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Las oposiciones y los chavismos I Opinión I Humberto González Briceño

La mera oposición al mal gobierno de Maduro apuesta por una defensa del Estado chavista, al igual que el chavismo en todas sus versiones.

Humberto González Briceño

            La narrativa mediática y la retórica política nos hacen pensar que en Venezuela hay dos grupos enfrentados por el poder, el chavismo y la oposición. Pero esta caracterización no es más que la apariencia que oculta la verdadera naturaleza y diversidad de los grupos y subgrupos que están en la escena. Basta examinar la morfología de los dos bloques más visibles para apreciar que hay más de una oposición y más de un chavismo.

            En forma arrogante y pretenciosa los partidos que vienen de la época de la Coordinadora Democrática, pasando por la Mesa de Unidad Democrática y llegando hasta la llamada Plataforma Unitaria se han autodenominado como “la oposición” implicando que ellos son la única existente y negando otras opciones. Sin duda la visión electoralista de “oponerse” al gobierno les ha llevado a centrar la mayoría de sus batallas en el engañoso terreno electoral donde la lógica del azar hace pensar que es posible algún día ganar.

            Un desprendimiento de esta política lo representan los partidos creados por el régimen, vía Tribunal Supremo de Justicia, al intervenir otras franquicias tales como Acción Democrática, Primero Justicia y Voluntad Popular. Estos partidos que también se atribuyen la cualidad de opositores parecen tener acuerdos más frecuentes, fluidos y públicos con el régimen a diferencia de la oposición tipo MUD que prefiere negociar en secreto y a la calladita.

            Hay una inmensa franja de partidos, grupos e individualidades que rechazan la vía electoral por ilusoria y engañosa que también son oposición. Estos por supuesto no tienen mayor visibilidad en los medios y son perseguidos sin piedad por el régimen porque no son parte del coreografiado drama electoral.

            Tampoco existe un solo chavismo. Eso que conocimos en 1999 como chavismo y que se transformó luego en el Estado chavista ha experimentado importantes desprendimientos y variaciones siendo una de las más significativas el surgimiento de un nuevo clan conocido como el madurismo. En el proceso quedaron eliminados, física, moral y políticamente grupos e individualidades, del ámbito civil y militar, execrados de la actual nomenclatura madurista. Partidos como el PCV que confrontan internamente e individualidades como Rafael Ramírez que se enfrentan desde la periferia serían buenos ejemplos de estos chavismos.

            Uno de los sobrevivientes de estas guerras intestinas dentro del chavismo es el teniente Diosdado Cabello cuyos operadores civiles y militares han sido todos prácticamente neutralizados para dejarlo solo en su rol de presentador de TV. Hay quienes dentro del chavismo anticipan el colapso inevitable del régimen en manos de Nicolás Maduro y la macolla de los hermanos Rodríguez. Diosdado Cabello sería la figura llamada a tratar de salvar al régimen del derrumbe, pero su capacidad de maniobra ha sido sensiblemente reducida ante la inclemente campaña del madurismo presentándolo como una ficha de la CIA para un supuesto golpe de estado contra Nicolás Maduro.

            Al margen de la confrontación soterrada entre Maduro y Cabello en los últimos años se han conformado grupos en las Fuerzas Armadas chavistas que operan como logias sobre la base de lealtades personales. Allí también se discute el futuro del régimen y la imposibilidad de hacer una carrera militar efectiva por la política de represar los ascensos militares promovida por el General Vladimir Padrino López para proteger a Nicolás Maduro.

            Hablar de chavismo y oposición en Venezuela como si solo existieran estos dos grupos en pugna es negar las variaciones y las contradicciones que permanentemente están operando dentro de estos bloques visibles. A la hora de los análisis y las valoraciones sería más útil agregar un adjetivo que ayude a definir con más precisión la política que cada uno representa.

En nuestro caso siempre hemos defendido un criterio para definir a las oposiciones actuantes. Y este criterio parte de preguntar ¿Oposición a quién o a qué? Partimos entonces de que la crisis que tenemos en Venezuela es una crisis de Estado, no de gobierno, en virtud de la cual el Estado Nacional venezolano ha sido sustituido por el Estado chavista. La oposición al Estado chavista y sus instituciones representaría una verdadera oposición que busca cambiar al régimen. La mera oposición al mal gobierno de Maduro apuesta por una defensa del Estado chavista, al igual que el chavismo en todas sus versiones, y entonces merecería ser calificada como una falsa oposición.

Venezuela hoy se encuentra a merced de estos dos bloques visibles que en realidad no conducen a ningún cambio porque ambos, con sus variaciones,  en esencia representan la defensa del régimen que precisamente hay que triturar.

@humbertotweets  

EL AUTOR es abogado y analista político, con especialización en Negociación y Conflicto en California State University.

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