Istúriz es un político profesional que hizo un largo recorrido por distintas organizaciones de índole populista antes de insertarse definitivamente en el chavismo
Oscar Battaglini
Este caballero que pareciera haber encontrado por fin en el chavismo el famoso “palo donde ahorcarse”, se ha dedicado, sobre todo después de su nombramiento como vicepresidente de la República, a envenenar aún más la atmósfera política del país con el uso de un lenguaje destemplado y cargado de diatriba contra sus adversarios de la oposición.
Extraña la actitud de quien como Vicepresidente debería estar en sintonía con el ambiente de diálogo que se ha venido imponiendo en la búsqueda de una vía que destranque y conduzca a la necesaria superación de la crisis política, económica y social que agobia la vida de todos los venezolanos. Pues no; mientras esta es la posición de la inmensa mayoría de quienes aspiramos a ver a nuestro país liberado de esa situación, el caballero en cuestión se complace en aparecer atizando las pasiones para que no se llegue a nada en ese sentido.
Lo curioso es que mientras el Presidente de la República y los líderes de la oposición han comenzado a hablar de diálogo, él persiste en su diatriba saboteadora para ver cómo lo impide. Esto es lo que hace cada vez que declara para negar caprichosamente la existencia de la pavorosa crisis que consume todas nuestras energías o para atribuirle su causalidad -de la misma manera- a la oposición.
Pero donde esta actitud es puesta de manifiesto con su mayor énfasis, es en la negación sistemática que viene haciendo del referendo revocatorio que pondría en manos del pueblo venezolano la solución del “impasse” o punto muerto en el que ha caído la contradicción que separa de manera antagónica al Gobierno y a la oposición. En relación a este tema, ha dicho y repetido en un lenguaje y un estilo zafio de resentido social, que aquí no habrá referendo revocatorio por ningún concepto, con lo cual lo que da a entender es que existe la plena determinación de parte del Gobierno y de la burocracia que lo controla, de bloquear su realización.
Aristóbulo es un político profesional que hizo un largo recorrido por distintas organizaciones de índole populista
Conviene registrar que una actitud similar a esta es con la que él se ha expresado con respecto a la Asamblea Nacional electa por aproximadamente ocho (8) millones de venezolanos el pasado 6D. Para él, este resultado electoral no cuenta, no tiene ninguna importancia, ni le otorga la significación de un poder designado como tal por el libre ejercicio de la voluntad mayoritaria del pueblo venezolano.
Recientemente, con motivo de la celebración del acto oficial en la Asamblea Nacional con relación al 5 de julio, día de la Independencia Nacional, expresó que la representación del Poder Ejecutivo no se hizo presente “porque esa Asamblea no gozaba ni de la representación, ni del respeto como poder público”. Esto lo dice este individuo contra una institución que fue electa como todo el mundo sabe y que está considerada como la de mayor aceptación y prestigio entre todos los poderes públicos de que está compuesto el Estado venezolano.
Con ello pretende ocultar que las verdaderas razones por las que no asistieron, violando la Constitución de la nación y la obligación patriótica de conmemorar la fecha de la fundación de nuestra República, son otras.
En primer lugar, el temor de reconocer a la Asamblea Nacional como un Poder autónomo y libre de la sujeción a la que el Poder Ejecutivo tiene sometida al resto de los poderes públicos: En segundo lugar, tener que reconocer que la Asamblea ha venido cumpliendo con sus obligaciones de legislar para sacar al país de la crisis mortal en la que se encuentra, y que ellos desde el Ejecutivo lo que han hecho es sabotear permanentemente esa labor en perjuicio del bienestar de la sociedad venezolana. En tercer lugar, porque eso se hubiese entendido como una aceptación del referendo revocatorio para este año.
En cuarto lugar, porque la burocracia oficial ha decidido encuevarse en el Fuerte Tiuna como parte de su política dirigida a convertir al militarismo chavista en la base de sustentación de su permanencia en el poder. La designación de Padrino López al frente de la Gran Misión de Abastecimiento Soberano, así lo evidencia. Lo cual demuestra a las claras que Maduro carece del arraigo y la fortaleza necesaria para enfrentar lo que se le viene, y opta por escudarse en el accionar de las fuerzas armadas chavistas. En este orden de ideas, es necesario observar que, si los ministros deben rendir cuentas a Padrino López, Aristóbulo queda como la guayabera, es decir, por fuera.
Aristóbulo es un político profesional que hizo un largo recorrido por distintas organizaciones de índole populista antes de insertarse definitivamente en el chavismo (por ahora), opción que como hemos visto, no va más allá de esa corriente política.
De AD, pasó al MEP, de aquí se traslada con Salóm Meza a Integración Revolucionaria, luego a la Causa R, de allí a Patria Para Todos (PPT), y finalmente “sienta sus reales” en el chavismo. Aquí ha sido de casi todo: ministro de Educación (2001-2007); candidato a la Alcaldía de Caracas en dos oportunidades (siendo derrotado en ambas por Antonio Ledezma); diputado a la Asamblea Nacional (2010); vicepresidente del Psuv; gobernador de Anzoátegui; vicepresidente de la República (2016); responsable del área económica, encargado de encender los 15 motores inventados por Maduro, Pérez Abad, los mercenarios españoles que asesoran al Gobierno en materia económica y el G2 cubano.
Si bien es de reconocerle cierta habilidad para moverse en el ambiente político, cabe señalar que en ninguna las actividades anteriormente señaladas, ni en las cumplidas en el ámbito de lo público antes de insertarse en el chavismo, Aristóbulo logró destacarse en el cumplimiento de sus funciones.
En todas, su desempeño ha estado caracterizado por la más absoluta mediocridad, por tratarse de una persona que además de su condición de maestro de escuela tradicional, al igual que Chávez, Maduro, Cabello, y la mayoría de los que han venido cumpliendo cargos administrativos y de dirección política, no se preocupó por su formación profesional y cultural, es decir que esa formación no va más allá de la de un simple maestro de primaria, como se vio forzado a reconocerlo en la Asamblea Nacional, en la oportunidad en la que se le solicitó rendir un informe ante esa institución.
Allí no tuvo más remedio que rogarle a los parlamentarios que no le siguieran preguntando porque él lo que era es un simple maestro de escuela.
Llama la atención que mientras esta es la real condición del personaje en cuestión, con mucha frecuencia se le consigue declarando en relación a la situación nacional en tono arrogante y prepotente, propio del guapetón perdonavidas que presume de su poder y que aparenta o finge aparentar un conocimiento y un dominio de las cosas que en realidad está muy lejos de poseer; son vapores de la fantasía, ínfulas sin fundamento, humos.
Se comprende perfectamente que a la propuesta de diálogo que se viene planteando en el país no le conviene en la Vicepresidencia de la República a un individuo como ese, por su carácter contraproducente. Por lo tanto debería procederse a su destitución ipsofacto por el bien de la tranquilidad pública y la paz social.