La cooperación de la mafia rusa con la tiranía madurista, se produce en el momento más crítico de su aislamiento internacional y de su penuria económica-financiera
Oscar Battaglini
En política internacional, al parecer, existen dos clases de injerencia: una buena y una mala. La injerencia rusa en nuestros asuntos políticos, de igual modo que la cubana, ha alcanzado no sólo ribetes del escándalo, sino de lo antinacional; no obstante, la dictadura militarista encabezada por Maduro y Padrino López, ha tratado de ocultar por todos los medios posibles, acusando de injerencistas a los países que, de alguna manera han demostrado su preocupación por el problema venezolano y adoptado medidas políticas, económicas y diplomáticas en favor de la recuperación democrática de Venezuela.
En el caso cubano, esa situación ha llegado al extremo reconocido pública y descaradamente por Maduro, de que representantes de la burocracia despótico-stalinista que ha tiranizado durante más de 60 años a ese martirizado país, desde hace ya bastante tiempo- forman parte del poder y de la estructura político- administrativa del Estado venezolano; lo que le confiere a ese gobierno extranjero la licencia para inmiscuirse abusiva y descaradamente en nuestros asuntos políticos internos, incluidos: 1- la ocupación (invasión) de la que ha sido objeto la Fuerza Armada Nacional por militares cubanos; todo ello con la connivencia de Maduro y la camarilla militar que aparece en la dirección de la fuerza armada chavista (facha). 2- El cumplimiento de labores de espionaje del G-2 (servicio secreto cubano) en el interior del estamento militar y en toda la estructura político administrativa del Estado venezolano y en el sistema comunicacional general del país. 3- El control estricto y directo de todos los organismos del Estado encargados de realizar y expedir el registro y la documentación (cédulas, pasaportes, etcétera) para la identificación de la población venezolana.
Es esa una de las partes más significativas de la situación política venezolana, cuando comienza a darse una progresiva y cada vez más activa injerencia de la mafia -herencia del poststalinismo- que gobierna en Rusia, liderada por el inefable agente de la KGB, W. Putin, en favor de la tiranía militarista que usurpa el poder en Venezuela.
Es importante señalar: 1-que la intensificación de la cooperación (interesada) de la mafia rusa con la tiranía madurista, se produce en el momento más crítico de su aislamiento internacional y de su penuria económica-financiera; y 2- que esa cooperación ha consistido no sólo en el apoyo y la asistencia política (asesorías), sino, por un lado, en un fuerte y considerable suministro de pertrechos militares de la más diversa índole; y, por otro lado, en asistencia también diversa, en materia petrolera.
Lo que se evidencia de entrada en todo esto es el enorme desprecio que el régimen ruso manifiesta por la situación venezolana y particularmente por las grandes sufrimientos a los que se ha visto sometida nuestra población, como consecuencia del desastroso gobierno chávezmadurista, por más de dos décadas de oprobio y destrucción generalizada. Se trata de un desprecio que no dudamos en calificar de sádico e inútil porque, tanto Putin, Lavrov, y cuantos los secundan, saben perfectamente que la dictadura militarista de Maduro-Padrino López, hagan lo que hagan ellos y los propios representantes de la dictadura, está condenada a derrumbarse en el corto plazo, y que cada día que pasa éste se acorta todavía más.
Saben sobretodo que las armas que le están suministrando a la dictadura es un material de chatarra, que, como siempre sirve para masacrar a la población civil o, en última instancia, para librar una guerra absurda con alguno de los países vecinos; pero que no sirve en una guerra o enfrentamiento armado circunstancial con los países imperialistas tal como ocurrió en las Malvinas, Panamá, Irak, etcétera. De ahí el ridículo que hacen Maduro, Padrino López, Ceballos, Cabello, y la camarilla en general, cuando, respondiendo al engaño del que son objeto por parte del gobierno ruso y de su propia ignorancia sobre las verdaderas determinaciones políticas y militares del mundo actual, continúan pensando los problemas de la guerra con casi un siglo de atraso, imaginando fantasiosamente que en un enfrentamiento armado con los Estados Unidos saldrían victoriosos.
Se trata no sólo de una visión temeraria sino aventurera, además de irresponsable y suicida que podría llevar a la nación venezolana a una tragedia mucho peor de la que estamos viviendo y de consecuencias impredecibles. Estas son las conclusiones a las que se llega después de haber observado en cadena de radio y televisión la reunión de Maduro con oficiales de la facha el pasado 17 de febrero, en la que se hizo público un balance de los resultados de los ejercicios militares denominados por la cúpula de la facha “Escudo Bolivariano 2020”.
Simultáneamente a la venta de armas a la dictadura militarista -operación comercial que ha funcionado como una efectiva incitación para el desarrollo de los aprestos militares y guerreristas que ésta viene poniendo en práctica- el régimen ruso no sólo se ha ganado un espacio en la explotación directa del petróleo venezolano, apoderándose de un porcentaje significativo de las acciones de CITGO, que ahora aparecen como activos de la empresa petrolera rusa Rosneft, sino que, al mismo tiempo esta empresa se ha convertido en una especie de agente centralizador y comercializador de la producción petrolera venezolana en los mercados internacionales; todo ello con el deliberado propósito de burlar o dejar sin efecto las sanciones que en materia petrolera, los Estados Unidos y otros países le han impuesto a la dictadura militarista encabezada por Maduro-Padrino López.
Frente a esta maniobra de la mafia gobernante rusa, el estado norteamericano ha respondido imponiéndole sanciones a la empresa Rosneft que afectan gravemente sus operaciones en Venezuela y le cierran esa vía de escape a la dictadura en materia de comercialización de la reducida oferta petrolera, debido principalmente a la ineptitud de sus dirigentes y a los consabidos desaciertos y manejos oscuros que dentro de esas fallidas políticas, han terminado por arruinar la economía venezolana, lo que, debido a la caída de los precios internacionales del crudo, constriñe aún más su accionar precisamente en el momento en que Maduro anuncia el aumento de la producción petrolera a dos millones de b/d en los próximos dos años. Una mentira más de Maduro, a las que ya nos tiene acostumbrados; una fantasía desquisiada que no tiene ningún asidero en la realidad.
Además de esa medida contra Rosneft que, por lo que se sabe, no será la última, los Estados Unidos han tomado la iniciativa de invitar a las otras empresas petroleras con presencia en Venezuela, a suspender por ahora sus operaciones, hasta que en nuestro país se restablezca la normalidad, y se habrá, definitivamente, un camino real y efectivo, cierto y confiable, para la superación de la crisis venezolana de manera pacífica y constitucional, tal como lo exige la inmensa mayoría de nuestra atormentada sociedad y la propia comunidad internacional. Por lo pronto, todo parece indicar que cada vez está más cerca la realización de ese objetivo supremo.