Mientras la gente se muere, literalmente, por falta de atención médica y medicinas hay quienes están silenciosamente desfalcando el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS)
Humberto González Briceño
I.- ESCENARIO. Está claro que el régimen quiere estirar la arruga. Todas sus acciones apuntan a diferir cualquier confrontación electoral para el 2017 y de ser posible para el 2018. Los estrategas del PSUV calibran que en los próximos 30 meses habrá tiempo para recuperarse electoralmente y, eventualmente, ir a un conteo en el 2018 con la esperanza de ganar. En ese tiempo ellos esperan que milagrosamente aparezca la comida y las medicinas para entregarlas a sus militantes y así amarrar su voto. Así lo confirmó entre líneas Aristóbulo Istúriz al asegurar que con los CLAP “no se repetiría la derrota del 6D.” Este escenario asume que el país esperará pacientemente hasta que los tiempos decretados por el régimen se cumplan. La obsesión por el poder los tiene ciegos y les impide ver la realidad.
II.- AUTOSABOTEO. No hay condiciones objetivas para un levantamiento militar contra el régimen. Al menos no hoy. Todos los grupos que operan en el seno de las Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) son de inocultable filiación chavista y están conectados a las redes de favores del régimen. Pero las luchas internas por el poder han hecho que las listas de militares confiables sean cada vez más pequeñas. Además, ¿confiables para quien? ¿Para Maduro? ¿Para El Aissami? ¿O para Cabello, quien ha venido ubicando a su grupo en posiciones claves?. Lo cierto es que la desconfianza fomentada por estos grupos está reproduciendo las condiciones para una confrontación militar entre bandos chavistas. A esto habría que sumar el malestar que ya existe en las FANB por las reiteradas concesiones del régimen a los colectivos armados del PSUV. El mismo gobierno parece empeñado en provocarse su golpe.
III.- COLECTIVOS. Estos grupos para policiales que compiten en recursos y logística con las FANB son el último batallón de defensa del régimen. Voceros autorizados como Iris Varela han confirmado el rol estratégico y decisivo de estas formaciones paramilitares como base de apoyo al gobierno. Estos colectivos se sintieron amenazados por operativos de la Policía Nacional Bolivariana (PNB) en el 23 de enero y no solo respondieron con armas sino que luego del enfrentamiento bajaron por las escalinatas de Monte Piedad a Miraflores para pedirle al vicepresidente Aristóbulo Istúriz la cabeza del General Eduardo Serrano Díaz, Jefe de Operaciones de la PNB. Fueron complacidos.
IV.- CLAP. La entrega selectiva de comida a militantes del PSUV es la estrategia élite del régimen para controlar a sus bases. Se ha dicho que el trabajo de los CLAP en combinación con la tarjeta de beneficios socialistas son mecanismos de control político y social de la población por parte del gobierno. Pero es más una forma de ‘empadronar” y amarrar a sus descarriados militantes para quienes tampoco parece alcanzar la comida. Mientras los chavistas del barrio se pelean por la distribución de los alimentos, otros están al acecho para robar bolsas de comida. Es la versión más grotesca de los juegos rojos del hambre.
V.- IVSS. Mientras la gente se muere, literalmente, por falta de atención médica y medicinas hay quienes están silenciosamente desfalcando el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. De esto sabe el General Carlos Rotondaro, presidente del IVSS y cuota del Clan Cabello. Este General ha beneficiado en forma directa a 19 empresas de la familia Rangel Barón, que le vendían al IVSS material médico con sobreprecio. Es una historia de sobornos, chantajes y extorsión con más de 400 millones de dólares para los beneficiarios. Esto ha sido reportado y documentado numerosas ocasiones por periodistas de investigación pero para nada ha tocado la putrefacta fibra ética de la revolución bolivariana.