La memoria histórica hay preservarla no sea cosa que después que cese, por las malas o por las peores, la pesadilla se repita
Omar Estacio Z.
Tienen los lectores frente a sí, “El general Madrino se le arrodilla a Fidelcastro” gigantografía (1018 x 2760) que será exhibida en el pabellón principal del “Museo RoboLucionario del, Guiso, Soborno, Sobreprecio y demás Trácalas”. Proyecto que avanza, porque la memoria histórica hay preservarla no sea cosa que después que cese, por las malas o por las peores, la pesadilla se repita. Sería el acabose definitivo de gentilicio. El acabose, de cualquier forma de vida en nuestro ecosistema.
“Madrino – perdón ¡El general Padrino!- se le Arrodilla a Fidelcastro” será la obra más representativa, elocuente, la más plástica, de la abyección como única forma de ascenso en la nomenklatura roboLucionaria.
Gracias a su escala óptica, identificamos a casi todos los personajes, objetos, posiciones, algunas en dos, tres, en cuatro patas, de sus actores. El negrazo, en el ángulo izquierdo superior, visto desde el lector, de guayabera blanca, empuñando con ambas manos una Glock 43, parcialmente oculta en la composición, por el respaldo de una de las sillas de un juego de comedor, es el “Mataviejas”. Remoquete y calidad de hombre de confiar, ganado con el sudor de su frente y la sangre de las llamadas “Damas de Blanco” cada vez que el grupo de septuagenarias y octogenarias, sale a protestar porque les asesinaron, torturaron, les apresaron– o las tres cosas a la vez- un ser querido. A lo lejos, a la derecha del “Mataviejas” se observa una puerta basculante que da acceso al área de cocina del lugar. La puerta tiene una ventanilla. Es para evitar encontronazos entre los atareados mesoneros en las comilonas. La mancha negra que se observa a través del cristal de la ventanilla, es el rostro de un colega del “Mataviejas”. Vigila sigiloso. La orden que recibieron los dos sicarios es zamparle varios “pepazos” al generalote visitante por su retaguardia, desguarnecida, caso necesario. Por agresivo no será, dada la babosa expresión del rostro del potencial cadáver. En el extremo derecho de la gráfica, vista de frente, surge en cuarto o quinto plano, un gordo, barrigón – en Cuba, muere de hambre el pueblo llano, pero los matones del Comandante, comen a dos carrillos. Pantalón azul, franela amarilla, rostro lombrosiano, monta guardia a través de los marcos de dos puertas. Lo hace en las propias narices del visitante ¡pa’ que sepa lo que le espera si se resbala! Con los varones que se arrodillan, nunca se sabe.
La avidez de mi mirada no conoce límites. Siempre los ojos que Dios me dio, han querido atravesar lo que se ve, pero también lo que no se ve. El generalote, muy madrino -perdón, otra vez ¡Padrino!- está ataviado con mono de hacer ejercicios. Eso a simple vista. Lo que no se ve, pero sí lo dice a gritos, la fotografía, es que viajó a la Isla a hacer zalamerías. Fue a bordo de un avión de Pdvsa a costa del bolsillo de los pendejos venezolanos. Pero Fidelcastro, no lo quería recibir. Recelaba. Uno, tres, cinco, siete días y nada. Hasta que llegó la orden. “Frente a la salida de su hotel, mano derecha, está aparcado un automóvil chino, marca “Chery” color negro, de cuatro puertas. Como esté vestido o desvestido, encarámese ¡ya! que el Comandante lo va a recibir ¿Sudado, jediondo, porque está, ejercitándose? Le dije que como esté. En mono, gorila, chimpancé o lo que sea, so pendejo. No pregunte direcciones, so imbécil. El chófer del carro sabe perfectamente lo que debe hacer”
¿Está, Madrino, en cuclillas, agachadote, ante Fidelcastro, en la foto, o es la posición natural de todo quécher de béisbol o de todo quécher del erario público, que se procura “ahorritos” para mantener a los manganzones, hijos suyos, a todo tren, las tres “C”, caña, comida y cu ****”, incluidas, en Madrid? ¿Se le arrodilló, está sentado en un taburete o se trata de Photoshop realizada por Guaidó para tumbar el gobierno? ¿Es verdad que el propio Madrino – perdón, otra vez, es mi autocorrector- Padrino, fue el que orgulloso, orondo, difundió la célebre fotografía! Esta última ¿Fue antes o después de hacerle los cumplidos de ocasión a, Fidelcastro?
Días atrás, Pedro Carreño, irreverente parlamentario del oficialismo, denunció que un connotado opositor, asistió a la Sala Oval de la Casa Blanca para arrodillársele a Trump, cual Mónica Lewinsky se le puso de hinojos al expresidente Clinton. Sin embargo, no hay fotos que corroboren semejante conjetura ¡Se le ocurren cada cosa, a este diputado Carreño!
@omarestacio