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Natan Lederman, economista: “No hay margen para correr la arruga”

Natan Lederman

Natan Lederman, economista: “Este gobierno no tiene los recursos para tratar de hacer algún tipo de reforma que conduzca a mejorar los desequilibrios”


Por Enrique Meléndez

Natan Lederman, profesor de la cátedra de Economía Política y doctor en Ciencias Sociales (UCV), analiza la actual coyuntura nacional desde el punto de vista económico, pero no pierde de vista la dimensión política de la sociedad, ya que considera que estos fenómenos condicionan la adopción de medidas “socialmente eficientes.

¿Usted cree que han llegado los tiempos en que la economía volverá a asumir el protagonismo por encima de la política?

— Esa es una suposición de algunos economistas, que consideran que los fenómenos económicos van a adquirir una mayor relevancia en comparación con el valor que se le asignaba a la dimensión política. Yo creo que eso no es cierto, no sólo hoy sino en general, porque en definitiva la formación de las políticas públicas depende de las instituciones y de las prácticas políticas. Los fenómenos políticos condicionan en cierta medida la formación de las políticas económicas socialmente eficientes, y son un poco el resultado de equilibrio político.

Una cosa es que uno imagine un tipo de política económica neutra, desde el punto de vista de algo equivalente a lo que sería una suerte de planificador central benevolente, que ve la economía desde un punto de vista neutro, e imagina lo que serían políticas óptimas: fiscal, monetaria, cambiaria, comercial, etcétera.

Las políticas son el resultado de la dinámica social, de los equilibrios de los diferentes grupos de interés, que existen en cualquier sociedad. La fundamental aquí es preguntarse: ¿cómo las instituciones políticas contribuyen de alguna manera a establecer un equilibrio, que conduzca a un tipo de compromiso entre los distintos sectores de interés en la sociedad, planteando, en ese sentido, soluciones duraderas a los problemas.

Eso tiene mucho que ver con la política. Cuando tú tienes, por ejemplo, un sistema de partidos políticos muy débil, eso, más bien, en lugar de facilitar la aproximación, el compromiso entre los distintos grupos de interés, favorece que se concentre la solución a favor de un sector en particular. Un sector de la sociedad logra imponer su mayoría, a través de la concentración de poderes; de modo que la solución se va a desviar en esa dirección.

[quote font=»0″ bcolor=»#dd3333″ arrow=»yes» align=»right»]“Le recomendaría al presidente aplicar el plan de ajuste que adoptó Brasil durante la administración de Itamar Franco”[/quote]¿Por qué el argumento que esgrime el gobierno, a propósito de los graves desequilibrios que presenta hoy nuestra economía, sigue teniendo impacto en el pueblo?

— Yo no estoy muy seguro de que eso sea así. Yo creo que ese argumento progresivamente ha ido perdiendo credibilidad entre la gente. Estemos claros: todas las personas hacen lecturas diferentes, y dependen en buena medida de las creencias de las personas. La gente filtra su lectura de los fenómenos económicos, el comportamiento de los precios, en fin. Todo el mundo sabe que hay inflación; todo el mundo sabe que hay un fenómeno de escasez. Pero cada quien le asigna una interpretación diferente.

Esa creencia, muy alimentada por el gobierno, ha venido progresivamente perdiendo credibilidad, en el sentido de que la gente contrasta estos argumentos con lo que está ocurriendo, y terminan siendo poco creíbles por la eficacia. Mientras el Estado tuvo la capacidad con el enorme ingreso que percibimos durante el boom de precios del petróleo, pudo derramar importantes recursos hacia la sociedad; eso influyo en la lectura que hacía la gente, reforzando el sistema de creencias que favorecía una interpretación de los hechos con una visión más ajustada a la que estaba tratando de transmitir el gobierno.

En este momento yo creo que la incapacidad del gobierno para seguir sosteniendo su modelo populista, ha provocado una ruptura en la forma como la gente conceptualiza lo que está ocurriendo; bueno, entonces la gente comienza a buscar otro tipo de interpretaciones distintas al fenómeno que está sucediendo, y a veces ese tipo de fenómeno se produce en las sociedades. Por ejemplo, hay unos estudios que indican que el tipo de votante mediano latinoamericano, se ubica a la izquierda dentro del espectro de preferencias.

En ese sentido, es natural que un gobierno con esa orientación, y con los medios y los recursos para lograr el apoyo de los electores, haya tenido éxito a lo largo de estos dieciséis años, y eso ha robustecido ese sistema de creencias entre la gente de que estamos frente a un gobierno benefactor. Por lo demás, es muy difícil saber donde se produce el quiebre de la visión de la gente. Se trata de un proceso complejo, histórico, en el que se construye una visión de la realidad, que termina siendo compartida; una visión socio-histórica.

¿Está de acuerdo con la interpretación que dice que Nicolás Maduro retarda el anuncio de las medidas o lo hace a medias, por el temor a la impopularidad de las mismas?

— No se trata sólo de Maduro. Yo creo que este gobierno no tiene los recursos para tratar de hacer algún tipo de reforma que conduzca a mejorar los desequilibrios macroeconómicos que confronta en la actualidad la economía. Este es un gobierno que carece de espacio fiscal para hacer un tipo de política contracíclica; que sería lo más apropiado en esta coyuntura, porque, sencillamente, agotó esa posibilidad.

Porque no hizo los ahorros, que debió acumular en su oportunidad, como, por ejemplo, mecanismos automáticos de estabilización, necesarios para hacer frente a la actual coyuntura: tenemos un alto grado de concentración en las importaciones; está la caída de los precios del petróleo, y con ello caída de los ingresos; además de la disminución de la producción petrolera. Por lo demás, todo el mundo ha hecho mención de eso, y yo no creo que valga la pena insistir sobre ese tema.

Pero, ¿qué piensa usted que sería lo mejor que pudiera hacer el gobierno?

— El gobierno no dispone en este momento de margen para seguir corriendo la arruga, y mantener una situación similar a la que tenía el año pasado. Se ha ido agravando el panorama y en ese contexto, ¿qué tipo de respuesta política puede dar el gobierno?¿Está dispuesto a convocar a las fuerzas políticas, para tratar de lograr un pacto nacional que conduzca a un acuerdo con vistas a mejorar las expectativas locales e internacionales sobre el riesgo país?

[quote font=»0″ bcolor=»#dd3333″ arrow=»yes» align=»left»]“Maduro se encuentra atenazado por las élites extractoras de renta”[/quote]Maduro dijo que él está dispuesto a escuchar a los economistas. ¿Qué le recomendaría usted en este momento?

— Le recomendaría a Maduro aplicar el plan de ajuste que adoptó Brasil durante la administración de Itamar Franco, dirigido por el entonces ministro de Economía Fernando Henrique Cardozo, conocido como el Plan Real, el cual acabó con la hiperinflación en ese país y sirvió de base para la reactivación del aparato productivo. Más allá de los acontecimientos macroeconómicos, el plan tuvo éxito como resultado de una negociación política.

Creo que es muy difícil que esto ocurra en las actuales circunstancias, debido a la fragilidad de los partidos políticos, y su escasa capacidad para forzar algún tipo de compromiso, y porque Maduro se encuentra atenazado por las élites extractoras de renta, y que, además, cuentan con el poder de facto, por un parte, y por la otra por sectores radicales, que no están dispuestos a ningún tipo de entendimiento.

Por lo demás, nosotros tenemos un conjunto de aspectos que ameritan reformas importantes: fortalecer la capacidad de la propia Asamblea Nacional para elaborar leyes económicas de calidad. Otro aspecto sería el de una revisión del papel del Estado, incluso, con el sector privado. Hoy en día una de las cosas que más se habla es la relativa a las alianzas público privadas: el Estado promoviendo el desarrollo.

En la América Latina hemos tenido una situación de fracaso en políticas, como aquella de la sustitución de importaciones, y que fue una política en la que sí acertaron los países asiáticos, ya que allí se mantuvo el compromiso del Estado con el sector privado y se avanzó en ese sentido. Nosotros sabemos que este boom de “commodities” se agotó, y que salimos muy mal de este ciclo, tomando en cuenta que la economía sigue estando muy concentrada.

Chávez demostró eso que decía Betancourt en su juventud, esto es, que en la América Latina la presidencia de la República constituye el último grado de un militar. ¿Se puede hablar, en ese sentido, de un partido de las fuerzas armadas?

— No, aún no estamos en una situación en la que los partidos políticos han desaparecido totalmente, como en el caso de una dictadura de hecho, y entonces las contradicciones se trasladan al seno de las fuerzas armadas, entre sus distintos componentes, como algunos suponen está ocurriendo en la actualidad. No, yo no creo que eso es lo que está planteado, aunque no significa que no existan contradicciones. Por otra parte, no me cabe la menor duda que el poder de facto del sector militar ha jugado un papel importante en la consolidación de este régimen.

Pero eso es una consecuencia de la pérdida de legitimidad de los partidos políticos, fruto de su debilitamiento. Eso responde a muchas razones. Responde, en parte, al ciclo de vida de los partidos políticos, pues en su desarrollo histórico los partidos políticos entraron en un proceso de crisis; y también se relaciona con las reformas implementadas hacia finales de los 80 para mejorar el sistema democrático, las cuales aunque deseables, contribuyeron a generar una mayor volatilidad en el proceso de toma de decisiones políticas. Se trata de una tesis de Monaldi, Penfold y Obuchi, que comparto.

En Copei fue muy claro, por ejemplo. Rafael Caldera provocó un cisma en dicha organización, porque decidió cerrarle el paso a las generaciones emergentes. Eso coincidió con los primeros reflejos de los desequilibrios macroeconómicos, que se venían acumulando desde los años setenta, aunque se habían resuelto algunos de ellos, como el problema de la deuda externa. Pero ya se había generado un problema fiscal de un cierto relieve que actuó como escenario de fondo.

Yo lo que pienso es que lo que condujo al triunfo de Chávez, más que una crisis económica, fue de carácter institucional. Esa es mi interpretación, porque si tú te fijas en el año 1989, las elecciones las gana el establishment, con independencia de “El Caracazo”. Hay una serie de interpretaciones acerca de ese fenómeno. Ese no fue el resultado de una crisis de corte macro, no. En efecto, veníamos de una crisis, asociada a la administración de Jaime Lusinchi, pero existía una gran confianza en la capacidad de la nueva administración para corregir eso, y de hecho eso se corrigió en el año 1989.

[quote font=»0″ bcolor=»#dd3333″ arrow=»yes» align=»right»]“No me cabe la menor duda que el poder de facto del sector militar ha jugado un papel importante en la consolidación de este régimen”[/quote]Digo que más allá del episodio de “El Caracazo”, como tal, pienso que lo que provoca la crisis, y que se inicia con la defenestración política de Carlos Andrés Pérez, luego con la administración cojitranca de Caldera, y culmina con el ascenso de Chávez, es una decadencia, en la que caen las organizaciones partidistas, y que hace que el mecanismo que se había establecido para estabilizar la sociedad venezolana, y conciliar los intereses, se quiebre.

Ese mecanismo funcionó como una alianza, que se fue haciendo tradicional entre AD y Copei, mientras se comportaron como partidos institucionales y programáticos; donde se llegaba a acuerdos, además, con las centrales obreras y los gremios empresariales y profesionales, que operaban como organismos de presión. Tú recordarás los arreglos, sobre todo, de aumento salarial que se cocinaban por la vía tripartita; lo mismo que por esta vía también se ajustaban los precios en la economía, porque no éramos propiamente una sociedad de mercado abierto, donde los precios los fija la libre competencia.

Por lo demás, había una visión desarrollista de país, y la cual emerge después de la caída de Marcos Pérez Jiménez, compartida por una serie de sectores de la sociedad venezolana. Es verdad que aquella política de sustitución de importaciones fracasó. Pero ese no fue el elemento esencial que provocó la crisis, sino más bien contribuyó a darle cierta direccionalidad al país a lo largo de varias décadas.

Porque la sociedad continuó con una cierta inercia, tomando en cuenta que se hizo una economía de servicios, que también crecía en general. Eso que llaman la enfermedad holandesa, eso te explica el sesgo anti-industrial, pero no te explica la falta de crecimiento, explica la volatilidad de los precios, aunque no explica totalmente la falta de estabilidad política y social.

Todavía teníamos un margen de holgura, a pesar de eso, para seguir operando como sociedad. La tuvimos, incluso, hasta hace pocos años. Yo lo definiría más bien como una crisis institucional de los partidos políticos.


 

Civilidad, modernidad

¿Los militares deben ser apolíticos o no?

— En mi opinión los militares no deberían intervenir en los asuntos civiles. Eso es parte de la civilidad propiamente, parte de la modernidad. Tiene un rol específico, y no deberían actuar como el mecanismo que garantiza el equilibrio, la estabilidad política, sino que tiene que partir de la propia sociedad civil, de lo que se conocía como el país político en la época de los democracia de partidos.