, ,

Gustavo Luis Carrera: ¿Por qué fracasó el diálogo?

Dos monólogos no pueden constituir un diálogo


Gustavo Luis Carrera

¿Qué es un diálogo? Muchas cosas. Conversar, intercambiar, o simplemente hablar de todo y de nada. Se dialoga en la casa, en la calle, en el trabajo. Y hasta se dialoga solo –sin estar totalmente loco–, o con el televisor –estando, sí, totalmente loco–. En todo caso, un diálogo común puede ser intrascendente o un monólogo interno. Pero, un diálogo político, de pretendida trascendencia nacional, es otra cosa, muy distinta y significativa; si no, fracasa, por razones como las que hundieron el pretendido diálogo actual.

PRIMERA RAZÓN. Un diálogo político no es un simple palique. Una conversación intrascendente es un diálogo. Un intercambio de impresiones o de informaciones es un diálogo. Esto es lo que se llama un palique. Pero, cuando se habla, solemnemente, “patrióticamente”, apabullantemente, de un diálogo político, se presume que se trata de un encuentro para hacer concesiones mutuas y llegar a conclusiones, a acuerdos trascendentes para ambas partes. Pero, cuando en una “mesa de diálogo” la oposición presenta sus aspiraciones fundamentales: procesos electorales, liberación de presos políticos, resolución de carencias de alimentos y de medicinas, y el gobierno adelanta que no va a conceder ninguna de esas aspiraciones, ¿de qué se va a dialogar?

SEGUNDA RAZÓN. La trampa: el subterfugio para ganar tiempo y maquillar la imagen. Cuando un gobierno en situación tan crítica como el venezolano llama a un diálogo a la oposición, sabiendo que no hay posibilidad de acuerdo en cuestiones fundamentales, que obligarían a un cambio sustancial en lo político, lo económico y lo jurídico, todo es una farsa. El objetivo es ganar tiempo; y sobre todo maquillar, disfrazar, su imagen despótica y antielectoral interna; pero, en especial, en el ámbito internacional. Y hacerle el juego a este cruel teatro es caer en una trampa ostensible y perversa.

TERCERA RAZÓN. La buena fe o la ingenuidad o la novatería. Aceptar y cohonestar un falso diálogo, que ostenta fines aviesos, es, por lo menos una muestra de buena fe, de ingenuidad o de novatería. Y nada de esto es reduitable en materia política y social.

CUARTA RAZÓN. Las razones del Vaticano no son las del pueblo mayoritario. El Vaticano es un Estado, y como tal tiene una política diplomática. Y la doctrina correspondiente es la del entendimiento, del avenimiento, de la concertación, de la paz. Y la evidente, y demostrada, mayoría del pueblo de Venezuela reivindica un cambio, una transformación positiva y libre en lo económico, en lo social, en lo político, Así, mientras el Vaticano preconiza el convenimiento pacífico y conservador de lo existente, los venezolanos, mayoritariamente, reivindican el cambio, la transformación por la vía electoral. En conclusión: ante un supuesto diálogo, los objetivos del Vaticano no pueden coincidir con los de la evidente mayoría del pueblo venezolano. El resultado es que son dos concepciones irreconciliables de lo que debe ser un verdadero diálogo de acuerdos.

VÁLVULA: “Dos monólogos no pueden constituir un diálogo”.