El chavismo le ha dado continuidad y aplicabilidad al modelo económico rentístico petrolero y a las prácticas clientelares.
Oscar Battaglini
La situación actual del país es el producto de un complejo de determinaciones negativas que al combinarse han dado lugar al estado catastrófico que hoy exhibe la sociedad venezolana y que afecta gravemente la vida de la inmensa mayoría de su población. Se trata de determinaciones muchas de las cuales han permanecido tejidas a la estructura y a la dinámica históricas de nuestra sociedad; y otras, han sido incorporadas a ellas por la emergencia chavista con idénticas consecuencias perniciosas. Veamos algunas de las más significativas:
En el primer caso.
1-La adopción del modelo económico colonial, basado en la producción especializada (exclusiva) de materias primas, en nuestro caso, de petróleo, para ser procesado industrialmente por los países (las metrópolis) del mundo capitalista desarrollado.
Esa división internacional del trabajo da cuenta de dos cosas de gran importancia, en primer lugar, que sean los países metropolitanos los que, en definitiva tengan el control efectivo de las economías de los países especializados en la producción de materias primas para la exportación; y en segundo lugar, que ese control se ejerza sobre todo en lo que se refiere a los precios de esas materias primas en los mercados internacionales. Esto es lo que explica la constante y periódicas alzas y bajas de los precios de nuestras exportaciones petroleras, lo que ha determinado que nuestra economía basada en el petróleo, haya oscilado siempre del déficit fiscal extremo y de la recesión recurrente, al boom petrolero que, como es harto conocido, equivale a decir, al dispendio, el derroche a manos llenas, y a un despilfarro oficial criminal; a vivir de importaciones descomunales de todo tipo de bienes (incluidos los suntuarios o de lujo), al peculado más escandaloso y exacerbado, practicado, con muy pocas excepciones por las burocracias que han ejercido el control del Estado venezolano desde la dictadura gomecista hasta el malhadado presente.
2-Igualmente, la adopción del parasitismo rentístico – petrolero como política económica; cuyos agentes económicos (Estado -léase la burocracia de turno en el poder y los sectores privados de la economía (las clases propietarias nativas) pero sobre todo, estas últimas no han mostrado hasta ahora un interés distinto al de apropiarse parasitariamente de la renta petrolera en poder del Estado mediante el impulso preferentemente de actividades económicas no productivas: comercio de importación y servicio bancario.
En el segundo caso.
1-La ausencia en la práctica de una propuesta o un proyecto político a los que se conocieron bajo los regímenes (civiles y militares) que gobernaron al país en el curso del siglo XX. En tal sentido puede afirmarse que el chavismo en el poder no ha hecho otra cosa que reproducir o reforzar, en mayor o menor medida, lo realizado por las dictaduras militares que en el siglo XX gobernaron al país. Esto es:
2- Darle continuidad y aplicabilidad al modelo económico rentístico petrolero, impuesto desde el inicio de la actividad petrolera en el país por los sectores sociales más reaccionarios y antinacionales gobernantes, pero ahora de manera mucho más acentuada e intensificada.
3-Lo mismo puede decirse de la prácticas clientelares impulsadas y sostenidas por el régimen chavezmadurista.
4-El reforzamiento de la militarización y del militarismo (fascistización) del Estado y del poder político establecido.
5-La conversión del estamento militar en el soporte fundamental del régimen político existente.
6-El terror represivo (policial-militar y jurídico o judicial) como política de Estado.
8-El control totalitario de los medios de comunicación del país.
9-El fraude electoral igualmente practicado como política de Estado.
10-Hacer recaer sobre la clase obrera, los trabajadores en general y los profesionales al servicio del Estado, el peso de las insuficiencias financieras en las que se encuentra sumido actualmente el régimen dictatorial madurista debido precisamente a sus políticas erráticas y torpes; las suyas y las de su mentor.
En la ejecución de esa política en contra de los trabajadores, la dictadura madurista ha actuado de la misma manera que lo hiciera Rómulo Betancourt, quien ante las deficiencias financieras de su segunda presidencia (1959-1964) implantó lo que se conoció como “la ley de hambre”, que afectó gravemente las condiciones de vida y de trabajo de la clase trabajadora. O como también lo hicieron Carlos Andrés Pérez y Rafael Caldera con la imposición de sus respectivos “paquetes económicos” neoliberales, los cuales también impactaron negativamente tanto los derechos contractuales y constitucionales, como sus condiciones de vida en general.
De ese modo se evidencia que el chavismo, en su versión madurista, no ha sido nada original en el desarrollo de su política en contra de los trabajadores venezolanos.
Al mismo tiempo es necesario decir que Maduro ha ido más lejos que Betancourt, CAP y Caldera juntos, por cuanto no sólo ha golpeado y debilitado considerablemente a las organizaciones sindicales y gremios, y practicado en su contra el paralelismo sindical, sino que ha venido desde hace tiempo despojando a los trabajadores de sus derechos contractuales (incluidos los derechos adquiridos), de las prestaciones sociales, de la seguridad social, de un salario digno, y últimamente, de los bonos compensatorios (incluido el bono vacacional) alegando cínica y desvergonzadamente que carece de recursos a causa de las sanciones, el bloqueo y la “guerra económica”, pero si los tiene para el gasto militar (armamento ruso) y para satisfacer las crecientes demandas de la burocracia cubana, por ejemplo.