soberana del pueblo venezolano, la toma armada por la delincuencia común de áreas importantes de barrios y ciudades, la profundización de la escasez, la inflación, la inseguridad y la insalubridad; el secuestro de las pocas mercaderías existentes por bandas poderosas de acaparadores y revendedores, conocidas como bachaqueros, y ahora el secuestro “legalizado” de alimentos por parte de unos comités populares dirigidos por Bernal, que además se encargarán también de forma inconstitucional de reprimir las protestas populares, crean toda una situación de conflictividad intensa con inmenso daño a la nación venezolana.

Ante este estado de cosas, no sólo para la sobrevivencia de Maduro y sus cercanos a como dé lugar, sino para la eternización en el poder de la claque gobernante, se decreta un nuevo “Estado de Excepción y de Emergencia Económica”, sin si quiera presentarle al país el resultado de los meses vividos bajo el decreto anterior, que inconstitucionalmente se mantuvo pese a la decisión en contrario de la Asamblea Nacional. Este nuevo decreto amplía sus poderes y facultades, violando el texto constitucional que tanto se habían ufanado en que se acatara. De tantas violaciones, la Constitución ha devenido en un papel escrito sin significado ninguno. Pero no son sólo nuevos y más poderes para Maduro sino también para la FANB, la cual no sólo ha sido incorporada en las actividades petroleras y mineras, sino que mantiene el control de las aduanas, más allá de lo que hasta ahora era responsabilidad de la Guardia Nacional, y añade el control de exportaciones; su jefe Padrino López está hoy por encima del Presidente.

El nuevo decreto, además, le otorga a los llamados “Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP)” facultades que están restringidas en la Constitución a los cuerpos de seguridad del Estado, como es la organización, vigilancia y mantenimiento del orden público. No les basta el secuestro que estos comités realizan de alimentos y mercaderías, a las que deberían acceder todos los venezolanos sin restricciones de ningún tipo, sino que además se les da a estos rufianes acaparadores, legalizados por el Gobierno por ser parte de sus mercenarios y militantes, las facultades de las policías, por lo que no debe extrañarnos que los armen y les permitan detenernos y encarcelarnos en esta nueva y perversa justicia “revolucionaria”. Si en algo ha sido exitoso el Gobierno chavecista es en el escalamiento represivo contra la población: las razias con sus asesinatos no investigados de supuestos delincuentes, muchos de ellos miembros anteriores directos o indirectos de los cuerpos de seguridad; agresiones violentas a manifestantes en todo el territorio, acoso permanente a las universidades y militarización de pueblos, ciudades y vías.

Hoy sufrimos las acciones de una FANB similar a la betancourista, aunque más corrompida; una Policía Nacional Bolivariana más agresiva, más corrupta, con más poder e impunidad, que la vieja Policía Metropolitana, y sobre todo extendida en todo el territorio nacional. Policías regionales y municipales remozadas en el “arte” represivo, el SEBIN o DISIP revolucionaria, con sus mismos violadores de derechos humanos. Pero es que el “Estado de excepción y de emergencia” termina por instaurar un gobierno unipersonal de Maduro, que echará mano de 12 mil millones de dólares “baratos”, que asignará sin limitaciones a amigos, familiares y cómplices; e incautará todo el dinero de los particulares, al permitir su artículo 4 la imposición de un “corralito” financiero.