Mientras Bachelet pide la renuncia en pleno a su gabinete, Maduro se hace el loco ante la palpable corrupción
EDE
A grandes problemas, grandes soluciones. La segunda etapa de Michelle Bachelet frente al gobierno en Chile ha estado marcada por los escándalos de corrupción que han incidido directamente en la popularidad de la mandataria. Ella, con un talante diferente al que nos tiene acostumbrados la clase política venezolana, decidió pedir la renuncia a todo su gabinete para comenzar un nuevo ciclo. Una decisión radical, enorme, con una gran carga de autocrítica que pretende deviolver un poco de credibilidad a las instituciones, maltratadas por las malas prácticas.
Bachelet, lejos de culpar a cualquier factor externo, decidió corregir lo que sea necesario corregir dentro de casa. El tiempo dirá si la medida ha sido efectiva. Lo que sí queda claro de inmediato es que la Presidenta chilena tiene la fortaleza suficiente, la altura necesaria, para asumir un camino difícil, pero correcto desde el punto de vista del deber ser.
Mientras en La Moneda piensan la mejor forma de restructurar el gabinete para que no se repitan los errores del pasado reciente, en Miraflores se busca tapar las fallas siempre apuntando hacia afuera, se premia la mala gestión con alguna embajada o con el silencio cómplice del que promete no investigar cuentas, del que prefiere no hurgar en ministerios o instituciones que han dilapidado los recursos.
Que nadie se olvide que Venezuela ha sido mil veces robada por la corrupción y que aquí el Presidente no ha hecho nada al respecto, a pesar de haber pedido ya una Habilitante para ello. Que nadie deje pasar que son miles de millones de dólares dilapidados sin que los grandes culpables paguen por sus faltas. Vaya si nos hace falta un talante diferente.