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Revoquemos a Raúl

Tomás Funes, el Tirano Aguirre, Nicolás Patiño, el Picure, gente decente, si hacemos las comparaciones del caso


Omar Estacio

Subirse al autobús que no es. Así decíamos los venezolanos de otro tiempo.

Capriles Radonski, la MUD, Almagro, NNUU, el cardenal Urosa y hasta el mismísimo Papa Pancho I, deberían convencerse. Exigírselo al CNE es desperdiciar saliva. Para un señor que ejerce un cargo de manera nominal, nada más, similares intimaciones es como oír llover. Es a Raúl Castro a quien debemos revocar. A él, y a nadie más que a él, hay que emplazar a que se someta a tales escrutinios. Exigirles a terceros lo que solo puede decidir determinada persona es, literalmente, montarse en el autobús equivocado. Por consiguiente, a bordemos al autobús que sí es:

Señor Raúl Modesto Castro Ruz

Presidente del Consejo de Estado de Cuba, del Partido Comunista de Cuba y chivo que más… bala (no decimos rebuzna, porque lo último que queremos es ofender) en el quilombo en que han convertido lo que fue Venezuela:

Ninguna malquerencia en su contra, señor Castro. La presente misiva es, pura, simple, sonante y rampante real politik.

Paso y repaso, los individuos más incompetentes, menos pulcros, más depredadores, impúdicos terminales, que nos han desgobernado, nacionales o locales, de facto o legítimos, civiles o militares, temporales o permanentes. A ver, a ver: Julián Castro, Tomás Funes, el Tirano Aguirre, Nicolás Patiño, El Picure y la conclusión no puede ser otra: usted, de largo, señor Castro, ha sido el peor desgobernante que ha sufrido Venezuela, desde que se asentaron en estas tierras los primeros pobladores llegados vía el estrecho de Bering.

No me venga, señor Castro, con que, usted, como ungido por el dedote de su hermano, en amo y señor de su país y, también, de lo que ha quedado de Venezuela, no tiene porqué someterse a revocatorios. Nos ha dejado en la carraplana. Hambreado. Empobrecido. Saqueado. Convertido en narcoterritorio y eso es suficiente para hacer “mutis por el foro”. ¡Anímese! Le ofrecemos, hoy, una salida cosmética, electoral, para que quede presto a chuparle la sangre a Obama, a doña Hilaria o ¡al mismísimo Donald Trump! ¡Y muérete que chao, Raúl Castro!