No existe nada más poderoso en contra de los regímenes totalitarios que la sociedad civil dispuesta a decirle ¡ya basta!
Tamara Suju Roa
Donde quiera que me encuentro a un venezolano, o a quienes conocen el tema de Venezuela, me preguntan qué hacer, qué va a pasar, cómo me parece todo lo que ocurre, e incluso lanzan frases que casi ya parecen un cliché: “lo veo difícil”, “poco se puede hacer mientras la gente no despierte”, “el momento pasó”, entre otras.
No hay nada peor que tratar de subirle el animo a quienes no quieren que se lo suba, o a quienes quizás buscan la excusa definitiva para desentenderse, o quienes en ellas buscan refugio para su desesperanza o su inacción. Por eso siempre comienzo diciendo que yo no tengo la bola de cristal, que no soy pitonisa sino que simplemente trabajo, trabajo y trabajo para aportar con ello soluciones, ayuda, concientización sobre lo que nos está pasando y denunciar la situación de aquellos que están mas vulnerables, pasándola peor o al borde entre la vida y la muerte: los presos y perseguidos políticos.
Algunas veces me consigo gente en las redes que es capaz de denigrar el trabajo de quienes estamos afuera, incluso tratan de apartar a esa gran diáspora de compatriotas que están ansiosos por aportar su grano de arena, por no desconectarse de su Patria, a pesar del trabajo que tienen para sobrevivir.
Quisiera plasmar hoy en estas líneas mi desahogo para quienes esperan, para quienes no saben qué rumbo seguir. Vaclav Havel, expresidente de la República Checa, escribió en su libro “El Poder de los sin Poder” lo siguiente:
“Así, la ideología actúa como ‘coartada – puente’ entre el sistema y la vida, referenciando erróneamente las necesidades vitales con lo que ofrece el sistema. Los eslóganes se utilizan como signos, y son aprehendidos sin ningún criterio propio por la gente de a pie. Dichos símbolos sirven para ocultar los ‘fundamentos ínfimos de la obediencia’ y los ‘fundamentos ínfimos del poder’. Son la ‘portada’ de la ideología. Dicha ideología es la careta que el sistema ofrece al hombre para dignificar su lóbrega y concupiscente vida real (atravesada por una red de hipocresía y mentiras: poder burocrático = poder del pueblo; esclavización obrera en su propio nombre; aislamiento de informaciones = divulgación, etcétera). En definitiva el hombre vive en una mentira, que a veces no se cree, pero que se cuida mucho de no combatirla”.
Esto precisamente describiría al “Socialismo del Siglo XXI” con el que Chávez y su séquito de hampones llegó al poder, engañando a la gran mayoría de la gente que buscaban un cambio que les mejorara su calidad de vida. Sus eslóganes más conocidos fueron repetidos hasta la saciedad, por ese pueblo que veía en Chávez a alguien como ellos, capaz de decirles lo que querían escuchar, de hablar con groserías, bailar, cantar y cambiar todo lo que quería a su manera, pero que no traía nada en la “bola” para hacer de Venezuela un país próspero y digno de sus riquezas naturales y humanas. El “Patria, Socialismo o Muerte” se instaló en las escuelas, en los cuarteles, en los barrios, en las comunidades, sin que la gente supiera a qué se referían, porque ese 90 % de la gente que lo admiraba, nunca obtuvo un proyecto de país que le diera una mejor calidad de vida.
Hoy, cuando Venezuela esta en bancarrota, hipotecada en su futuro económico por estos vagabundos que se apoderaron de todo y lo despilfarraron a diestra y siniestra para comprar conciencias y votos nacionales e internacionales, vale la pena recordar a qué se refería el Presidente Havel en su libro “El poder de los sin poder”… quiénes son aquellos que no tienen poder “político” pero sí tienen la fuerza suficiente para generar cambios y movilizar conciencias.
Estimados lectores, el poder está en manos de la sociedad civil. ¡De los ciudadanos! ¡Son todos ustedes que preguntan qué hacer, qué pasará, y que buscan a quien seguir o un líder! Usted que me lee puede ser el líder de su comunidad, de su trabajo, de su escuela. Es la sociedad civil organizada en la calle. Venezuela necesita en estos momentos de todos los gremios, las universidades, las escuelas, los profesionales, los trabajadores, los campesinos, las amas de casa, los que día a día salen al amanecer a echarle pichón a ese “sacrificio” que es ahora vivir en nuestro país. No existe nada más poderoso en contra de los regímenes totalitarios que la sociedad civil dispuesta a decirle ¡ya basta! Y los venezolanos tenemos un millón de “ya basta” para querer salir del peor gobierno en toda nuestra historia. La sociedad civil movilizada exigiendo el cambio de modelo político imperante, exigiendo sus derechos constitucionales, exigiendo el cese de la persecución y hostigamiento, arrastrará a los partidos políticos que parecieran están perdidos entre el poder que les otorgó el soberano y el compás que les marca la tiranía.
Decía Havel en su libro: “No se trata de cambiar una élite por otra, sino de empoderar al pueblo, haciéndolo consciente de su deber para con la sociedad civil antitotalitaria. Dicho proceso se debe cuidar mucho de los intentos por parte del poder oficial de asimilar el descontento, ofreciendo prebendas y migajas a los adalides de la subversión. También hay que cuidarse de los intentos del sistema por lavar su cara, ‘autoformándose’, dejando incólumes las estructuras pos totalitarias, lo que provocaría una perpetuación del sistema que combaten los disidentes”.
“Otro proceso peligroso es el de la cooptación de asociaciones y grupos, originalmente disidentes, por el poder, permitiéndoles una cierta actuación independiente, encorsetada en los principios inamovibles del sistema. El ejemplo de lo sucedido espontáneamente en 1968 (“Primavera de Praga”), nos debe ilustrar bien el sentido de cambio que deseamos: una serie de procesos deslavazados dieron lugar a un estallido espontáneo, de una potencialidad incalculable, que dejó escrita la primera página de la liberación de la sociedad contra el sistema. Sin embargo, dicho intento chocó con la desorganización de la sociedad civil, que no tenía estructurado un proyecto de cambio sistémico, lo que permitió que un ilusionante principio, concluyese en un mero cambio cosmético en la élite del poder. Por ello debemos intentar que las intenciones de la ‘esfera secreta’ de la sociedad estén claras, antes de lanzarnos a la lucha final contra y por el poder”.
Estimados lectores, afortunadamente los venezolanos tenemos una hoja de ruta: la Conferencia Episcopal Venezolana, el Secretario de Estado del Vaticano, el Secretario General de la OEA, expresidentes amigos de Venezuela y de su democracia, así como los pronunciamientos hechos por lideres políticos como Leopoldo López, Henrique Capriles, Antonio Ledezma, María Corina Machado y otros intelectuales en cuanto al camino a seguir, están claros. Solo me queda decirles: ¿Vamos por ellos? ¡Aquí tienen un soldado al pie del cañón para lo que haga falta!
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