, ,

Vivimos, todos, en la decadencia #LetrasAlMargen #GustavoLuisCarrera

Está en juego el destino de este país, que no resiste la falta de oxígeno vital que es la decadencia

Gustavo Luis Carrera 

Decaer es un verbo intransitivo que, como registra el diccionario, significa perder progresivamente fuerza o importancia; es descender a un estado inferior. Pero, también equivale a abandonar una nave su rumbo: la embarcación decae cuando se separa de su ruta a causa del viento o de la marejada. Y, por consiguiente, la decadencia es el resultado de decaer: históricamente, es el periplo de un Estado venido a menos, en declinación general. Y en este caso, el viento es la crisis política y la marejada es el derrumbe económico. Como acontece con nuestro sacarificado país.

SINTAXIS DE LA DECADENCIA. Es casi axiomático que al oír hablar de decadencia pensemos en la de Roma. Habiendo sido el imperio romano quizás el más extendido y firme de la historia, impresiona profundamente saber de su derrumbe, de su decadencia; fenómeno manifiesto en la pérdida del poder imperial, en el agotamiento de los recursos y en el relajamiento de los usos y de las costumbres. El hecho es contundente: se desmorona un Estado, un territorio, un pueblo. Y en la caída se hunden todos los habitantes, desde el más alto nivel hasta los más bajos estratos. Es decir, que la decadencia es un mal colectivo, totalizador, que derriba lo construido y es incapaz de sustituir lo anterior por obras significativas. Es una demolición históricamente perfilada.

INCIDENCIA DEL CONTAGIO. El mal de la decadencia comienza a aplicar sus efectos en las capas más altas del gobierno, de las instituciones públicas, del comercio voraz, del empresariado especulador. Y empieza a bajar a toda la colectividad, pasando por la clase media hasta los estratos menos favorecidos. Es decir: es un virus contagioso: es incluyente porque sus raíces se encuentran en el deterioro de un país. Así, de hecho, la decadencia no hace excepciones; y ello por una razón muy sencilla: se basa en un efecto encadenado, donde los sectores primeramente decaídos van infectando a los que dependen de ellos. De tal manera que se produce una totalización: la decadencia de un país es la de todos sus habitantes.

EXPERIENCIA Y SUPERACIÓN. Los hechos son incontestables. Nuestra experiencia hace evidente el estado de cosas que padecemos. ¿No es decadencia estar sometidos a un mísero salario? ¿No es decadencia padecer hambre (sí: mala o paupérrima alimentación)? ¿No es decadencia sufrir la carencia de medicamentos, o encontrar algunos a precios inalcanzables? ¿No es decadencia la suspensión semanal del servicio de luz y de agua potable? ¿No es decadencia no poder comprar a plazos? ¿No es decadencia la eliminación de los créditos bancarios? ¿No es decadencia la imposibilidad de pensar en un viaje de vacaciones? ¿No es decadencia la suspensión de nuestra moneda tradicional y simbólica y su sustitución por una extranjera? ¿No es decadencia estar sometidos al capricho de la inseguridad pública y al empoderamiento de los hampones? ¿No es decadencia contemplar cómo se desmorona el país, a pedazos, con la caída de las que fueron años atrás grandes empresas del Estado, sin remedio a la vista? ¿No es decadencia sufrir controles informativos, que convierten a los venezolanos en ignorantes de lo que sucede en su propio país? ¿No es decadencia padecer los rigores de una hiperinflación que no preocupa en absoluto al gobierno? ¿No es decadencia vivir bajo el imperio de la corrupción y contemplar cómo se eliminan los valores esenciales de una sociedad: el derecho a la vida, a la salud, a la seguridad? ¿No es decadencia ver de qué manera desaparecen del trato entre las personas la honestidad y la solidaridad? ¿No es decadencia comprobar que las relaciones personales, de trabajo y de gestión se han convertido en el todos contra todos; donde el propósito es engañar al cliente, aprovecharse de él y someterlo a la más vil especulación en los precios? ¿No es decadencia padecer la ineptitud de un sistema político y económico que solamente ha traído hambre, destrucción y desconfianza; mientras se enriquecen groseramente altos representantes del gobierno y sus protegidos? Y la lista podría seguir. Pero, ¿ya para qué? Importa plantearse cómo salir de la decadencia. Para lo cual la historia es la mejor maestra: los pueblos que han superado los avatares decadentes lo hicieron a fuerza de voluntad de resistencia, de lucha, de la imposición de la democracia y con ella el restablecimiento de los derechos y los valores de todo un pueblo. La lección está ante nosotros. Es asunto de ser fieles recuperadores del buen destino de un pueblo que no merece seguir viviendo en la decadencia.

VÁLVULA: «La decadencia es un mal social que refleja el derrumbe material y espiritual de una colectividad, de un país, de un imperio. Así, se habla de la decadencia del imperio romano. Y ahora señalamos la decadencia de todo este país nuestro, en su conjunto nacional, incluyéndonos a todos en su decrepitud: hambre, insalubridad, inseguridad, ausencia de servicios básicos, hiperinflación, temor colectivo. Estamos en decadencia plena, abarcante. Salir de ella es compromiso de todos. Está en juego el destino de este país, que no resiste la falta de oxígeno vital que es la decadencia».

glcarrera@yahoo.com

EL AUTOR es doctor en Letras y profesor titular jubilado de la Universidad Central de Venezuela, donde fue director y uno de los fundadores del Instituto de Investigaciones Literarias. Fue rector de la Universidad Nacional Abierta y desde 1998 es Individuo de Número de la Academia Venezolana de la Lengua. Entre sus distinciones como narrador, ensayista y crítico literario se destacan los premios del Concurso Anual de Cuentos de El Nacional (1963, 1968 y 1973); Premio Municipal de Prosa (1971) por La novela del petróleo en Venezuela; Premio Municipal de Narrativa (1978 y 1994) por Viaje inverso y Salomón, respectivamente; y Premio de Ensayo de la XI Bienal Literaria José Antonio Ramos Sucre (1995) por El signo secreto: para una poética de José Antonio Ramos Sucre. Nació en Cumaná, en 1933.

https://www.larazon.net/category/carrera/