El fascismo chavista dispone de todo el aparato jurídico-militar-policial para crear una legalidad a su medida
: Humberto González Briceño
Cuando Hugo Chávez llegó al poder en Venezuela en 1999 tenía una idea muy precisa para tratar de amarrarse al poder a perpetuidad. Para perpetrar esta ambición Chávez se propuso calcar el modelo político-militar-policial del régimen cubano. De la mano de Fidel Castro y sus asesores Hugo Chávez hizo de Venezuela una réplica de Cuba, pero con mucho más dinero.
Aparte de dedicar los inmensos recursos petroleros de la nación para financiar su proyecto personal y antinacional Chávez tenía que avanzar en una suerte de transición a un Estado de corte totalitario y fascista cuyo mapa jurídico-legal se encuentra en la Constitución de 1999.
Por eso cuando Hugo Chávez envalentonó a la inepta clase política dirigente del momento en sus antojos constituyentes muy pocos venezolanos tuvieron la claridad de ver y enfrentarse a esa ilusión delirante que prometía acabar con todos los males del país. Sustituir la Constitución de 1961 por una que reconfigurara el régimen político a la medida del chavismo siempre fue tan solo el inicio del proceso.
Un proceso que en los primeros años tuvo que enfrentar resistencias externas e internas, sobre todo en el campo militar estas últimas. Estas resistencias y reservas fueron tratadas con diversas estrategias que al final le otorgaban al chavismo el recurso más apetecido después del dinero que es el tiempo. Tiempo para hacer purgas en el sector militar. Tiempo para desgastar y debilitar las presiones internacionales por un cambio interno en Venezuela. Tiempo para lograr el desgaste y el desprestigio de una oposición amaestrada en las prácticas de respetar con incompresible docilidad la Constitución chavista de 1999.
Para ganar el tiempo necesario que implicaba tomar el control total del aparato del Estado el chavismo emprendió unos ciclos predecibles de negociaciones-elecciones-negociaciones con su oposición tolerada sobre la promesa de permitir un cambio político dentro su mediatizada y rígida institucionalidad. En estos 25 años la oposición venezolana no ha hecho otra cosa que participar en elecciones para tratar de sacar al chavismo del poder por la vía institucional. Se pueden contar como excepciones a la ruta electoral algunos devaneos como el gobierno interino de Juan Guaidó y las improvisadas y espontáneas operaciones militares que fueron infiltradas por el régimen. Pero sin duda donde mayor énfasis ha hecho la oposición venezolana es en la fracasada vía electoral.
El chavismo hasta ahora parecía dispuesto a mantener las formas electorales como una manera de argumentar en lo externo que Venezuela aún era una democracia y en lo interno decirle a los militares que este es un régimen con apoyo popular.
Esto fue así hasta el 28 de julio cuando el chavismo hizo lo que para muchos parecía imposible. Robarse las elecciones a plena luz del día. No es la primera vez. Siempre lo habían hecho con un CNE controlado totalmente por el régimen, pero aun guardando las apariencias.
Que el robo a mano armada de las elecciones del 28 de julio no haya producido una rebelión armada cívico-militar para derrocar al impostor solo puede tener un significado. El chavismo ha logrado escalar a una fase superior de su modelo fascista y totalitario donde las fuerzas militares están al servicio de esos intereses y no los de la nación venezolana.
Sin civiles preparados para defender el triunfo en la calle y sin militares dispuestos a rebelarse contra el régimen por las razones correctas es prácticamente imposible cobrar ese resultado electoral. Es decir, no hay ninguna forma institucional de hacer valer lo que ocurrió el 28 de julio.
Y el chavismo lo sabe al punto que en este momento deben estar preguntándose qué sentido tiene seguir con esa maroma electoral si se dispone del poder total y absoluto para imponer el resultado. ¿Por qué no ahorrarse toda la molestia y el fastidio de tener que falsificar las actas para mandarlas a Lula y Petro en lugar de ir por la vía cubana donde ni siquiera existen ese tipo de elecciones?
El fascismo chavista dispone de todo el aparato jurídico-militar-policial para crear una legalidad a su medida. De esta forma, tomando como marco el mentado Estado Comunal, el fascismo chavista podría estar en la víspera de cambiar el modelo electoral venezolano a uno de factura cubana donde las clientelas del partido eligen a unos delegados, estos eligen a otros delegados y un congreso comunal/popular elige a los poderes públicos incluido a Presidente de la república.
Las próximas “elecciones” en Venezuela serán diferentes a las del 28J y estarán empotradas en una pseudo legalidad que no les dejarán otra opción a los países que aceptarlas como un hecho cumplido o declararle abiertamente la guerra al chavismo.
Por su parte la oposición que encabeza María Corina Machado tendrá que decidir si insiste en hacer valer el triunfo de Edmundo Gonzalez ante las difusas y etéreas instancias internacionales o por el contrario se suma a la nueva temporada electoral “para ganarle espacios al chavismo”. Lo que nos obliga a preguntarnos no solo hasta cuando el chavismo hará elecciones sino hasta cuando la oposición venezolana estará dispuesta a participar en ellas.
EL AUTOR es abogado y analista político, con maestría en Negociación y Conflicto en California State University.