Un frente de lucha con la MUD o la mesita tapa amarilla sería equivalente a incluir al PSUV en esa alianza opositora. Esto es algo antihistórico que debe ser rechazado en forma definitiva.
Humberto González Briceño
Cada vez que la crisis social y política en venezuela da un nuevo salto para empeorar, la frustración y el sufrimiento de miles de venezolanos lleva a replantear el tema de la unidad de la oposición para enfrentar a la narcotiranía chavista. Es uno de esos temas que van vienen en forma cíclica e intentan darle sentido y esperanza a una lucha que ya nos lleva dos décadas.
Por la seriedad de su proponente y la coherencia de su argumentación voy a tomar como referencia el artículo escrito por Carlos Hermoso, Secretario General Adjunto de Bandera Roja, “El poder de Maduro y el poder de Guaidó” donde esta semana aborda el tema de la unidad de la oposición frente al régimen.
La primera constatación que hace Hermoso es que con la designación del nuevo Consejo Nacional Electoral se confirma que “el chavismo no puede medirse sino de manera fraudulenta. En segundo lugar, que va con todo.” Pero los hechos nos demuestran que esto no es nuevo. Esto ha sido así desde 1999 y ha sido confirmado en forma reiterada en todas las elecciones celebradas durante el chavismo. Como dice el profesor Hermoso, esta decisión (la de ir nuevamente a elecciones con un CNE amañado) sorprendió a pocos. ¡Y es que luego de veinte años no debería sorprender a nadie!
Hermoso en su artículo argumenta correctamente que en Venezuela no hay dualidad de poderes, sin embargo reconoce a la llamada presidencia interina de Juan Guaidó como una entidad paralela que sin ser poder real administra una parte de las finanzas públicas, no tiene el monopolio de la fuerza y ha logrado el reconocimiento de varios países.
Agrega Carlos Hermoso que este reconocimiento internacional es lo que ha obligado al régimen de Maduro a “a respetar la figura de Guaidó.” Bueno, no es precisamente que el régimen respete la figura de Guaidó, es más bien el hecho constatable que el régimen usa a Guaidó para sus fines y este a su vez se presta para cohabitar. Veamos.
Una omisión importante en el artículo de Hermoso es la necesaria caracterización de Juan Guaidó y su “gobierno”. ¿Quién es? ¿Qué intereses representa? ¿Para quién realmente trabaja? Hechos incontrovertidos demuestran que Juan Guaidó fue designado por Leopoldo López, dueño de Voluntad Popular, partido a su vez miembro de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) que en forma consistente y sistemática ha insistido en negociar con el régimen chavista condiciones para participar en elecciones fraudulentas, las mismas que alude Hermoso al comienzo de su artículo.
Desconocer la voluntad del régimen chavista de hacer fraude y usar la fuerza para sostenerse en el poder es una política que ha llevado a esta oposición a convertirse en un poderoso factor legitimador del régimen e inmovilizador de las luchas de calle. No habría forma de explicar al chavismo en el poder sin el colaboracionismo de una oposición que propagó su tóxica ilusión electoral por veinte años y ha traicionado todos los intentos civiles y militares de insurrección. A esta oposición no podría calificarse por menos que falsa, porque no es real ni verdadera.
Estoy de acuerdo con el profesor Carlos Hermoso en que no hay una sino varias oposiciones. Solo que una, con sus dos tendencias (MUD y mesita tapa amarilla), es tolerada por la narco tiranía porque se inca ante el régimen político derivado de la constitución chavista de 1999. Aceptar la Asamblea Nacional y la presidencia de Guaidó no es un acto de respeto, sino la necesaria contraprestación para unos operadores políticos que diligentemente colaboran para sostener la pseudo legalidad en la cual se apoya el chavismo. El resto de las oposiciones orbitan en torno a partidos, movimientos y liderazgos, unos de naturaleza civil otros militar, con fórmulas diferentes para enfrentar la narcotiranía.
Aquí llegamos al corazón de la idea que nos propone el profesor Carlos Hermoso: La unidad de la oposición (¡las oposiciones!) para derrotar al régimen en el momento más agudo de su crisis y descomposición.
Pero, ¿acaso estamos hablando aquí de una unidad que integre sin distinción a todas las oposiciones? ¿Cómo podríamos convocar una unidad opositora que incluya a los colaboracionistas que han parasitado del chavismo en las últimas dos décadas? Un frente de lucha con la MUD o la mesita tapa amarilla sería equivalente a incluir al PSUV en esa alianza opositora. Esto es algo antihistórico que debe ser rechazado en forma definitiva.
Tampoco estamos de acuerdo con una suma meramente cuantitativa de nombres y siglas de partidos que teóricamente produciría como resultado la unidad política. Esto se reduciría a una unidad burocrática que intenta agenciar intereses disímiles y hasta contrapuestos lo cual llevaría a inevitables contradicciones y fracasos.
En lugar de una unidad burocrática proponemos una unidad de propósito para derrocar al régimen chavista donde el eje fundamental no sean sus integrantes sino las tesis políticas que se suscriben. Claridad en la unidad de propósito es lo que nos permitiría convocar amplios sectores realmente comprometidos más allá de los partidos y construir una dirección política que coordine los esfuerzos contra la tiranía.
Por ejemplo, el desconocimiento de la constitución chavista de 1999, la ruptura con el estado chavista y todas sus instituciones, y la salida por vías de fuerza del régimen para establecer un gobierno de facto que recupere la república son ideas concretas para articular una unidad que sea efectiva en sus fines.
En suma, la sola idea de unidad por sí misma y sin un propósito definido carece de la potencia para convocar sectores políticos, militares y sociales que logren acumular energías suficientes para derrocar al régimen. Por el contrario, una consigna como la propuesta por Bandera Roja “La Rebelión es el Camino” es un intento real para nuclear a los convocados en torno a un propósito claro y concreto, aunque aún tengamos que definir cómo se manifiesta esa rebelión (¿Acaso una mera rebelión electoral por vía de abstención?) y a dónde conduce ese camino (¿Acaso a un gobierno de transición que deje intacto el aparato político-militar chavista?). Con todo, la referida consigna sería un buen comienzo para darle contenido a esa idea de unidad, pero eso forma parte de otro debate.