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Los juegos del hambre

Hambre

El dominio de las masas a través de la hambruna es una forma de mantener tiranías, así lo dice la historia


Tamara Suju Roa

Mientras la Fiscal General de la República, la Canciller y otros insignes representantes del régimen de Maduro dicen que en Venezuela no se violan los DDHH, que no hay perseguidos, ni desaparecidos, que en Venezuela no faltan los alimentos y que las medicinas faltan porque la gente compra demás, las escenas dantescas cada vez mas repetidas de ese pueblo que tanto mientan buscando comida en la basura, se hacen cada vez más virales e internacionalmente escandalosas.

Claro, a ellos, a los funcionarios del régimen, que se muestran robustos y rozagantes, no les afecta la crisis, porque por supuesto no les falta el pan en la mesa ni el buen pedazo de carne, y no porque tengan gallineros verticales en sus casas o conucos que los abastezcan, sino porque a los que detentan el poder no le falta ni dinero ni vías para llenar su nevera y despensas de todo aquello de lo que carece la gran mayoría de los venezolanos.

La gente recorre las calles hambreada. Y no hay nada que abata y deprima más al ser humano que la mendicidad por la sobrevivencia. Este régimen logró que los venezolanos buscaran en la basura o restos de los pipotes de los restaurantes, algo para comer y que los mangos o cocos que toman de los árboles sea la comida principal del día en algunos hogares, y la gente se pelee en las colas por un kilo de arroz en escenas que solo dan ganas de llorar.

Cuando se tiene hambre, solo se piensa en cómo obtener comida. Cómo llevar comida para la casa, para los hijos, para la familia. Cómo sobrevivir. Y esto se convierte en la meta del día a día, sin que dé tiempo y energía para pensar en cuales son las verdaderas causas del problema y cómo enfrentar a un régimen inepto y corrupto al que no le importa nada más que demostrar que todavía es fuerte, sacando los tanques y los aviones a desfilar, cuando el pueblo malnutrido está en la calle exigiendo soluciones.

El dominio de las masas a través de la hambruna, del control de la distribución de los pocos alimentos, de la demostración de lealtad a cambio de un pan y un pote de leche, es una forma de mantener tiranías, así lo dice la historia.

Las bolsas del Clap (sistema paralelo de distribución de alimentos) son la mejor prueba del fracaso económico del régimen chavista-madurista. Una bolsa con escasos productos básicos para exigir obediencia, para disfrazar el hambre y para controlar a quien la recibe. Una bolsa que empobrece al pueblo y pretende quitarle su dignidad.

Los venezolanos deberían preguntarle a estos mediocres del régimen dónde hacen mercado y cuánto gastan en el tren de vida diario que llevan, entre decenas de escoltas, carros de lujo, personal a su cargo de servicio doméstico y si los sueldos como “funcionarios públicos” les alcanza para tanto, mientras la gente en la calle está comiendo basura y pasando necesidades para sobrevivir.

Para acallar el hambre, han sacado a la tropa a la calle. Que nadie proteste, que nadie los desenmascare ante el mundo. La represión contra manifestantes hambrientos han duplicado la cifras de personas detenidas y presentadas en los tribunales.

Las últimas cifras que presentó Foro Penal Venezolano indican que desde enero de 2014 a junio de 2016 ha habido 5.853 detenciones, arrestos o encarcelaciones vinculadas con manifestaciones y que 2.030 de estas detenciones ocurrieron entre enero y junio de 2016.

Unas 1.998 personas se encuentran con medidas cautelares restrictivas a su libertad bajo procesos judiciales; 948 de las 1.600 personas detenidas el pasado mes de junio estaban pernoctando a las puertas de establecimientos de venta de comida y productos de primera necesidad, esperando en esas colas infinitas para adquirir lo que sea, lo que les vendan ese día.

Estas personas han sido liberadas poco a poco, antes de las 12 horas posteriores a su detención, pero les ha quedado claro que el régimen no los quiere amontonados pidiendo comida, porque eso los desnuda ante la comunidad internacional.

Mientras esto sucede, el tirano de Miraflores impide el canal humanitario internacional. No a la ayuda que pretende “el mundo imperialista” para sopesar la hambruna del pueblo venezolano. Primero la robolución, perdón, la revolución chavista y su “independencia económica” antes que permitir –aceptando la ayuda- que el mundo certifique lo inepto, corrupto y despilfarrador que han sido estos 17 años del “Socialismo del Siglo XXI”.

Ellos prefieren que los bebes, los niños y los adolecentes crezcan desnutridos, con barrigas infladas de aire y agua de coco, y sus mentes sean cada día menos propensas a la buena nutrición para su buen desarrollo intelectual. Así los quiere la revolución.

Cuando me preguntan en cualquier sitio donde llego para tratar de explicar lo que pasa en el país que fue el más rico de América Latina, hasta cuándo aguantará el venezolano lo que sufre día a día, mi respuesta siempre es: hasta el día que diga “ya no más”. Vuelvo y repito: Más del 85% de la población venezolana quiere cambio de Gobierno, quiere que Nicolás y sus 40 ladrones de almas y esperanzas se vayan del poder.

Hoy, esos cambios están en las manos de los dos poderes que mantienen a flote el peor Gobierno que ha tenido la República de Venezuela en toda su historia: el Poder Electoral y la FANB. Un referendo revocatorio este año, unido al respeto a la Constitución y su cumplimiento, son la única salida pacífica que tenemos los venezolanos a este desastre. Ellos tienen la paz de Venezuela en sus manos.