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El testigo protegido y la “ética” del chavismo oficial

No es exagerado pensar que la figura del “testigo protegido” se ha convertido en una suerte de fantasma que atormenta


 

Oscar Battaglini

La idea que existe acerca del reformador social, de la revolución y del revolucionario en su lucha contra la injusticia, la opresión, y por la transformación radical progresista de la sociedad, estuvo siempre asociada a los principios y valores más elevados de la personalidad individual y colectiva de la especie humana. Es así, como millones de hombres y mujeres en todos los tiempos y lugares no sólo hicieron de esos valores un compromiso que los impulsó a integrarse a las luchas concretas en sus países, por el tiempo de esos ideales, sino que en todo momento y en las circunstancias más adversas se mostraron dispuestos a llegar incluso al sacrificio de sus propias vidas en aras de la realización práctica de los mismos.

Cuando se cotejan esos elementos virtuosos con el uso que el chavismo oficial ha hecho del poder, inmediatamente se comprueba que no son precisamente esos valores los que pautan su conducta en el desempeño de las funciones públicas, sino otros muy distintos o que nada tienen que ver con dichos valores. Eso explica, en definitiva, la facilidad con la que una muchedumbre de arribistas, oportunistas de toda laya y “revolucionarios de última hora” (civiles y militares), penetran en el chavismo oficial y progresivamente escalan hacia posiciones de poder con la deliberada intención de usufructuar esas ventajas para el negociado y el enriquecimiento personal.

Este es precisamente el caso del “testigo protegido”, es decir, de aquellos quienes llegaron a ocupar posiciones relevantes en la estructura del poder chavista de donde salieron groseramente enriquecidos y ahora aparecen suministrando información de primera mano a los organismos de seguridad de los Estados Unidos, sobre hechos delictivos (desde el robo al erario público y el lavado de dinero, hasta casos de narcotráfico), en los que presuntamente estarían involucrados algunos de los más conspicuos representantes de los poderes públicos y altos jefes militares, a cuyo servicio estuvieron durante años y con los cuales –según sus propias declaraciones- habrían participado directa e indirectamente en estos ilícitos. He aquí retratada y plenamente desplegada la catadura moral del “testigo protegido”, quien –queremos reiterarlo-, sin solución de continuidad y sin que se le quiebre nada por dentro, pasa de la más absoluta fidelidad al credo chavista, a la más abyecta conducta, al ponerse ahora al servicio de quienes hasta ayer representaban su “enemigo jurado”. No es exagerado pensar que la figura del “testigo protegido”, se ha convertido dentro de las filas del chavismo oficial, en una suerte de fantasma que persigue y atormenta a muchos que presienten que ese también pudiera ser su destino a la hora suprema de salvar el pellejo en medio de la quiebra previsible del sistema político imperante del que se han beneficiado escandalosamente mediante el negociado, el fraude, el peculado, los sobornos, el tráfico de influencias y toda una gama de delitos administrativos cometidos contra la cosa pública (que por cierto, no prescriben). Las evidencias a este respecto son muchas y de vieja data. Comienzan a finales de 1999, con el escándalo de los proyectos de Constitución negociados desde el gobierno por altos jerarcas del régimen con sus propias empresas, pasando por el Plan Bolívar 2.000, y culminan “por ahora” y hasta donde sabemos, con las cuentas bancarias descubiertas en Suiza, Madrid y Andorra.

Lo señalado hasta aquí no es la única forma en que se expresa el vaciamiento ético y moral del chavismo oficial, se manifiesta también a través de:

1.-Un Presidente de la República y unos funcionarios responsables de la economía, que permitieron que la situación de deterioro que padece el país llegara al extremo que hoy evidencia; sin una producción distinta al petróleo; con una hiperinflación de tres (3) dígitos (la mayor del mundo), un dólar paralelo que ya bordea los Bs 400, y produce incalculables daños colaterales a la economía, una escasez de bienes de consumo que ha llenado de angustia y desesperación a la población, sin mencionar la tortura permanente de las colas y el desasosiego al que vive sometido el pueblo venezolano, una delincuencia desatada que asalta, roba, secuestra y mata todos los días, un Presidente de la República que antes de preocuparse por esta problemática para buscar la manera de resolverla o corregirla en alguna medida, vive pegado a la tv y los otros medios de comunicación bajo su control, en una interminable perorata y una diatriba permanente contra sus adversarios de la oposición, y contra todo el que se exprese críticamente (fuera y dentro del país) sobre la situación nacional.

2.-Un Tribunal Supremo de Justicia, una Fiscalía General, y unos tribunales ordinarios que han renunciado a su autonomía institucional para convertirse en instrumentos al servicio de los gobernantes de turno.

3.-Una FAN bajo control del chavismo oficial, que hace lo mismo.

4.- Una Contraloría General, y una “Defensoría del pueblo”, que también hacen lo mismo.

5.- Un BCV y una PDVSA, saqueados por el ejecutivo para financiar su política demagógica y populista dirigida a las grande masas empobrecidas del país.

6.-Una pantomima de Parlamento controlado de manera omnímoda por el teniente Cabello, en el que no se aprueban leyes para mejorar el funcionamiento de las actividades generales del país, sino que es utilizado fundamentalmente para dar visos de legalidad a todo cuanto le sirva al chavismo oficial para mantenerse en el poder.

7.- Un Psuv, el cual no constituye un verdadero partido político, porque no dispone de una Dirección, ni de una estructura organizativa nacional, ni de una concepción política-ideológica claramente definida. Se trata simplemente de unas siglas que sólo le sirven al chavismo oficial para manipular electoralmente a su fanaticada.

8.- Un CNE que ha sido convertido en una siniestra maquinaria, encargada de perpetuar en el poder a una nomenklatura burocrática que ya no gana elecciones como al principio, sino que ahora impone resultados mediante fraudes que se ejecutan ante la mirada atónita de la inmensa mayoría de los venezolanos.

Se manifiesta, en fin, ese vaciamiento ético y moral del chavismo oficial:

9.- En un gobierno que al propiciar -por negligencia, por desidia, por incompetencia o por lo que sea- la destrucción del sistema de salud pública nacional, habiendo dejado, prácticamente, a la inmensa mayoría de la población en la más completa indefensión ante la enfermedad y la muerte.

10.- En un gobierno que le ha impuesto un cerco autoritario y represivo al ejercicio de los derechos civiles. Que ha llegado al extremo -como en los viejos tiempos- de impedirle a los profesores de la UCV, y de otras universidades nacionales, la realización de una manifestación pública, bajo el pretexto-alegato de que en la ciudad capital están prohibidas las manifestaciones (¿?), medida que, por cierto, no rige para las huestes chavistas; las cuales, gozan de puerta franca para manifestar y hacer lo que les dé la gana en calles y avenidas de la capital.

Formulada la confirmación de todos esos rasgos, qué duda puede existir acerca de la naturaleza del poder que actualmente nos rige como nación. En su descargo debemos decir que, esa situación ha estado siempre ahí, sólo que ahora aparece exacerbada. Se trata –sin duda- de una contradicción que la sociedad venezolana tendría que resolver o superar en algún momento de su devenir histórico.