La designación de Tareck El Aissami como Vicepresidente y el lanzamiento del Comando Antigolpe anuncian la ofensiva represiva
Humberto González Briceño
El régimen está débil, pero no termina de caer. El colapso institucional del régimen chavista no se traduce en su definitivo desbancamiento por dos razones fundamentales: a) La oposición política concentrada en la MUD es débil y errática; y b) El régimen se sostiene gracias al aparato represivo militar-policial. Y es que la premisa inicial de este artículo, aunque gramaticalmente correcta, encierra una profunda equivocación política que ha llevado a los sectores democráticos por un camino equivocado.
Ningún régimen por muy débil que sea, como el régimen chavista hoy por ejemplo, cae o se desploma en forma automática o espontánea. Aun para que ocurra el desplome o la implosión, como tantas veces lo hemos analizado en las páginas de “La Razón” es necesaria una energía que haga ignición y provoque el estallido. Sin esa chispa inicial todo queda en manos de la inercia política y el esfuerzo se reduce a una apuesta pasiva al desgaste del régimen.
Lamentablemente hasta ahora la iniciativa de la oposición al régimen ha estado en manos de la MUD como una coalición electoral de partidos que no ha sido capaz de superar las limitaciones de su propia realidad virtual. La MUD termina haciendo una oposición exactamente a la medida del régimen no porque quiera, sino porque carece de claridad para entender el momento político que vive el país y es incapaz de articular una propuesta viable y sostenible de poder frente al régimen chavista.
La actual coyuntura está definida por una alta conflictividad social y por un deterioro de la gobernabilidad. Este no es el momento del diálogo, lo cual resultaría muy conveniente y a la medida del régimen. Este es el momento de la confrontación. El no entenderlo es lo que ha llevado al diseño de estrategias de oposición fallidas que solo han dejado desesperanza y confusión en la calle.
Mientras el régimen está ejecutando, ante los aún incrédulos ojos del país y del mundo, su asalto al poder para asegurarse su control por la vía del golpe de Estado, la MUD sigue actuando bajo esquemas existentes de normalidad electoral, exigiendo al Gobierno cambios que no pasan de ser un saludo a la bandera tal como sus propios voceros lo han admitido.
Con este tipo de estrategias y estos métodos de lucha no será posible derrocar al régimen en su momento de mayor debilidad. En estos momentos los sectores democráticos tienen tres tareas esenciales para retomar la ofensiva contra el régimen: a) Organizarse en una frente de lucha amplio que vaya más allá de la MUD, incluya otras fuerzas sociales e incorpore sin complejos a sectores del chavismo crítico; b) Retomar el liderazgo de la calle encabezando la protesta social contra el régimen; y c) Ganar a más oficiales activos de la FANB para defender la Constitución y hacer respetar el estado de derecho.
La designación de Tareck El Aissami como Vicepresidente y el lanzamiento del Comando Antigolpe anuncian la ofensiva represiva del régimen. La contraofensiva de los sectores democráticos es urgente e impostergable. Cada hora cuenta.