Veo que últimamente se ha introducido en el proceso la pretensión del cambio generacional. Eso es anti marxista. No hay teoría revolucionaria que soporte eso
Julián Rivas
Venezuela vive un momento crucial en su historia. Es un país amenazado pero de gran fortaleza. Se requiere una dirección política clara, democrática, revolucionaria. No es tiempo para colonizar espacios grupales, ni para apostar a juegos generacionales. Asunto por demás distanciado de cualquier teoría revolucionaria.
Jared Diamond en su libro “Colapso” aborda el asunto histórico de las sociedades desaparecidas y otras que perduran en el tiempo. Dice que las sociedades desaparecidas en momentos de plena vigencia percibieron las amenazas y no obstante no dieron respuestas adecuadas, por errores del mando, conflictos sociales irresolubles y falta de unidad ante amenazas externas.
La experiencia es fundamental. Por lo demás hay que censurar la mezquindad y dejar atrás a los mezquinos.
El asunto es sencillo. Hay que transformar la estructura económica venezolana. Detectar oportunidades y desechar los obstáculos para el avance económico.
Aquí los derechistas y agentes de las viejas burguesías monopólicas y oligopólicas no debaten el fondo del problema. Por el contrario, tienen una tesis peregrina. Si retornan parte del dinero fugado exigen dos cosas: garantías a la inversión, sobre la base de una lejana expropiación en caso de utilidad pública.
Otra cosa, estos agentes económicos quieren que sus inversiones no sean investigadas en cuanto a su origen. Aquí le vemos el rabo a la colosal fuga de dinero ver los últimos años. Somos practicantes del internacionalismo revolucionario. Pero así como se acabó el fútbol de colonias y ya vemos lo bien que nos ha ido en las últimas décadas, hay que desechar la economía de colonias.
Por eso está muy bien que se creen miles y miles de panaderías populares. Qué se revise por qué los productores de arroz en Los Llanos residen en Italia. O que los concesionarios de automóviles, que amasaron grandes fortunas, ahora viven en Florida, Estados Unidos.
Hay una relación entre economía y desarrollo, con investigación técnica y científica. Con excelente oportunidad de sembrar algodón en el Meta y el Orinoco, de hacer del petróleo un instrumento para la exploración de nuevos textiles, todavía en Venezuela, en cien universidades, no hay una que imparta la carrera de ingeniería textil. Estamos obligados a desechar esos palacios de pantaletas que a cada esquina establecieron intereses colombianos. Eso significa una fuerte pérdida de divisas.
Lo mismo ocurre con la venta de vehículos. Un siglo y nosotros contando con mineras de hierro, bauxita, energía, seguimos explorando. Sin articulación entre más de 20 centros productores de vehículos y parte. Algo más curioso, ninguna de nuestras universidades imparte la carrera de ingeniería automotriz o de diseño automotriz.
No hay debate serio. Hay colonizadores de espacios de poder. De distribución de rentas. He tenido la oportunidad de estar en varios puntos lejanos y los nacionales mantienen privilegios. Habrá que ver qué es bueno y qué es malo. Pero los venezolanos seguimos de boca abierta, relegados y recibiendo críticas de malagradecidos como los oligarcas colombianos.
La Albania socialista. La China comunista. El Yemen del Sur de los 70. Procesos socialistas con un denominador común. Eran integracionistas, pero también firmes defensores de sus intereses nacionales.
Veo que últimamente se ha introducido en el proceso la pretensión del cambio generacional. Eso es anti marxista. No hay teoría revolucionaria que soporte eso. Eso es simplemente pretensión de control. Qué bueno sería que dieran ese protagonismo a los trabajadores.
El pueblo ha estado pasando mucho trabajo. Quién se crea revolucionario debe advertirlo. Pero la emergencia no puede conducir a la relegitimación de los monopolios y oligopolios. Ni tampoco puede llevar a un absurdo control burocrático del transporte de alimentos. Mientras más trabas, más burócratas hacen fiesta.
Hay que debatir. La experiencia importa. Hay países en los que altos cargos son reservados a mayores de 50 años. Puede ser bueno en un caso y malo en otro.
De vez en cuando, por ejemplo, me encuentro en los cafés de Sabana Grande al profesor Malavé Mata. Sus libros ya son referencia histórica en Venezuela. ¿Por qué quiénes deciden no lo consultan? ¿Por qué no se reedita su libro “Los extravíos del poder” que desnuda errores económicos de la Cuarta República? Estos días adquirí otro ejemplar, después de perder uno. Qué bueno, reediten eso en vez de publicar poesía mala. Me encanta la buena poesía, gestación brillante de pocos. Porque como la brujería, buenos poetas son pocos. La mayoría es charlera.
Paul Baran, en su libro “La economía política del crecimiento” (vea bien, edición de fines de años cincuenta), explica muy bien cómo el monopolio gana hasta reduciendo sus costos. Lo mismo advierten Swezzy, Mandel y otros. Ganancia ascendente. Imagine a Polar que hizo fiesta y quiere seguir disfrutando con dólares del Estado. Ese es el talante del capitalismo que tenemos, que gusta a Estados Unidos y a CNN.
El asunto es medio torcido. El Estado dio dinero para alta inversión y se lo llevaron. Cuidado con esa receta. De paso muy bien la expulsión de CNN.
La publicidad es uno de los mayores gastos de estos monopolios. Por eso tienen tanto apoyo, dentro y fuera de Venezuela. Por favor abramos el debate.
Lo que ocurre en Venezuela no respeta las viejas teorías del valor de uso y del valor de cambio. Es la guerra. Polar es lo que advirtió Ernest Mande, “price leadership, que es la alineación de los precios de la rama con el precio dictado por la empresa más fuerte”…
Por favor, dejen ese cuento generacional. Busquen a los viejos, que por viejos son sabios. Dejen la mezquindad, que lo que está en juego es Venezuela. ¡Viva el pueblo!
Post data: mire, tanto que nos costó poner a caminar al Movimiento Quinta República. Recuerdo que los primeros volantes publicitarios los sacamos a duras penas entre la casa de Lourdes Matute y el semanario “La Razón”. Hasta amanecimos para llevar el documento para Maracay.
Ahora vienen con el cuento generacional. No jile. Hugo Chávez me pedía un domingo un llamado para su programa de radio del lunes. El viejo Miquilena, responsable de las finanzas se perdía y me veía obligado a pagar de mi bolsillo. El llamadito es importante, decía Chávez.
¿Dónde estaban esos muchachos devenidos en burócratas? No los vi. Vea al presidente Mao, el político más extraordinario en 150 años.
“¿Cómo juzgar si un joven es revolucionario? ¿Cómo discernirlo? Sólo hay un criterio: si está dispuesto a fundirse, y se funde en la práctica, con las grandes masas obreras y campesinas. Es revolucionario si lo quiere hacer y lo hace; de otro modo es no-revolucionario o contrarrevolucionario. Si se identifica hoy con las masas obreras y campesinas, es hoy revolucionario; si mañana deja de hacerlo o pasa a oprimir a la gente sencilla, se transformará en no-revolucionario o en contrarrevolucionario”.
La orientación del movimiento juvenil
(4 de mayo de 1939),
Mao Tse Tung