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El derrumbe inevitable #Opinión #OscarBattaglini

Oscar Battaglini

Es característico de los regímenes políticos autoritarios (dictatoriales) como el que actualmente rige en Venezuela, la propensión inherente a perpetuarse en el poder, tanto como la pretensión de imponer esa condición mediante la coacción, el abuso de poder y la violencia física.

En nuestro país, en el curso del siglo XX, esa experiencia se vivió particularmente bajo los regímenes dictatoriales de Castro – Gómez – Pérez Jiménez, y ahora la estamos padeciendo bajo el despotismo dictatorial militarista chávezmadurista.

Las camarillas dictatoriales que ejercieron este poder despótico en Venezuela, asumieron, invariablemente que su permanencia en el poder sería para siempre, y convirtieron al estamento militar al uso indiscriminado de la fuerza y el terrorismo de la represión y la violencia (policial-militar), en la base de su poder y la prolongación indefinida del mismo.

Eso es lo que Castro tiene en mente cuando a principios del siglo XX inicia el proceso de constitución de la FAN. Lo mismo puede decirse de Gómez cuando adelanta la reforma militar de período 1910-1913.

La FAN surgida de esas dos acciones políticas, es la institución castrense desde la cual Pérez Jiménez provoca sucesivamente el derrocamiento de los presidentes Medina y Gallegos, e instaura una dictadura militarista con la aspiración de perpetuarse en el poder mediante la fuerza.

La dictadura chávezmadurista no es la excepción a esta regla. Esa es también, como es harto conocido, la aspiración de la burocracia de desclasados y advenedizos (civiles y militares) que aparecen como su representación política al más alto nivel. Pero el interés de esta democracia de eternizarse en el poder mediante el uso de la fuerza, no sólo es determinado por la enorme vocación represiva y criminal que la dictadura ha demostrado en el ejercicio del poder sin que ello se deba, en lo fundamental, a la pérdida casi absoluta de legitimidad política y al hecho de disponer sólo del recurso de la fuerza (de la coacción, del abuso de poder y de la violencia física) como el único que le queda en su desesperado esfuerzo por mantenerse en el poder.

En esa situación imagina (alucina) la burocracia usurpadora, que logrará vencer todos los obstáculos y salir airosa del trance (de la crisis terminal) en que se encuentra; por lo que, para darse ánimo debe estar preguntándose, de forma totalmente descontextualizada, ¿por qué si otros han podido mantenerse en el poder (como en Cuba, por ejemplo, modelo que pretende copiar al dedillo el chávezmadurismo) mediante el uso de la fuerza y la imposición de la violencia más brutal, a ellos no les sea igualmente permitido?

En esa interrogante, en la que, de suyo, ya está contenida una respuesta afirmativa, no se tiene en cuenta ni los condicionamientos de tiempo y espacio ni las circunstancias concretas de la más diversa índole (políticas, económicas, sociales, así como la correlación de fuerzas en el plano nacional e internacional, etc) que le sirven de marco global a la crisis venezolana. No se considera en absoluto, por ejemplo:

1-La profunda crisis de legitimidad que afecta gravemente la relación política entre el Estado y la sociedad civil venezolana, y que en estos momentos tiene dos manifestaciones principales: 1.1- el hecho de que más del 80% de la población aparece hoy políticamente situada en la oposición al régimen autoritario imperante. 2- La proscripción de las elecciones libres, y la imposición del fraude electoral como mecanismo de dominación política dictatorial. Esto es lo que adicionalmente explica la ilegalización de los más importantes partidos políticos de la oposición y la inhabilitación de sus principales dirigentes. 2- El extremo aislamiento internacional a que está sometida la dictadura madurista, a causa de su sistemática política violadora de los derechos humanos y civiles de la población. 3- La destrucción de más de dos tercios de aparato productivo nacional (más del 70%), con el consiguiente empeoramiento de la pobreza generalizada y en particular la de la mayoría de los trabajadores y profesionales de ingreso fijo. Especial atención a este respecto merece la terrible capacidad empobrecedora de la inflación que, desde hace aproximadamente tres años se ha apoderado del país, y que continuamente es alimentada por la emisión de dinero inorgánico (sin respaldo en la productividad) por parte del BCV, y por la política cambiaria que esta institución monetaria al servicio del ejecutivo ha venido imponiendo durante los últimos meses. 4- La imposibilidad en que se ve la dictadura de acceder a las fuentes de financiamiento internacional debido a que se encuentra en default, y a que por su carácter de “Estado forajido”, no le inspira confianza a nadie, razón por la cual, nadie le presta.

Si a esta situación adicionamos el hecho de que por el lado del petróleo no se van a obtener muchos dólares, entonces podemos hacernos una idea bastante aproximada y clara de la debilidad e inestabilidad política en la que verdaderamente se encuentra la tambaleante dictadura madurista. Pero lo más grave es que no cuenta con las herramientas para enfrentar la crisis económica y política (creada por ellos mismos) que la tiene contra la pared, situación a la que han venido a sumarse los efectos negativos de la pandemia del Covid 19 y la falta de gasolina.

A la luz de esos elementos se evidencia lo siguiente:

1-que la sensación de seguridad y estabilidad que Maduro y su entorno palaciego le atribuyen a su gobierno –sensación que están tratando de venderle al país y al mundo- es falsa, (es más, me atrevería a asegurar que no duermen bien) y que la misma se corresponde absolutamente con lo que en otra entrega hemos denominado “simulación perfecta”. 2- La confirmación de que el modelo político chavista no constituye una opción política de cambio social en sentido progresista, sino todo lo contrario (muestra de ello es el grado de destrucción al que han llevado al sector productivo), es decir que representa a todas luces, una opción retrógrada y anacrónica, que viene a ser lo que en definitiva explica la imagen desoladora que en todos los órdenes presenta hoy nuestro país (destruir Pdvsa, buque insignia de nuestra economía y la tercera empresa en el mundo durante la cuarta república parecía algo imposible, sin embargo, ellos lo lograron).

3-La causalidad de la pérdida total de legitimidad política de la dictadura militarista, con base en instituciones fraudulentas y recursos leguleyeros de última hora (la constituyente espuria, cuya función es suplantar al Poder Legislativo, el despojo de su autonomía del que fue objeto la AN mediante el desesperado recurso del desacato, impuesto por otra instancia de dudosa legalidad, etc) hechos que la han obligado, como se ha dicho, a disponer sólo de la violencia represiva como respuesta frente al descontento y la protesta de la sociedad venezolana en su conjunto.

Todo indica –de manera distinta al contenido que el libreto de la dictadura ha puesto a rodar-, que el país se aproxima inevitablemente a un desenlace que, ni la simulación, ni la violencia oficial, por brutal que ella se manifieste, podrá evitar.

No preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti.

EL AUTOR es historiador, profesor de la Universidad Central de Venezuela, co-fundador del partido Liga Socialista y exrector del Consejo Nacional Electoral. Autor de los libros “Legitimación de Poder y lucha política en Venezuela” y “El medinismo, modernización, crisis política y golpe de estado”.