Los índices de pobreza siguen siendo altos, no obstante haber experimentado una importante disminución, de manera intermitente, entre los años 2004 y 2012
Oscar Battaglini
Hubo un momento en el desarrollo histórico de nuestra sociedad en el que el barrio funcionó como una entidad socialmente diversa, y como un espacio para el desarrollo de una existencia regida por la solidaridad y los valores éticos y morales que permiten dentro de la convivencia, la conformación de una vida buena y útil. Esto no quiere decir que en esos espacios urbanos no se registre la presencia de elementos armónicos, pero siempre los hubo en una proporción que no perturbaba mayormente el normal desenvolvimiento de la vida social de las familias, de los individuos y de las comunidades en términos generales. Hoy esas condiciones han desaparecido casi completamente de esos espacios.
El incremento exponencial de la pobreza en buena parte de su población, y el hecho de haber sido convertidos por el hampa en una especie de santuario desde donde esta opera en contra del resto de la población, incluida la del propio barrio, no sólo han precarizado significativamente las condiciones de existencia de sus habitantes, sino que estos se ven forzados a convivir peligrosamente con un hampa que se los impone de manera omnímoda y despiadada.
Frente a esa situación -y particularmente ante el grave problema de la pobreza endémica que se vive principalmente en el barrio- no ha definido ni elaborado una propuesta general dirigida a la superación de esa problemática social. Su “política social” no se ha llevado a cabo sobre la base de planes o programas, sino mediante “misiones” improvisadas, financiadas con recursos “parafiscales” (sin control administrativo de ningún tipo) provenientes de Pdvsa y del presupuesto ordinario.
Esta es la forma que mejor se adecúa a la concepción burocrática-populista que tiene del poder, y a la manera de hacer la revolución entre las legiones de pobres de todas las categorías existentes en el país, y que básicamente consiste en poner en las manos de cada uno de estos, una pequeña asignación en dinero, la cual ha sido considerada inicialmente por el gobierno como parte de la cancelación de la deuda que el Estado tiene contraída con los pobres, la cual sería calificada impropiamente como “inversión social”, puesto que en este caso no se está operando un proceso expansivo de la economía que permita aprovechar esos recursos monetarios puestos a la circulación como un coadyuvante de tal expansión. Se trata simplemente de un gasto improductivo (sin retorno) que el chavismo oficial utiliza como se sabe, para sus propósitos político-clientelares, populistas y electorales.
Paralelamente a las misiones, el chavismo oficial ha impulsado con esos mismos propósitos, los Consejos Comunales, los cuales desde un principio fueron privados de toda autonomía político-administrativa a fin de corporativizarlos y convertirlos en una instancia más al servicio de la política clientelar y electoralista del chavismo oficial. Eso explica que -como en el caso de las misiones- estos organismos son financiados por vías parafiscales con sumas indeterminadas provenientes del manejo discrecional que el gobierno ha venido haciendo de las finanzas públicas, práctica que se corresponde con la decisión tomada por el gobierno de centralizar los recursos del Estado para -de esa manera- sustraerlos del escrutinio público.
Los índices de pobreza en Venezuela, en todas las categorías socio-económicas, siguen siendo altos, no obstante haber experimentado una importante disminución, de manera intermitente, entre los años 2004 y 2012, tal como en su oportunidad fue registrado por el INE y la CEPAL, sin embargo no debe olvidarse:
1- que tales registros, como ya se ha señalado, continúan siendo excesivamente altos, dada la magnitud alcanzada por el problema de la pobreza en nuestro país.
2- que esa relativa disminución de la pobreza, no es el resultado de un crecimiento efectivo y exitoso de la economía nacional, sino de la distribución clientelar y populista de una parte de la renta petrolera en poder del Estado.
3- que ha sido sobre la base de ese gasto improductivo, que el gobierno chavista ha podido aliviar artificialmente (no superar ni erradicar), la gravísima situación de pobreza que sigue gravitando sobre un amplio sector de la población venezolana.
4- que los resultados de esa “política social” no le resuelve definitivamente nada a los pobres, ni le permite a la sociedad venezolana erradicar, como se ha dicho, el gravísimo problema de la pobreza endémica. Esa política, quiérase o no, lo que ha hecho es alimentarla y hasta perpetuarla como en el pasado hizo el adequismo betancourista. La pobreza, dicho de manera categórica, no se reduce, y mucho menos se supera de raíz por la sola percepción por parte de las familias que la padecen, de un ingreso nominal bajo la forma de subsidio, misiones, u otras opciones similares a estas, sino mediante la incorporación de esas familias a una actividad productiva o económica en general digna, estable, y bien remunerada, que le garantice además, una adecuada participación en la vida general de la sociedad con plenitud de derechos y oportunidades de la más diversa índole.
Llegados a este punto, cabe preguntarse ¿en qué medida ha contribuido el chavismo oficial a superar la grave situación social existente? Pero antes de ensayar una respuesta, es preciso repreguntarse si esa intencionalidad ha estado presente en el contenido de esa política. Es evidente que no, puesto que su prioridad, y su interés en todo momento, han estado dirigidos desde un principio ha generar en el seno de los sectores más pobres de nuestra sociedad una acción demagógico-asistencialista, con el propósito de promover su adhesión político-ideológica y su permanencia en el poder. Esto es lo que hace del chavismo -como en el pasado lo fue el adequismo betancourista- una maquinaria electoral y un aparato burocrático cuyos esfuerzos principales no están orientados a promover la formación de una nueva realidad social basada en el logro del bienestar para todos… “sino en cortejar, seducir, ilusionar a las mayorías que en Venezuela son generalmente las más pobres” (Tulio Hernández).