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Luis Fuenmayor Toro: Derrotemos el desconocimiento de una elección fraudulenta

Elecciones Fraudulentas CNE

Hay que votar y hay que derrotar a Nicolás Maduro por el bien de la patria, de su gente e incluso por el bien de ellos mismos, aunque su ceguera política, soberbia y codicia no se los permita entender


Luis Fuenmayor Toro

Seguimos transitando un escenario político, que se nos antoja ofrece sólo la posibilidad de tres salidas, las cuales fueron presentadas por quien suscribe en la edición de La Razón del 11-2-2018 (p. A-3): la panameña de Noriega, la peruana de Velasco Alvarado y la nicaragüense de Daniel Ortega. En estos casos se trató de gobiernos revolucionarios, enfrentados a EEUU, productos de la derrota de los modelos políticos precedentes y que llevaron a sus sociedades a una crisis económica grave, que los sumergió en un deterioro socio político que forzó el desenlace, características que los hacen parecerse al gobierno venezolano de Chávez-Maduro, sin descartar las especificidades de éste ni desechar las diferencias del contexto histórico. No incluyo como posible el caso de la salida de la dictadura de Pinochet, pues éste fue un gobierno de naturaleza ideológica contraria a los señalados, sin enemistad con EEUU y con una crisis preponderantemente política. Tampoco coloco entre las opciones la continuidad de Maduro, no por ser imposible sino porque no significaría su salida y es sobre ésta que estamos trabajando.

Las recientes y no tan recientes detenciones de numerosos militares activos y con mando de tropas, que incluye a varios tenientes coroneles, así como la conducta represiva al máximo contra el general en jefe Raúl Isaías Baduel, la degradación y expulsión ilegal de éste y otros numerosos cuadros militares de todas las jerarquías y el reciente apresamiento del mayor general Miguel Rodríguez Torres, constituyen un golpe importante a las posibilidades de que la crisis pudiera resolverse por la vía de un pronunciamiento de la FANB. Se compromete de esta forma la que definimos como salida peruana, en la que el papel de los militares presionaría la renuncia o destitución del Presidente, sin necesariamente activar su persecución ni la de los suyos, con excepción de aquellos cuadros chavecos que se decida sacrificar, y sin inhabilitar al PSUV de su participación política futura. Ésta hubiera sido una posibilidad de carácter pacífico, que hubiera iniciado una transición necesaria para revertir todo el daño hecho a la nación venezolana y a la república y, aunque no podemos decir que se ha cerrado, sí se ha hecho menos probable.

Sigue abierta la salida tipo nicaragüense, la cual es electoral y por lo tanto también pacífica, aunque los grupos abstencionistas y quienes trabajan desde el exterior la dificultan y estos últimos ya la han dado como clausurada. Las elecciones presidenciales, hasta ahora aún en el mes de mayo, pudieran perfectamente ser la forma en que se llegue hasta este escenario. Si existiera una unidad opositora que incorporara al llamado Frente Amplio, no muy amplio todavía, con la candidatura única de Henri Falcón y las condiciones electorales hasta ahora logradas, mejores que las existentes en las elecciones de gobernadores donde la oposición hoy en el Frente Amplio participó, estaríamos ante una real posibilidad de derrota del Gobierno. Las propuestas de Falcón enfrentan las ejecutorias de Maduro: cese del control de cambios y del control de precios, eliminación de subsidios indirectos, dolarización de sueldos, apertura financiera, acercamiento a EEUU y libertad de presos políticos, proposiciones en su mayoría compartidas por la MUD.

Falcón pudiera entonces perfectamente ser el candidato de la transición, pues su aceptación en el sector chavecista es mayor que la de los otros posibles candidatos, por lo que podría negociar más fácilmente con el Gobierno las mejores condiciones para que acepten desprenderse del poder. Es cercano a Capriles Radonsky, quien es partidario de participar en las elecciones presidenciales, posición contraria a la de su partido Primero Justicia. El Frente Amplio (nueva versión de la MUD) ha declarado que su camino es electoral y pacífico, lo que podría llevar adelante con Falcón si sus líderes reducen sus aspiraciones personales y las difieren para luego. En estas condiciones, se dispondría de los aparatos partidistas para la defensa de los votos en todas las mesas, cosa que no puede garantizar la alianza que apoya hoy a Falcón; se reduciría la abstención en forma importante y se construiría un gobierno de unidad nacional, con el PSUV en la oposición.

Desaparecería el peligro de una intervención militar extranjera al estilo aplicado con Noriega o cualquier otra variante intervencionista, que constituye el mayor peligro para la nación venezolana. Es mentira que Maduro y Falcón sean lo mismo; ese es el planteamiento de quienes quieren la intervención militar extranjera. Y no se trata de una defensa a ultranza del candidato de la alianza MAS-AP-COPEI, en cuyas propuestas encontramos graves limitaciones, en el sentido de hacer de Venezuela una república contemporánea. No hemos oído ni leído nada en relación al abandono del rentismo, mediante el inicio de una industrialización aguas abajo y agua arriba de la industria petrolera; tampoco sobre los planes concretos de desarrollo científico y tecnológico nacional, la creación de empleo formal calificado bien remunerado y el desarrollo de una política urbana con la creación de verdaderas ciudades y no las simples aglomeraciones humanas carentes de servicios, que hoy tenemos.

También esperamos leer y oír sobre los necesarios cambios en materia electoral: el rescate de la representación proporcional constitucional en las elecciones de los cuerpos deliberantes, la doble vuelta electoral en los comicios de alcaldes, gobernadores y el presidencial; la eliminación de la reelección permanente, el financiamiento público de las campañas electorales y las medidas para que no sea el dinero el que determine la propaganda desarrollada por los candidatos. Entendemos que recién comienza la campaña, pero queremos dejar claro que no estamos obnubilados por la necesidad de salir de Maduro, a pesar de considerarla indispensable. Hay que votar y hay que derrotar a Nicolás Maduro por el bien de la patria, de su gente e incluso por el bien de ellos mismos, aunque su ceguera política, soberbia y codicia no se los permita entender.

Queremos derrotar el escenario del desconocimiento de una elección presidencial fraudulenta, para lo cual hay que hacerla lo más idónea posible y eso se logra con la participación de todos.