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Quien juega a la guerra económica es enemigo de la patria

El asunto del bachaqueo requiere mano dura de policía en la frontera. Y que Colombia comprenda que Venezuela no puede seguir subsidiando su economía


Julián Rivas

En Venezuela los actores económicos tradicionales llevan décadas sin invertir. Se han dedicado a buscar divisas para llevar. Estados Unidos y Europa son los destinos de este curioso “money stream”. Para colmo, ahora avalan el bachaqueo, el contrabando de extracción hacia Colombia. ¿Qué clase de venezolanos son estos señores de Fedecámaras?

Lo más reciente es la pretensión de secar el ahorro nacional, para que fracase la revolución bolivariana. Esta es una de las cosas más absurdas que registra la historia de Venezuela.

Quien juega a la guerra económica, es decir, al contrabando de bienes y extracción de recursos naturales, es enemigo de la patria. Pero nuestro país, sólido en cuanto a provisión de recursos, ha aguantado el chaparrón. Nuestro país es un país emergente y saldrá avante.

El asunto del bachaqueo en todo caso requiere mano dura de policía en la frontera. Y que Colombia comprenda que Venezuela no puede seguir subsidiando su economía, y menos con métodos desleales.

Para producir, miremos a los verdaderos países amigos. No al vecino oligárquico que es de la OTAN. Podemos fortalecer las alianzas con países aliados para nuevas inversiones. El país no va a quebrar, a pesar de la intentona bogotana y cucuteña de hacer de Venezuela un gran dispensario para un importante segmento de su población.

Redoblemos la acción de policías, bien adiestrados y pagados. La vigilancia de pueblos como San Carlos del Meta y Cararabo, más los ríos Cinaruco, Capanaparo y otros procedentes de Colombia, es fundamental en la actual coyuntura.

De paso, se requieren inversiones en la frontera, de acuerdo a una legislación que garantice que el sistema financiero llegue a los sitios apartados. Desde Puerto Páez hasta Maroa y San Carlos del Meta. Este eje es prioridad porque por ahí trabaja duro el sistema de succión bogotano. El “money stream” uribista.

Las medidas restrictivas son necesarias. Hasta donde uno escucha por los pueblos de Venezuela, los más diligentes compradores del cuero de los mataderos proceden del Estado Táchira. Se requiere una medida sencillita: No dejar pasar hacia la frontera el cuero originario de mataderos instalados en otras regiones del país. Y a la vez, activar nuestras tenerías y centros de producción de calzados, correas y todo producto en cuero. Villa de Cura en Aragua es un ejemplo.

En Pedraza, Barinas, hay un matadero industrial que incluso tiene una tenería. En otros sitios del país hay tenerías y muy bien puede captarse inversión para una gran tenería en un punto céntrico del país, como Guárico, o en Oriente, por ejemplo en Monagas. No hay nada que temer. Simplemente hay que seguir hacia delante.

Lo mismo con el cemento y otros materiales de construcción. Transportista que tenga guía para Amazonas y luego desvía la carga por los medanales de los lados de Puerto Páez, debe ser sancionado según la ley.

Las mafias no pueden estar por encima de la sociedad. Hemos señalado que en el Táchira los políticos derechistas se han convertido en agentes del uribismo y la agenda económica que promueven curiosamente es la misma de los contrabandistas. ¿No es así, Cojo? ¿Qué gracia tiene que se nos vaya el cuero de contrabando para luego ir a comprarlo en Cúcuta, en dólares?

Otra ruta por cuidar es la Vía Panamericana, que va desde Agua Viva en Trujillo, pasando por El Vigía hasta Boca de Grita, en Táchira, justamente donde está el Puente Internacional Unión que lleva a Puerto Santander.

Si a estas medidas le agregamos la prohibición de exportar cocos, pescados, gas para aire acondicionado, y lo último, los billetes de cien, acabaremos con esta vergonzosa política de una oligarquía que no atiende a una parte de sus ciudadanos, porque se acostumbró a que los mantenga el vecino con la renta petrolera.

La solución es sencillita, soberana. En verdad, el contrabando y sus expresiones diversas, uno lo cuenta y pocos lo creen en otras latitudes.

Hay bachaqueros del billete (no pueden ver uno de cien). Y según escucho, hay algo bien curioso: el bachaqueo de las telecomunicaciones. Resulta que productos y servicios venezolanos son blanco de piratería moderna. Hasta el servicio del satélite Simón Bolívar, que comprende telefonía celular y televisión satelital, servido por la repetidora en Paguachón, Guajira venezolana, se disfruta al otro lado, en Maicao. Qué manguangua, señor Santos. No se queje, señora Holguín; simplemente paguen en dólares. Saquen los verdes, legalmente.

Mientras, los políticos de la Cuarta ahora sedicentes agentes del uribismo, se hacen los locos. Son adecos. Los mismos adecos desmemoriados que en el primer gobierno de Pérez mandaron a enterrar 500 mil pollos y 10 millones de huevos para mantener los precios del mercado.

El bachaqueo y todas las formulas de extracción de recursos fracasará. Hay que tomar medidas. ¿Quieres cabillas? ¿Quieres señal satelital? ¿Quieres medicina? Bueno, sencillito: ¡pay in dollars!