Ya ambas partes, por separado, han confirmado que efectivamente van a negociar. Cualquier cosa que salga de allí, cualquiera, será ganancia para el chavismo y para la falsa oposición del interinato
Humberto González Briceño
Hay dos eventos concretos y uno en desarrollo que podrían explicar la improvisada maroma de Juan Guaidó pidiéndole desesperadamente al régimen chavista que suscriba un Acuerdo de Salvación Nacional. La designación del nuevo Consejo Nacional Electoral negociado con un sector de la falsa oposición y el discreto y desapercibido, pero claro, reconocimiento del gobierno de los Estados Unidos ambos se suman al ya largo y acumulado proceso de desgaste del apoyo internacional al llamado gobierno interino.
El nombramiento de la nueva directiva del CNE ha convertido a Henrique Capriles Radonski en el nuevo jefe de un sector de la oposición oficialista. Esto se ha traducido, literalmente, en una estampida de operadores y activistas de los partidos del G4 en los estados de Venezuela hacia la órbita de Capriles porque saben que de la mano del régimen chavista el ex candidato presidencial tendrá todos los poderes para decidir quiénes serán habilitados, postulados y adjudicados en los cargos que se “elegirán” este año. Capriles podría incluso decidir cuales franquicias partidistas (símbolos y tarjetas) son devueltas a sus antiguos dueños. El regreso de Capriles con apoyo del chavismo no son buenas noticias para el interinato
Por otra parte, la respuesta del gobierno norteamericano fue muy clara, aunque no haya tenido la difusión debida. La subsecretaria interina adjunta del Departamento de Estado para el hemisferio occidental, Julie Chung declaró textualmente, vía redes sociales, que: “Depende de los venezolanos decidir si el nuevo Consejo Nacional Electoral contribuye a este fin.” De esta forma los Estados Unidos sin apoyar abiertamente al nuevo CNE abre una posibilidad para hacerlo y eventualmente reconocer los resultados de las elecciones de este año, si esto se hace parte de lo que ellos llaman “una solución integral y negociada” para Venezuela. Pareciera que la administración de Biden busca formas para zafarse del incomodo tema Venezuela y está más interesada en que se produzca algún tipo de acuerdo, cualquiera que este sea, independientemente de sus resultados para pasar la página y ocuparse de otros asuntos.
El tercer evento que aún está en pleno desarrollo es el cansancio y la frustración de la llamada comunidad internacional con el tema Venezuela. Anticipando un giro en la política de los EEUU hacia Venezuela varios países discretamente se han retirado de su papel protagónico en su apoyo al interinato. La inutilidad de espacios como la OEA abonan más al escepticismo y fortalecen el curso inercial de una salida negociada entre el régimen chavista y la falsa oposición, sin importar inclusive su resultado.
Estas tres dinámicas le han restado y le siguen restando fuerza al interinato de Guaidó que se queda sin su base política, cada día pierde más apoyo internacional, y ahora pareciera que tiene fecha de vencimiento. La invitación a firmar un Acuerdo Para La Salvación Nacional es un lastimoso grito desesperado para ser incluido en las negociaciones que adelantó Capriles con el régimen chavista y de las cuales el interinato quiere ser parte sin importar el costo. La propuesta de Guaidó en realidad busca la salvación de su interinato que cada día pierde más vigencia y credibilidad ante sus antiguos aliados.
El acuerdo mismo está diseñado para que aunque el chavismo no conceda nada sustancial al interinato el resultado sea presentado como una aparente victoria que justificaría hacerse parte de la fiesta electoral. Algo muy parecido a lo que hizo Guaidó con el tema de las vacunas y el supuesto acuerdo con el gobierno de Maduro. Peticiones ambiguas tales como permitir la entrada de la ayuda humanitaria, elecciones libres y justas, y la liberación de presos políticos pueden ser respondidas por el chavismo con concesiones parciales que no pongan en peligro su permanencia en el poder.
La improvisada y apurada respuesta de Juan Guaidó pareciera indicar que estamos frente a una decisión ya tomada por el G4 para participar en las elecciones de este año y solo necesitan que el chavismo les eche una mano para cuidar un poco las apariencias ante sus decepcionados seguidores. Ya Freddy Guevara, operador político de Leopoldo López, y Nicolás Maduro por separado, han confirmado que efectivamente ambas partes van a negociar. Cualquier cosa que salga de allí, cualquiera, será ganancia para el chavismo y para la falsa oposición del interinato. Estos últimos, en el peor de los casos, seguirán disfrutando sin control del uso y abuso de los activos de Venezuela en el exterior hasta que los EEUU decidan lo contrario. La pérdida es para millones de venezolanos cuyo destino siempre termina tranzado por estos mercaderes de la política.-