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España puede liberarse del atraso monárquico

Mientras se profundiza la desgracia socioeconómica en España, su televisión farandulera e idiotizante convoca al pueblo a celebrar que viene un nuevo Rey. 

Nuestra reflexión siempre es constructiva y no pretende sumarse a la irracionalidad del ultranacionalismo ni el planteamiento de un conflicto de “venezolanos versus españoles”, pues mal pudiéramos extender a todo el pueblo español la crítica dirigida a una institución y un personaje que, conforme a los principios de la soberanía democrática, es evidente que no los representa.

Para fines pedagógicos, es importante precisar la descripción de lo que socialmente representa un Rey y deslindarlo de su pueblo. Sin duda que de todos los sistemas de gobierno conocidos en la humanidad, no existe uno más atrasado y enemigo de la clase popular que la Monarquía; de allí que revisando la historia de la América Hispanoparlante que obviamente incluye a Venezuela, observamos que el Imperio Español impuso sobre nuestro territorio la más aberrante división de clases entre blancos peninsulares, blancos criollos, indígenas, esclavos, pardos y blancos de orilla.

Fue aquel un régimen de total desigualdad económica, política y social donde la Corona gobernaba con el carácter de “representante de Dios en la tierra” y ejercía un poder ilimitado frente a los demás seres humanos. Precisamente ese concepto de “poder divino” de la Europa Monárquica, le produjo a América una matanza de 70 millones de aborígenes y la esclavitud de 12 millones de africanos durante el período de invasión y ocupación de nuestras tierras conocido como “La Conquista” pero que muchos incautos todavía califican como “El encuentro”.

Es desde una perspectiva internacionalista que como defensores de la República Democrática anhelamos que España hoy día se libere del atraso monárquico, en efecto, nuestra convicción sobre la necesidad histórica de avanzar a la eliminación de la sociedad de clases, nos conduce a una postura de categórica solidaridad y respaldo hacia los movimientos progresistas españoles, por ser ellos los auténticamente representativos de la clase popular y persistir en su lucha por reinstaurar una España Republicana, verdaderamente democrática y anticapitalista, capaz de promover la unidad y reconciliación plena entre madrileños, catalanes, vascos, gallegos, canarios, andaluces y demás habitantes de las comunidades autonómicas de esa heterogénea nación.

Recuerdo que durante mi experiencia como estudiante de postgrado en España, le pregunté a un profesor nativo “¿acaso no es tu Rey en el fondo un actor político?” Y el jurista me contestó graciosamente: “No. Él es solo un abuelito que da consejos”.

Creo que estas reflexiones otorgan bases suficientes para manifestar nuestro rechazo a la figura del Rey de España, por representar uno de los últimos esqueletos ambulantes de un modelo político que sigue exterminando masivamente vidas humanas. Ese mismo Rey que ayer en nombre de “Dios” nos enviaba sus tropas para masacrar América y saquear nuestras riquezas, es el mismo que al servicio del Capitalismo transnacional europeo procura invadir nuevamente América Latina con sus socios en empresas como Telefónica, Repsol, BBVA, Santander, Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa, entre otras.

Como si fueran pocas las andanzas de tan infame personaje, hace pocos años, una grotesca foto le dio la vuelta al mundo, era el Rey de España posando con su rifle cerca de un elefante el mismo había asesinado. Se dijo que en su actividad como cazador en África, sufrió una fractura en la cadera y que ameritó cirugía. El caso generó molestias debido al notorio e inmoral despilfarro de la familia real española en tiempos de grave crisis económica en la nación ibérica, además del delito ambiental representado por la criminal cacería.

Esa imagen exhibida en redes sociales como Twitter y Facebook reveló un ultraje a la fauna, al medio ambiente y a la propia humanidad. El salvajismo del Rey en pleno siglo XXI es inaceptable y confirma que la permanencia de las monarquías perjudican el progreso socioeconómico y la plena libertad de los pueblos.

Es más que bochornoso que en época donde tanto se discute sobre la democracia ideal, queden Estados donde el poder soberano que reside en el pueblo, se vea desplazado por reyes supuestamente encomendados por Dios para ejercer sus designios en la tierra. No habrá justicia social mientras burguesías, monarquías y gobiernos neoliberales exploten al pueblo trabajador, así se ha comprobado con el Plan de Austeridad en Europa que ha eliminado millones de empleos y aumentado la edad de jubilación en perjuicio de millones de ancianos indefensos.

Mientras se profundiza la desgracia socioeconómica en España, su televisión farandulera e idiotizante convoca al pueblo a celebrar que viene un nuevo Rey, ese que se hacía llamar Príncipe de Asturias, así como una nueva reina que antes fue plebeya y periodista. Parecieran insinuar también que la entrada de la plebe a la monarquía es un acto revolucionario de la corona y que ello atraerá bendiciones para la nación. Frente a tanta burla contra el pueblo, sólo tomar las calles y exigir el regreso de la República, podría devolverles su dignidad.

Jesús Silva

(1979) Abogado constitucionalista y penalista (España). Profesor de estudios políticos e internacionales (UCV). Articulista. Corredactor de leyes en la Asamblea Nacional. Productor TV extranjera. Conductor del programa «La Constitución y los Hechos» YVKE Mundial 550am y 94.5fm Martes 8pm

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