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Rafael Ramírez y la política petrolera oficial

Rafael Ramírez, emabajador de Venezuela ante la ONU

Durante la gestión de Ramírez al frente de la política petrolera del país, no se produjeron cambios favorables ni en la economía nacional ni en la actividad petrolera


Oscar Battaglini

Recientemente Rafael Ramírez volvió a ser noticia relevante. Dos diarios estadounidenses, el Wall Street Journal y el New York Times, insertaron en sus páginas informaciones provenientes de una investigación adelantada por fiscales federales de Estados Unidos, en las que presuntamente aparece involucrado este personaje de la política venezolana. Concretamente se le acusa de haber participado en actividades relacionadas con el desvío de fondos públicos, el uso de cuentas bancarias de Pdvsa en el exterior con fines ilegales, el cobro de comisiones a compañías chinas, el lavado de dinero (caso Andorra), el negocio con dólares en el mercado negro, etcétera. Veamos algunas de las respuestas dadas por Ramírez ante tales señalamientos:

— “No nos perdonan la expulsión de las petroleras que saqueaban al pueblo”…

— “Esta nueva campaña nos quiere cobrar la recuperación y transformación revolucionaria de Pdvsa”…

De esas respuestas lo que nos interesa destacar no es tanto la pertinencia que ellas puedan tener con respecto a las acusaciones de las que el funcionario ha sido objeto por parte de los fiscales norteamericanos, sino, si lo dicho por él sobre la política petrolera del Estado venezolano -que estuvo bajo su mandato durante más de once años corridos- se corresponde o no con la verdad de los hechos. En relación a esto, tenemos la convicción de que se trata de más respuestas en las que la verdad aparece totalmente falseada y desnaturalizada. Contrariamente a lo expresado por Rafael Ramírez durante su gestión al frente de la política petrolera del país, no se produjeron cambios favorables ni en la economía nacional ni en la actividad petrolera propiamente dicha. En tal sentido puede afirmarse que durante todo ese tiempo la economía venezolana permaneció en la situación de atraso y artificialidad que le han sido consustanciales a lo largo de su historia petrolera. En lo fundamental, el país continuó reproduciendo una economía extractivista propia del rentismo petrolero, y de una completa vigencia del modelo económico colonial que aquí ha regido desde siempre. A eso se debe básicamente que en el tiempo que el chavismo tiene en el poder no se hayan producido cambios efectivos en las viejas estructuras económicas y sociales que tradicionalmente han regido en nuestro medio, A esto se debe igualmente, la perfecta adecuación que se ha operado entre el chavismo oficial y el modelo económico colonial, y que ello se halla hecho sin reparo alguno, es decir, de la misma manera como se ha producido su articulación al aparato estatal puntofijista aún vigente, no obstante las formulaciones contenidas en la Constitución, las cuales obligan a marchar en una dirección diferente.

El carácter rentístico y parasitario, que fatalmente ha sido uno de los rasgos principales de nuestra economía durante el puntofijismo, se ha potenciado y activado todavía más durante el régimen chavista, al extremo que no constituye una exageración afirmar que hoy somos un país de estructura económica más rentista y parasitaria, que antes que se produjera la emergencia chavista. Una prueba contundente de que eso es así, es el informe del BCV del año 2011. En ese informe -en el que abunda la manipulación, el maquillaje y el ocultamiento de cifras- aunque se registra un crecimiento del PIB del 4,2%, se deja muy claramente establecido que el mismo se debió a la expansión de las actividades no productivas de la economía; esto es, al dinamismo mostrado por el comercio de bienes /en su mayoría importados) y servicios (6,6%), la producción de servicios del gobierno general(5,3%), de igual manera –continúa el informe- destacaron los crecimientos registrados en las actividades financieras, en los seguros (11,2%) y comunicaciones (7,6%). Que se trata de un crecimiento más aparente que real, puesto que no encuentra justificación ni se funda en una significativa inversión de capitales, lo que quiere decir que todo se debió a un apalancamiento ejercido por el ingreso petrolero. Que ese crecimiento, además de tener como soporte a la renta petrolera, fue generado por el auge coyuntural alcanzado por las actividades no productivas, como se ha dicho, en detrimento de las actividades productivas propiamente dichas. Un ejemplo de esto es que, en la parte de este informe donde se habla del crecimiento económico en cuestión, se deja expresa constancia de una caída de la producción de alimentos del orden de 9,1% y de una disminución igualmente significativa de la producción industrial general de bienes transables en el país. Llama poderosamente la atención que este hecho que fue reconocido así oficialmente por las autoridades del BCV, como la explicación fundamental de la caída de la producción nacional y del descomunal desabastecimiento que hoy padecemos, haya sido dejado de lado mañosa y deliberadamente por Maduro para aceptar la “tesis” de la “guerra económica” con la cual el gobierno ha estado intentando engañar a su fanaticada.

No es una exageración afirmar que hoy somos un país de estructura económica más rentista y parasitaria, que antes que se produjera la emergencia chavista

Veamos algunos de los rasgos de la gestión cumplida por Rafael Ramírez como ministro de petróleo y presidente de Pdvsa:

En primer lugar hay que decir que su gestión al frente de esas dos responsabilidades, estuvo siempre regida por un criterio productivista (producir más petróleo para la obtención de una renta cada vez mayor). Conviene señalar que en esto no existe ninguna diferencia con la Apertura Petrolera ensayada por Giusti bajo el segundo mandato de Caldera; modelo que también se propuso elevar la producción petrolera del país, con evidentes propósitos rentísticos. Una muestra de que este fue el camino seguido por Ramírez, es el plan que Pdvsa -bajo su autoría- puso en marcha con un numeroso (más de 50) grupo de empresas petroleras extranjeras, con el fin de que el país se colocara en condiciones de producir aproximadamente 6 millones de barriles diarios. Este plan que paradójicamente fue denominado en sus inicios “Siembra petrolera”, contemplaba en la implementación de su primera fase (2007-1013) una inversión de recursos por el orden de los 56 mil millones de BF, de los cuales el 70% sería aportado por la estatal petrolera y el resto por el sector privado de procedencia extranjera, lo que evidencia la relevancia que este factor ha retomado durante la administración chavista en la actividad y en el negocio petrolero nacional. Un elemento que ha contribuido todavía más a fortalecer la injerencia de este factor en la explotación de nuestros hidrocarburos es la readopción por el gobierno chavista de las empresas mixtas como el modelo para la renegociación del petróleo venezolano con el capital transnacional (imperialista). De esa manera las empresas extranjeras que venían operando en el país desde la época de la “apertura petrolera” (Caldera II), han devenido socias del Estado venezolano en un proceso de articulación económica que Pdvsa bajo la dirección de R. Ramírez definió como “la migración de los anteriores convenios a las empresas mixtas”. Fue así como a partir del año 2006, de 32 empresas sujetas a los antiguos convenios operativos, 19 de estas decidieron firmar con Pdvsa para operar bajo el esquema de empresas mixtas. Esta no es sino una pequeña muestra del número de empresas extranjeras y nacionales que hoy están operando en la explotación privada de la riqueza petrolera nacional.

El propio Ramírez informó en un programa de TV, que el número de esas empresas pasa de 50. Como es sabido, dichas empresas vienen operando desde hace ya bastante tiempo en la explotación de la Faja Petrolífera del Orinoco, la cual ha sido negociada con esos capitales sin que los respectivos convenios hayan pasado por la revisión y aprobación de la Asamblea Nacional, ni por ningún otro organismo de control del patrimonio público de los venezolanos.

Dicho lo anterior, cómo queda lo expresado por Ramírez cuando afirma que las acusaciones que le llegan de los Estados Unidos se deben a que le quieren cobrar, y porque no le perdonan el haber participado en la expulsión de las petroleras que saqueaban el petróleo de los venezolanos. Todo parece indicar que las razones de esas acusaciones son otras que por ahora tienen el carácter de lo presunto.