Para el chavismo el Esequibo vale menos que un plato de lentejas y lo único que importa es seguir en el poder
Humberto González Briceño
Se ha conformado una potente alianza geopolítica que respalda a Guyana en su objetivo de arrebatarle el Esequibo a Venezuela. Más allá de los indiscutibles títulos históricos y jurídicos que tiene Venezuela sobre el Esequibo hay una dialéctica de Estados en pleno desarrollo que en esta coyuntura no favorece a Venezuela. En buena parte este realineamiento de naciones al lado de Guyana es el resultado de la desastrosa y antinacionalista política desarrollada por el régimen chavista desde 1999. También es producto del colonialismo político, militar y cultural que ha ejercido el régimen cubano de los Castro en la Venezuela de Hugo Chávez en la forma del llamado socialismo del siglo XXI.
Fue Fidel Castro quien plantó en la cabeza de Chávez la idea de que la disputa territorial entre Venezuela y Guyana era un asunto ya olvidado entre potencias imperialistas del siglo pasado y ya era hora que Venezuela y Guyana explotaran conjuntamente, como hermanos, los recursos del Esequibo. Esa idea venenosa se instaló en la psiquis de Chávez y se hizo verbo el 19 de febrero del 2004 con las infelices declaraciones ante el entonces presidente de Guyana Bharrat Jagdeo llamando a dejar a un lado las diferencias y cediendo al país vecino el uso incondicional del territorio en reclamación. No menos infelices fueron los planes y programas que ejecutó Nicolás Maduro como Canciller de Chávez para materializar la oferta verbal del Comandante.
Para Hugo Chávez, Nicolás Maduro, Vladimir Padrino López, Jorge Rodríguez Diosdado Cabello y toda la macolla del régimen el asunto del Esequibo siempre fue un tema irrelevante y de muy poca importancia. Las acciones del chavismo jamás se tradujeron en políticas para ejercer la soberanía sobre el territorio en reclamación. Todos ellos y el propio Chávez estaban convencidos que el Acuerdo de Ginebra era una suerte de cláusula para suspender indefinidamente una resolución concreta al diferendo mientras ellos hacían negocios con el gobierno de Guyana en nombre de la solidaridad de los pueblos que Castro le había inoculado a Chávez.
En esta curiosa alianza [a favor de Guyana ] participan países tales como los Estados Unidos, Inglaterra y Canadá, pero también aliados políticos del chavismo como China, Cuba, y Brasil»
Luego de regalarle petróleo a Guyana y a sus países aliados del CARICOM y que estos votaran cientos de veces como grupo para favorecer a Venezuela en la OEA, lo último que podía esperar el régimen chavista es que Guyana decidiera abrirse con sus aliados del Caribe y escalara el conflicto para moverlo hábil y rápidamente de la gestión de buenos oficios del Secretario General de la ONU a la jurisdicción de la Corte Internacional de Justicia. Ciertamente los chavistas, aun bajo los efectos estupefacientes de la idea castrista de solidaridad internacional, jamás pensaron que algún día se iban a topar con unos guayaneses malagradecidos que no contentos con que se les regale el petróleo ahora quieren apropiarse del territorio que lo contiene.
Para mantener perspectiva sobre este grave asunto hay que tener siempre en cuenta que nada habría ocurrido si esta materia hubiese continuado en forma indefinida en manos del buen oficiante de la ONU tal como con gran desfachatez e irresponsabilidad el régimen chavista lo pidió. Evidencia que para el chavismo el Esequibo vale menos que un plato de lentejas y que lo único que importa es seguir en el poder.
Guyana ha forjado a lo largo de estos años una poderosa alianza en la cual convergen países con intereses contrapuestos, pero están comprometidos con la causa depredadora guyanesa. En esta curiosa alianza participan países tales como los Estados Unidos, Inglaterra y Canadá, pero también aliados políticos del chavismo como China, Cuba, y Brasil. Esta realidad y el traslado del asunto a la competencia de la Corte Internacional de Justicia hace previsible una decisión desfavorable para Venezuela en 2-3 años arrancándole el Esequibo más allá de todos los títulos históricos y jurídicos que se puedan invocar. Porque, como ya debería estar claro a estas alturas, estamos frente a una compleja situación geopolítica donde los argumentos jurídicos en el terreno del mítico Derecho Internacional tienen una eficacia muy limitada para el ejercicio material de la soberanía territorial. El Derecho Internacional no hará otra cosa que darle forma de sentencia a una situación que ya ha sido resuelta en el terreno de la geopolítica y por medios no precisamente jurídicos.
Pero ¿por qué el chavismo, que siempre trató este asunto con habitual desprecio y desdén, habría de inmutarse ante una eventual pérdida del Esequibo? Solo por el hecho de que una mutilación de ese territorio en reclamación sería una derrota muy difícil de justificar ante sus propios factores militares y podría llevar a una irreversible implosión del régimen tiránico, cuya defensa es lo único por lo cual el chavismo vendepatria estaría dispuesto a jugarse la vida.