Es posible construir una economía fuerte, manufacturera y de servicios
Julián Rivas
Producir, distribuir y controlar, este es el reto. Y otro mayor: hay que rescatar el poder adquisitivo del salario. Para relanzar la economía es necesario que el salario de los trabajadores represente lo suficiente para adquirir bienes y servicios que están a la disposición de cualquier asalariado del mundo, que de acuerdo con la conseja antigua, sirva para reponer fuerzas. Por ahora.
De verdad preocupa la especulación. Los trabajadores tienen derecho a la indexación salarial en 2018. Pero cómo se resuelve cuando una masa de cientos de miles de comerciantes han encontrado su golilla subiendo precios todos los días. Ya no se habla de inflación, sino de especulación. Pero que salga la flota de carros de Drácula, que le metan lupa a las 33 familias que controlan el negocio de productos avícolas en Venezuela. Hoy los huevos marcan precios.
La redistribución se da por vía de salarios y precios, y en este momento los comerciantes vampiros sacan provecho. Muchos observadores estiman que lo que ocurre en Venezuela ha sido programado. Se impulsó, como si fuera casual, como producto de la magia un proceso de desmantelamiento de toda estructura productiva y de servicios del país. Se lesionó el tejido social, todo, institucional, económico, productivo y cultural. El pueblo es quien ha derrotado este plan desestabilizador.
No bastan las criticas aisladas, o los mea culpas. Hay que tomar decisiones. Vea el caso del tráfico de billetes: Si bien el dinero en papel no representa el grueso de la circulación monetaria, en Venezuela sirve para el bachaqueo. Lo fugan a Colombia. Y eso hace daño. Este afán de robo tiene caldo de cultivo en el sector transporte, la venta de golosinas, plátanos fritos y chucherías de toda índole.
Ojalá los alcaldes electos este domingo admitan que el pueblo debe decidir en los mercados populares, y no bloquear la organización comunal, como hasta ahora han hecho. Hay que intervenir los terminales de pasajeros, donde los empleados de empresas de buses inutilizan las líneas de teléfonos fijos para no verse obligados a cobrar con aparatos electrónicos. Así, quien no tenga puntos de venta, entonces que no venda pasajes. Porque todo tiene un secreto, sacar ese billete para Colombia.
En cualquier país del mundo el mercado popular tiene productos y servicios con menores precios. Que las marcas colectivas, empresas familiares, asociativas y todas aquellas que venden directo al pueblo, sean las más favorecidas.
En verdad se ven cosas extrañas. Hay gente que despierta a una realidad y se dan cuenta que hay especulación. No es suficiente. La crítica debe ser sincera y debe estar acompañada de propuestas democrático-populares, revolucionarias. Les cuento que en mi pueblo había un viejito que le gustaba el aguardiente. Tenía bigotes y una sonrisita sardónica. Un día se vio en el espejo pegado a la pared del sitio donde vendían cervezas. El espejo se sostenía con un baño de cemento por los lados. ¿Qué tu me ves, marisco? Y le lanzó un puñetazo al espejo. La dueña del negocio gritó: mire, borracho, usted me paga mi espejo, ¡me lo paga!
Voy a hacer una sugerencia ante la especulación que golpea todos los bolsillos, de ricos y pobres: Que el carro de Drácula que actúa contra los especuladores, haga una visita al negocio Rey David, especialmente la tienda que esta por los lados de Altamira. No hay sitio en Venezuela que venda más caro (y especule con mayor fuerza) como este Rey David, ¡y que no salgan los padrinos!
Habrá soluciones si hay voluntad para llevarlas adelante. Es posible construir una economía fuerte, manufacturera y de servicios. Incluso, las nuevas inversiones (interna o foránea) pueden abrir cauces para impulsar las marcas colectivas, forma de producción y servicios que permite controlar los procesos. Porque el reto de Venezuela hoy es producir, distribuir y controlar. Esto hace inevitable el cierre de la frontera con Colombia y Brasil. Pero por qué tardan tanto.
¡Viva el pueblo!