La pregunta decisiva para la praxis política en Venezuela es la siguiente: ¿Será más democrática y funcional para el país una dictadura burguesa de la MUD que la dictadura burguesa del Madurismo?
Heinz Dieterich
1. Los vencedores de la Batalla final
Con el choque directo entre el Presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, y el General en Jefe Vladimir Padrino López, la batalla por el control del Estado venezolano ha entrado a su fase final. El desenlace, que define al vencedor, es previsible. Tan previsible como la batalla de Stalingrado (mi artículo, 27.4.) o la guerra contra Saddam Hussein. El madurismo entra a esta batalla final sin vanguardia, ni retaguardia. A la cabeza tiene un avatar propagandístico malogrado de Hugo Chávez y un teniente anticomunista (Diosdado Cabello), cuyas tácticas de defensa de poder de aparatchik —combinadas con la ausencia de estrategia– pavimentan el camino hacia la derrota final. En la retaguardia no hay nada: ni masas, ni profundidad estratégica, ni poder económico (default técnico del Estado y Pdvsa), ni apoyo de Estados latinoamericanos poderosos; sólo bayonetas. Como Saddam Hussein, se enfrenta, en creciente aislamiento internacional, al país más poderoso de la tierra; cuyo operador hemisférico político-militar más hábil, brutal y peligroso —el sátrapa Premio Nobel de la Paz Juan Manuel Santos— lo tiene a un lado, con siete bases militares gringas y una frontera porosa de 2.200 kms, y el Comando Sur y la Cuarta Flota imperial, por el otro. La ceguera estratégica e hybris (soberbia) de no haber usado la “Solución Sandinista”, con tiempos convenientes para el chavismo y el corolario de un Plan Marshall con caracteres chinos, cuando había condiciones para hacerlo, se pagará muy cara. Como aprendió Saddam Hussein, cuando su fraseología de la “Madre de todas las Batallas” colapsó ante fuerzas superiores. Porque, en la guerra real, a diferencia de las fantasías, sin vanguardia ni retaguardia, nunca se vencerá.
2. Al choque de los Panzer (acorazados)
Actualmente, Venezuela se está convirtiendo de un teatro de operaciones de escaramuzas con armas ligeras en un campo de choque de acorazados y artillería pesada. El diagrama de flujo de esta conversión es fácil de trazar: 1. El desconocimiento de facto del derecho constitucional del referendo revocatorio, por parte del Cabellismo-Madurismo. 2. El desconocimiento político-jurídico del gobierno por la MUD y el llamamiento a la rebelión popular: acusando “al régimen de Nicolás Maduro” de cometer “un golpe de Estado”; solicitando la intervención inmediata de la Comunidad Internacional y de la Corte Penal Internacional (sic); exigiendo “a la Fuerza Armada Nacional no obedecer ni ejecutar ningún acto o decisión que sean contrario a los principios constitucionales…, emanados del Poder Ejecutivo, Judicial, Ciudadano y Electoral” y, convocando “al pueblo de Venezuela…a la defensa activa, constante y valiente de nuestra Carta Magna, de la democracia y el Estado de Derecho, hasta lograr la restitución del Orden Constitucional”. 3. La diáfana réplica de Padrino López, de que las FANB bloquearán esa estrategia de acceso al poder de la MUD. 4. La colérica e insultante contestación de Ramos Allup en la Asamblea Nacional, donde llamó al Comandante de las Fuerzas Armadas “alcahuete”, que “avergüenza a las Fuerzas Armadas”, que deje de “fanfarronear”, las armas y el uniforme para ir a discutir sobre política pues, “no sabe ni ser ministro para la Defensa”. 5. La reunión del Consejo de Defensa de la Nación, con ausencia de Ramos Allup, la devaluación del Dialogo de la Paz (30.10.) por parte de la MUD y del reaccionario episcopado nacional, encabezado por los cardenales Baltazar Porras y Urosa Savino, y el de facto llamamiento al asedio —e, implícitamente, asalto— opositor al Palacio de Miraflores.
3. Dictaduras y democracias
Ante tales hechos se ha intensificado el debate sobre si Venezuela ahora vive en una dictadura o una democracia. Lamentablemente, la incultura científica-política de la “izquierda” latinoamericana, cuyas cabezas procesan, en términos generales, la chatarra ideológica de la burguesía, no ayuda a aclarar este tema, que es importante para la praxis a seguir. La ciencia ha establecido claramente, que la entidad que llamamos Estado, no es un fenómeno autónomo (stand alone phenomenon), sino que sólo se da en coexistencia con una clase dominante, a la cual sirve. Por eso es necesario diferenciar entre el tipo de Estado (feudal, esclavista, capitalista, socialista etc.) y la forma del Estado, que puede ser monárquica, republicana, parlamentaria, presidencial, centralista-vertical, etcétera. El Estado venezolano moderno siempre ha sido un Estado burgués, porque siempre ha sido el engendro de una formación socio-económica capitalista-burguesa. Lo que ha variado es su forma, que ha sido más democrática o menos democrática, en función del superávit de la renta petrolera. Con el bloqueo del referendo revocatorio y el desconocimiento de la división de poderes, la actual facción política burguesa en el poder —la cúpula del PSUV— empieza a abandonar la forma de un Estado democrático. Esta reducción de los espacios constitucionales es un procedimiento habitual en todos los tipos de Estado, cuando entran en situaciones de crisis, y va desde el Pinochetazo en Chile hasta el Caracazo en Venezuela y el golpe de Estado parlamentario contra Dilma Rousseff.
4. La pregunta decisiva para Venezuela
En este sentido, el gobierno burgués venezolano está haciendo lo que hacen todos los Estados burgueses. Se puede lamentar esta praxis y moralizar sobre ella. Pero, mientras las sociedades son sociedades de clase, esta será la lógica de actuación de la organización social que llamamos Estado. Usando el lenguaje de Shakespeare, la disyuntiva es clara. Si se quiere acabar con Calibán (Estado) hay que acabar con Próspero (elites dominantes).
Mientras tanto, la pregunta decisiva para la praxis política en Venezuela es la siguiente: ¿Será más democrática y funcional para el país una dictadura burguesa de la MUD que la dictadura burguesa del Madurismo? Porque la ilusión de un creciente sector de la población, que después del Madurismo vendrá la democracia y la vida del Primer Mundo, es solamente eso: una ilusión pasajera. Y, si no lo creen, que vuelvan la mirada hacia Argentina y Brasil.