Las elites caraqueñas, centralistas y eurocéntricas todavía persisten en confundir a nuestro pueblo
Julián Rivas
Se acaban de cumplir doscientos años de la muerte de Francisco de Miranda. Hubo actos oficiales, y como cosa curiosa, los anglosionistas también hicieron un acto en la Universidad Metropolitana, supuestamente en homenaje al precursor.
Lo que sorprende es que pongan a Henrique Capriles a hablar de Miranda. Lo más alejado de nuestra historia. En parte el asunto se explica porque los sionistas dirigen la Universidad Metropolitana.
Bueno, Capriles tiene una curiosa interpretación de la historia venezolana. “Los venezolanos no tenemos que agradecer nada ni a Chávez ni a Maduro ni a ningún Gobierno, ahí está la Constitución”, manifestó. De verdad, esto parece esquizofrénico. “¿Qué pensarían los próceres de nuestra independencia de la actual Venezuela… Nuestros próceres lucharon por nuestra independencia económica y hoy no la tenemos”, dijo.
Seguramente los periodistas y columnistas que escriben a favor de Capriles, y de la banca, que es la que les paga, asegurarán que el gobernador de Miranda ofreció una pieza discursiva de antología. Para un libro. Sigan creyendo, que se volverán creyones.
En verdad al señor Capriles no hay que creerle nada. Pero hay que considerar las pretensiones de quienes lo llevaron al estrado de la Metropolitana, que es la universidad de las élites de la derecha. Supuestamente porque es gobernador de Miranda, pero metió contrabando. Pero caramba, la derecha de hoy no es igual a la de antes. Incluso, hay una experimentación social y mediática en Venezuela para hacernos creer que la élite blanca que representa Capriles es la modernidad y el progreso.
Recuerdo que hace unos 35 años fue publicado un libro llamado “La nueva derecha”, de Alain de Benoist. Allí el concepto de élite está asociado a “los mejores”, la aristocracia es una élite. La curiosa ecuación señala que no toda élite es aristocrática, porque de acuerdo con el sociólogo Vilfredo Pareto hay élite de gansters, advierte. Tampoco valdría las élites de la inteligencia. Sentencia: “una élite del carácter no es una élite más. Tiene un nombre: es una aristocracia. Lo que necesitamos es menos una ‘nueva élite’ que una nueva aristocracia”.
El Benoit asegura que lo que más radicalmente caracteriza a la aristocracia es el equilibrio entre los derechos que se otorga y los deberes que se impone. El sujeto trata de evitar cualquier consideración suya que lleva a sospecha de racismo, y adopta un criterio muy curioso: las razas serían iguales. Pero hay un asunto relativo a la herencia, que no determina la cultura, pero si la capacidad para adoptar una cultura, de acuerdo con el criterio de Francois Jacob, premio Nobel de medicina y referencia de la propaganda sionista de primer orden.
Según la obra de Jacob “la cultura hace el oficio de un ‘segundo código genético’”, y ya sospechamos a quien pertenecería tal cultura (a la aristocracia). Por eso no debemos extrañar que un sujeto que no conoce de historia de Venezuela, Capriles Radonski, ahora se meta en honduras cuando “analiza” la obra de Miranda.
Toda una novela esto. Sobre todo cuando vemos en la televisión una permanente tormenta de ideas sobre que Venezuela requiere líderes exitosos, gerencia, progreso. Conferencias creativas, innovación. Hasta el ridículo del Henry Falcón cae en el contrabando. En Globovisión son maestros en esto, aunque hay dudas sobre la pulcritud de sus dueños. Esta es Venezuela, compadre. Cómo será de curiosa esta moda que en Barinas Leonardo Padrón dará una conferencia llamada “Se busca un país”. Eso sí, con entrada paga, como le gusta a la aristocracia.
SOMOS NEGROS DEL CARIBE
Capriles reclamó “otra” independencia de Venezuela. ¿Cuál? Justamente al servicio de Estados Unidos, de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), y que haría realidad el sueño y promesa de Antonio Ledezma para ser curruña de Israel, Estado que agrede pueblos y amenaza la paz mundial.
No es agradable entrar en disquisiciones raciales, étnicas o algo por el estilo. Pero no se puede escurrir el bulto. Las elites caraqueñas, centralistas y eurocéntricas todavía persisten en confundir a nuestro pueblo. Nuestro pueblo es mestizo, fundamentalmente, disfruta la hibridación cultural en el que el componente hispano es básico, por supuesto. Esa es Venezuela, no somos anglosajones, como sería del gusto del señor Capriles.
Y en cuanto a Miranda, si bien salió de Londres, en sus expediciones a Venezuela reclutó negros del Caribe, incluyendo haitianos. Lamentablemente los libros y las películas poco ayudan. Aquí muy pocos dan cuenta de eso. Hasta se dice que Juan Bautista Bideau, mulato nacido en la isla de Santa Lucía, entonces colonia francesa, colaboró con Miranda entre 1805 y 1806. Y por ahí debe andar el asunto para que Bideau, amigo de Miranda, fuera encargado por el Generalísimo en 1811 para fundar la Armada de la Venezuela independiente, al lado de Felipe Esteves. Ah, pero el nombre de Bideau no está ni en Los Próceres, ni en el Panteón Nacional. La gente cree que Luis Brión fue el que fundó la Armada, lo cual es ridículo.
A Capriles no le interesa esto, ni lo sabe. Está más cerca de los ideales estadounidenses de Alexander Hamilton, quien estaba al frente de una expedición bélica contra la Francia revolucionaria en Guadalupe, donde se agrupaban las tropas y barcos de Víctor Hugues, y Bideau era uno de sus capitanes corsarios (1798-1800). Las costas de Venezuela estaban abiertas a las fuerzas francesas debido a la alianza de Manuel Godoy, mandamás en España, con el directorio francés (tratado de San Ildefonso de 1796).
Como la mayoría de los nacidos en esta tierra, seguiré reivindicando mi venezolanidad. Allá si Capriles y Leopoldo López fueron formados por Washington para que les sirviera. Que “Chúo” Torrealba o Ramón Guillermo Aveledo sean agentes de la CIA es asunto de ellos. O que la cúpula de la Conferencia Episcopal engañe. El deber de los venezolanos es confrontarlos. La tarea de un revolucionario es voltear la tortilla de la concepción hegemónica de la burguesía anglosionista que pretende imponer la simbiosis Uribe-Macri en Venezuela. No podrán.
VOLVEMOS CON LA FEA
La señora fea con bolas que dirige Consecomercio, una de las promotoras del despojo del salario de los trabajadores, guarda silencio ante las tarifas de robo de las empresas de servicio de encomiendas. Otro sector caótico es la banca que obliga a los usuarios a recibir un monto que inclusive no alcanza para un refresco. Increíble. Volveremos sobre el asunto.
¡Viva el pueblo!