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Hay que rescatar la República

Una vez vivida, la República se hace indispensable. Y su permanencia la construyen los republicanos


Gustavo Luis Carrera  

¿Se vive en una república porque así se auto designa el país donde se reside? No. Es más: ya es un hecho común que todo territorio delimitado se auto proclame como una república. Inclusive es la denominación hipócrita que asumen dictaduras y tiranías.

LA REPÚBLICA PERDIDA. La primera república moderna se establece en Estados Unidos, en 1776; reconocida internacionalmente en 1783. La segunda se instituye en Francia, en 1792; ya que a raíz de la Revolución Francesa, de 1789, lo que imperó fue la monarquía constitucional. En Venezuela, el proceso republicano se instaura en el lapso 1810-1812. Pero, estos modelos de repúblicas originarias prontamente se perfeccionaron políticamente en la dimensión de la soberanía popular. El genuino concepto de república va integrado con el de democracia. Y la república democrática se define por dos requisitos esenciales: elecciones limpias y equitativas de gobernantes, y efectiva separación autonómica de los poderes públicos. Puede haber «república» sin autonomía democrática de los poderes públicos (actual estatus del gobierno venezolano); y puede haber, relativamente, «democracia» sin república (régimen del general Medina Angarita). Esa experiencia nacional se repite en todo el ámbito internacional: son diversas las dictaduras que aparentan ser democracias; y tantos otros los regímenes despóticos, sin auténticas elecciones y sin legítimo parlamento, que pretenden ser repúblicas. El caso específico de Venezuela brinda una eficiente lección histórica de cómo se pierde la República. El prolongado sistema de gobierno de los últimos años logró manejar a su antojo el primer requisito, el proceso electoral, y anular totalmente el segundo, la independencia de los poderes públicos. Y allí se perdió la República.

RECOBRAR LA REPÚBLICA. En la sustitución de la monarquía por la república le correspondió un papel central a un noble francés: el Barón de Montesquieu. Su interés particular se fijó en un aspecto clave: la separación y la autonomía de los poderes públicos. Montesquieu destaca estos aspectos: la preservación de la libertad requiere del establecimiento de los tres Poderes Públicos: legislativo, ejecutivo y judicial; cuando el legislativo y el ejecutivo se hallan unidos en una misma persona o grupo, no hay libertad, porque el monarca o gobernante hace leyes tiránicas; cuando el judicial no está separado del legislativo y del ejecutivo, no hay libertad, porque el judicial sería juez y legislador, o sería juez y agresor; y cuando los tres poderes están en una persona, «todo se perderá enteramente». En este país corresponde, con particular énfasis, recuperar la República; recuperación que reivindica el establecimiento de la independencia real, honesta y soberana de los poderes públicos: el Poder Legislativo, el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial. Agregándose, ahora, los otros poderes formulados por el nuevo régimen: el Poder Electoral y el llamado –¿irónicamente?– Poder Moral. Es el imperativo para rescatar la República.

LA REPÚBLICA RENITENTE. Una vez vivida, la República se hace indispensable. Y su permanencia la construyen los republicanos. Mientras su proyección histórica se funda en su firmeza para sobrevivir como insuperable modelo perfectible de democracia participativa, de gobierno activo del pueblo todo.

VÁLVULA. “Huid del país donde un solo hombre ejerza todos los poderes: es un país de esclavos”. Simón Bolívar.

glcarrera@yahoo.com