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Editorial: Postales del diálogo

La realpolitik y el márketing hicieron de las suyas durante la reunión del pasado jueves entre representantes del Alto Gobierno de la Mesa de la Unidad

Muchos amanecieron el viernes con ojeras. En las mesas, en los pasillos, autobuses se hablaba de ello. ¿Viste lo que le dijo Ramos Allup a Diosdado? ¿Te gustó la intervención de Jaua? Yo creo que ganó fulano. No, qué va, el otro fue superior. Mucha gente necesitaba de eso, el país requería que los adversarios se sentaran, se vieran. Eso es un paso adelante, hay que decirlo. Ahora, si nos ponemos a detallar lo sucedido durante aquella noche podríamos decir que la realpolitik y el márketing hicieron de las suyas en un encuentro superficial. Lo primero, evidente en el caso de Didalco Bolívar, quien ahora en las filas revolucionarias es todo un señor respetable, cuando hace no mucho era acusado de cuanto crimen contra el tesoro público existe. Acusado por el gobierno, vale recordar. El PCV tiene más jerarquía y no pudo hablar. Eso es algo que retrata. El mercadeo tuvo en Henri Falcón a su mejor exponente. Un hombre que dijo lo que tenía que decir, enumeró problemas y se presentó como el gallo tapado. De profundidad poco, pero pragmáticamente logró lo que pretendía, pintarse como una alternativa alejada de la derecha, pero crítica con el poder central. Ramos Allup, por su parte, ninguneó a Cabello y eso, también hay que decirlo, dio un fresquito a todo el mundo.